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Manzanares le roba el corazón a La Maestranza

Viernes, 06 May 2011    México, D.F.    Redacción | Foto: lamaestranza.es         
Manzanares cuajó una faena muy interesante al segundo toro
José Mari Manzanares permanece en estado de gracia y en estrecha comunión con el público de La Maestranza, que nada más recibirlo lo obligó a saludar en el tercio, algo que no es frecuente, ni mucho menos, en las plazas de España, a diferencia de lo que ocurre en México donde la gente suele ser más cariñosa con los toreros.

Y este detalle seguramente caló hondo en el torero alicantino, que volvió a estar tremendo a lo largo de una actuación muy completo con dos toros exigentes, de los que sobresalió más el primero de su lote porque tenía unbuen fondo de nobleza.

A base de temple, colocación, suavidad en los toques y pellizco, Manzanares fue metiendo en la muleta a ese primer ejemplar al que le dio muletazos de una plomada excelente, con una profundidad asombrosa.

Los redondos tuvieron una largueza estupenda, sobre todo porque giró sobre los talones de una manera tan cadenciosa, que eso, sumado al empaque que atesora, pusieron la chispa a una faena de menos a más con la que el público rugió de emoción.

Y esta expresión manzanarista, más cercana a la naturalidad del padre, y menos crispada que en años anteriores, está siendo la clave de su conexión con la gente.

Un pinchazo previo a la estocada le arrebató una primera oreja que le hubiera servido para salir a hombros por la puerta de cuadrillas.

Y si esta faena había tenido mucha intensidad, debido a las pausas y a los tiempos de la misma, la otra faena, la que hizo al quinto, fue muy importante porque el toro no valía nada y Manzanares tuvo que estar alerta y bien colocado para ir desentrañando una embestida reservona y complicada a la que se impuso con una apabullante claridad de ideas.

El público se puso a favor del torero y estuvo muy receptivo a todo cuanto acontecía, y ni siquiera un inoportuno desarme, cuando el toro le pisó la muleta, restó brillantez a una obra de un enorme mérito.

Ahora sí estuvo, como suele ser su costumbre, rotundo con la espada y aunque el toro tardó en doblar un par de minutos, el entusiasmo del público no decayó y le pidieron la oreja con mucha fuerza. José Mari dio la vuelta al ruedo en medio de una cerrada ovación y sonriente, satisfecho, sabedor de que en esta feria le robó el corazón a La Maestranza.

Sebastián Castella tuvo una actuación sumamente horada en la que destacó la faena al toro que abrió plaza. La gente lo midió y no terminó de romperse, no obstante que el torero estructuró una faena de relevancia ante el mejor toro del descastado encierro de Jandilla.

Las series por ambos pitones, de un magnífico acabado, fueron de auténtico lujo, y un pinchazo final, antes de colocar una estocada eficaz, le valió saludar en el tercio.

Al cuarto lo recibió con un estrujante péndulo del que resultó achuchado, y más tarde le plantó cara con mucha inteligencia en una faena arriesgada, pues el toro estuvo a punto de echárselo a los lomos un par de veces. El sólido valor de Sebastián rayó a gran altura, así como su amor propio en una tarde sobresaliente en la que, desafortunadamente, no pudo tocar pelo. A este toro lo mató de una estocada valeros, pues el de Jandilla le echó la cara arriba con peligro.

Alejandro Talavante pechó con dos toros para olvidar, sobre todo el primero de su lote, con el que abrevió. El sexto hacía hilo en la muleta y el extremeño sólo pudo bosquejar detalles sueltos de su inspirada tauromaquia, ante un ejemplar complicado que lo probó en varios momentos de la faena recia y valiente que finalizó con media estocada para escuchar una sonora ovación en el tercio.

Al final, la sensación de la tarde estuvo marcada por el amorío entre Manzanares y La Maestranza, que goza de su momento más dulce.

Ficha
Sevilla, España.- Plaza de La Maestranza. Decimosegunda corrida de feria. Lleno de "Agotado el boletaje" en tarde agradable, con ligéras ráfagas de viento. Toros de Jandilla (el 4o., sobrero sustituto) bien presentados y serios, pero de poco juego en su conjunto. Los dos más potables fueron 1o. y 2o. Pesos: 501, 550, 545, 506, 500 y 570 kilos. Sebastián Castella (caña y oro con remates negros): Ovación y ovación. José Mari Manzanares (malva y oro): Ovación tras petición y oreja tras aviso. Alejandro Talavante (obispo y oro): Silencio y ovación. Saludaron en banderillas Luis Manuel Blázquez y Juan José Trujillo, de la cuadrilla de Talavante.


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