Entusiasmo, voluntad y categoría, fueron esas buenas intenciones que conjuntaron la corrida de la Feria de San Salvador, donde, por la combinación, dio cita a aficionados tanto de la región como de la capital del estado, en la que al final, aunque el resultado ha sido escaso de trofeos, la voluntad ha sido la que ha contado.
Y es que realmente, al final, los toros de Julián Hamdán, fueron los que dieron la nota, porque el encierro hubo de remendarse por distintas circunstancias.
Abrió plaza Luis Gallardo, que con buen gusto veroniqueó al de Montecristo, el más chico y el de menos juego del encierro, gustando a la concurrencia. Después, el animal acusó una excesiva debilidad que muy poco pudo hacer, metiéndose un poco la gente con él.
Su segundo, un toro más hecho y complicado, violento y con cierta guasa, Luis intentó el lucimiento, lográndolo en momentos al aguantar las embestidas de la res, que, viéndose que no podía frente a lo que tenía frente a él, se defendió aún más. Mató al segundo viaje y aunque le concedieron un trofeo, se lo protestaron, lo regaló y dio la vuelta al ruedo.
El Payo enfrentó los toros más hechos de la corrida, el primero de ellos se desplazó en el primer tercio, interpretando muy buenas verónicas bien rematadas con recortes que le reconocieron. Con la muleta, la res vino a menos, echando la cara arriba, salvándolo la cualidad de la fijeza. Hubo algún momento destacable pero en general supo a poco, a más de que no anduvo fino con el acero.
Con su segundo, un toro con más transmisión y recorrido, logró mejores momentos al pasarlo con la mano derecha, por lo que el público, exigente y por momentos insolente (como lo es ese rumbo de Hidalgo), la puso de acuerdo en su labor, que se desenvolvió con buen gusto y aseo. Y también, aunque no estuvo certero con el acero, le concedieron el apéndice.
Por su parte, el caballero Pedro Louceiro II, salió a sentir el toreo, a mostrar no sólo oficio sino maestría frente a una res de destartaladas hechuras, a la que lidió muy bien con el pecho y a la grupa de “Tormenta”, de un toro que fue muy complicado, que se ponía por delante y se pensaba siempre las embestidas tanto a pie como a caballo.
Se fue de frente para colocar los rejones de castigo en lomos con esta yegua de importante corazón, y en banderillas, aunque sólo colocó una, preparó siempre la suerte al quiebro, con “Nopal”, logrando momentos importantes dado que el animal, como se dijo, salía adelante, reconociéndole la gente su labor, y emocionando también.
No estuvo certero con el acero luego de la intervención de los Forcados Amadores de Hidalgo, que realizaron una emocionante pega al segundo intento, con un buen rabilleo. Escuchó un aviso el caballero, y palmas al irse a la barrera.
San Salvador, Hgo. Casi lleno (unas 1950 personas), en la plaza portátil, con tarde de sol tibio y bochorno. Dos toros de Julián Hamdan, muy bien presentados, nobles, sobresaliendo el segundo de éstos. Uno de La Luz, sin fuerza y chico. Uno de Salvador Rojas (5°), que cumplió bien. Y uno de Gonzalo Martínez, para rejones, muy complicado. Pesos: 370, 490, 440, 470 y 500 kilos. Pedro Louceiro II: Palmas. Guillermo Martínez: Ovación y oreja. El Payo: Oreja y palmas. Incidencias: Los Forcados Amadores de Hidalgo hicieron una vibrante pega al segundo intento, con Guillermo Espínola a la cara y Alejandro Bautista al rabo.