Una actuación entregada, de auténtico novillero, fue la que brindó el carismático Óscar Amador en el arranque de la Feria de Texcoco, la cual le redituó en una oreja que logró cortar con base en garra y determinación, ganando el reconocimiento del público.

Arriesgado fue el quite por saltilleras con el que comenzó a calentar su labor, pues se quedó quieto y los pitones pasaron muy cerca de su cuerpo. Un péndulo al inicio de su faena hizo concebir esperanzas importantes, pero el cárdeno de Piedras Negras comenzó a desarollar sentido y complicó el asunto.

Amador siguió buscando el triunfo, pese a que se notó su lógico verdor. Aún así, no desistió en los intentos por buscar agradar, sufriendo una voltereta en la que se llevó un puntazo en el muslo izquierdo y se le colocó un corbatín a manera de torniquete.

Estoico, terminó toreando por alto, para luego rematar su faena de poco más de media estocada. Lo caido del acero no fue impedimento para que el público exigiera la oreja, misma que paseó feliz por el redondel texcocano.

Alberto Valente, que volvía a los ruedos tras varios años en el retiro, demostró mucha determinación, pero también evidenció su falta de sitio y rodaje, dejando escapar un novillo que, sin ser un dechado de virtudes, se dejaba hacer fiestas.

Recibió al burel a portagayola, hizo quites, cubrió el segundo tercio y buscó agradar con la muleta, dejando algunos buenos derechazos, signo claro de su positiva actitud, pero la actuación no trascendió mayormente.

El de Algeciras, Salvador Barberán, mostró la técnica que lo caracteriza, pero le costó mucho trabajo transmitir hacia el tendido, quizá por no ajustarse demasiado al torear con la sarga. Su faena fue larga y dejó buenos destellos, para culminar de una buena estocada; el novillo se amorcilló y todo quedó en una salida al tercio.

Un gran esfuerzo hizo esta tarde Antonio Galindo, que finalmente sí toreó luego del cornadón sufrido en cerca del recto hace quince días en Aguascalientes. Con muchos esfuerzos para desplazarse, Galindo buscó el triunfo ante un novillo deslucido y que poco se prestó para el lucimiento, además de luchar contra el viento, teniendo mérito todo lo que pudo hacer, así como la estocada con la que se quitó de encima al de Piedras Negras.

Mirafuentes de Anda no se notó confiado y, aunque pégó muchos pases, no redondeó una labor que se diluyó poco a poco. El ejemplar que le correspondió era manejable, pero el torero no consiguió enredarse con él y quedarse quieto, a pesar de su esfuerzo.

Cerró plaza el español Lorenzo Sánchez, que tiene algunos aires de añeja torería. El novillo fue de más e menos y Lorenzo logró estructurar algunos instantes de calidad, pero la faena vino a menos igual que el juego del astado y ya no tomó vuelo como para pensar en un triunfo.