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¡Ahí viene Saldívar, y regresa José Tomás! (video)

Sábado, 23 Jul 2011    Valencia, España    Juan Antonio de Labra | Foto: Emilio Méndez           
El mexicano salió a hombros tras cortar sendas orejas
La corrida celebrada hoy ya forma parte de la memoria colectiva de los aficionados que tuvimos la suerte de estar presentes en la plaza de Valencia, y el triunfo de Arturo Saldívar, así como la apasionada entrega de José Tomás, fueron los dos hechos más representativos de una tarde cargada de matices y emoción, en la que también brilló el profesionalismo de Víctor Puerto.

Y desde antes de que comenzara el festejo, Valencia era una fiesta, parafraseando al gran Ernest Hemingway. Afuera del coso de la calle de Xátiva se vivía una auténtica romería; una muchedumbre se agolpaga cerca de las taquillas, por donde está el acceso de las camionetas de los toreros hacia el patio de cuadrillas, y en el ambiente rezumbaba un run run espectacular que se extendía a los alrededores de las calles del centro histórico de la ciudad mediterránea.

Afortunadamente, la tarde no cumplió con aquella vieja frase que reza "corrida de expectación, corrida de decepción", sino muy por el contrario; porque a pesar del escaso juego de los toros de El Pilar, los toreros estuvieron hechos unos leones, cada cual con su estilo, rivalizando en quites y viviendo su particular circunstancia.

Si Víctor Puerto representaba al convidado de piedra, porque entró en sustitución de Juan Mora de último momento, la presencia de Arturo Saldívar en el cartel suponía un guiño a Aguascalientes, y la oportunidad de que un torero joven, triunfador como novillero el año pasado en este escenario, tuviera un escaparate de lujo.

El mexicano no desaprovechó la oportunidad en ningún pasaje de la corrida, y si bien es cierto que por momentos atropelló la razón y anduvo un tanto arrebatado, su juvenil frescura, su raza, y el ímpetu de su toreo con la mano derecha al tercer toro, justificaron unos procedimientos que se entienden en un torero nuevo, que apenas lleva 23 corridas toreadas. Y su inexperiencia y celeridad le hizo pagar derecho de piso, cuando le perdió la cara a su primer toro, al salir de una serie de muletazos, y fue volteado feamente sin consecuencias.

Y como un vendaval, que también sopló y molestó a la terna, el mexicano dejó en alto el nombre de nuestro país proque su actuación estuvo dotada de una ambición excepcional. Ahí está la clave si se quiere ser figura y mandar; y más aún en esta orilla del Atlántico.

La oreja que cortó al tercer toro de la corrida, a la postre uno de los únicos toros realmente potables del desigual y deslucido encierro salmantino, hizo vislumbrar la maravillosa posibilidad de abrir la puerta grande, y el apéncie que cortó al sexto, tras una faena de gran arrojo fue la conclusión de una tarde para el recuerdo, y la ratificación tan mexicana del "¡Sí se puede!, como chingaos no!"

La reaparicón de José Tomás fue, en sí misma, un triunfo de la vida sobre la muerte; porque volver a enfundarse el vestido de torear, por cierto, de ralo bordado y con medias lunas, era le mayor logro de un hombre que estuvo a punto de perder la vida en Aguascalientes, aquella inolvidable y trágica tarde del 24 de abril de 2010, que hoy cobró fuerza en el recuerdo con un brindis que le honra: el que hizo de su primer toro a los médicos mexicanos que le salvaron la vida.

Así que alrededor de este hecho puntual giraba la historia de la corrida, y todas las miradas apuntaban hacia el torero de Galapagar que salió a entregarse, fiel a su filosofía de vida; con una expresión muy profunda y hasta dándose el gusto de improvisar cosas nuevas, algo que, en un matador con 15 años de alternativa, siempre se agradece.

Las chicuelinas con el compás abierto, encajado de riñones, que dio a su primero; o las manoletinas también abriendo ambas piernas, y de frente, al quinto, despertaron mucho interés. Pero lo que verdaderamente importó fue el asentamiento de zapatillas del madrileño; la largueza de sus muletazos y su estar delante del toro... a pesar del viento que soplaba.

La gente estaba a favor de que triunfara, y la conmoción que causó la fortísima voltereta que le dio el quinto, un toro que se arrancó de largo al primer estatuario y arrolló a José Tomás al encunarlo, fue uno de los instantes de mayor tensión de la corrida.

Maltrecho, dolorido, y quizá rondando por su cabeza el fantasma hidrocálido, José Tomás se repusó y volvió a la cara del toro para hacer otra faena un tanto intermitente, ante un manso que huía, y con el que se afanó en torear despacio y con temple a pesar de la condición del toro y del viento. Una estocada entera, volcándose sobre el morillo, ligeramente desprendida, hizo explotar a la plaza entera en júbilo, y se pidieron las dos orejas con mucha fuerza.

Pero vino a estropearlo todo la miopía del juez de plaza, que se llevó una bronca tremenda de la gente, con mucha razón, se indignó con esta actitud mezquina, donde el único "listo" era él, y tontos los once mil espectadores que pedían un segundo trofeo de rigor, a tenor de lo realizado en el ruedo y más aún después de aquella voltereta tan espeluznante lo suyo era dar esa oreja, porque una salida a hombros en esta fecha, tenía un valor muy significativa.

El detalle bonito fue que la gente lo obligó a dar una segunda vuelta al ruedo, y que José Tomás paseó una bandera mexicana en su mano izquierda, con la misma que empuñaba la oreja y el capote.

En medio de Arturo Saldívar y José Tomás, hizo un excelente papel Víctor Puerto, que dejó constancia de su excelente manejo del capote, y ejecutó las mejores verónicas de la tarde. En ambas faenas intentó acortar distancias para provocar las arrancadas de sus toros, pero la falta de casta de los dos le impidió dar continuidad a lo que venía dispuesto.

Al final del festejo, el mexicano, que brindó su segundo toro al gobernador de Aguascalientes, Carlos Lozano, salió a hombros feliz de la vida, disfrutando un triunfo legítimo y quizá sin olvidar que un día, aún no muy lejano en el calendario, de forma similiar a lo que le pasó a José Tomás en Aguascalientes, también le partieron la femoral. Y aquí está, para contarlo, para vivirlo y para decirle al planeta de los toros, a gritos, que quiere ser figura del toreo. ¡Enhorabuena, paisano!

Ficha
Valencia, España.- Séptimo festejo de la Feria de San Jaime. Lleno de "Agotado el boletaje" en tarde soleada y con intermitentes ráfagas de viento. Toros de El Pilar, bien presentados, de poco juego en su conjunto, de los que destacó el 3o. Pesos: 533, 502, 505, 530, 556, 565 kilos. Víctor Puerto (azul rey y oro), que sustituía a Juan Mora: Palmas tras aviso y palmas. José Tomás (lila y oro): Ovación tras aviso y oreja tras aviso con fuerte petición de la segunda y dos vueltas al ruedo. Arturo Saldívar (obispo y oro): Oreja y oreja. Destacó en banderillas Jesús Robledo "Tito".

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