Pablo Hermoso de Mendoza cortó cuatro orejas tras realizar una demostración de gran nivel en la plaza de San Pedro Xalostoc, mientras que Federico Pizarro se llevó una y la novillera Paola San Román paseó dos, en un festejo mixto que resultó muy entretenido.

El rejoneador navarro llevó sus mejores caballos a este coso y demostró una férrea actitud de triunfo, algo plausible pues estamos hablando de un escenario portátil. La gente disfrutó enormemente de su actuación y se ha convertido en un ídolo para éste público, como quedó demostrado al retirarse del coso tras dar muerte al cuarto, pues un par de horas más tarde haría el paseíllo en Pachuca.

Hermoso bordó el toreo a caballo delante de su primero, al que templó de salida montando a "Curro" y luego llevo cosido sobre "Chenel", montando a dos pistas y pasándose por dentro, como si de un trrincherazo se trata, lo que provocó una de mas ovaciones más sentidas de toda la tarde.

La plasticidad de "Ícaro" continuó enamorando al entusista público, romance que llegó a tope cuando colocó las banderillas cortas en lomos de "Saramago", todo en un palmo de terreno y rematando la suerte saliéndose práticamente de la silla y tocando los pitones del buen colaborador de Fernando de la Mora, al que remató bien con el rejón de muerte para pasear las orejas.

La locura en el tendido volvió a aparecer cuando, exponiendo mucho delante del cuarto de la tarde, "Pata Negra" realizó tres piruetas a una distancia muy corta. Los gritos del público eran de reconocimiento, pero también de una incredula amdiración por lo que estaban viendo.

"Pirata" toreó también de manera sensacional y permitió a Pablo colocar un estruendoso par a dos manos; vamos,que todo le salió bien al navarro, que volvió a cortar las dos orejas a pesar de haber fallado con el rejón de muerte en la primera oportunidad; de haber acertado, seguramente se hubiera llevado el rabo.

Aunque logró buenos momentos delante del novillo de Sergio Rojas que abrió el festejo, Paola San Román se perdió con la espada hasta escuchar dos avisos. Todas las sensaciones acumuladas pudo desahogarlas delante del sexto, un ejemplar con recorrido y mucha transmisión al que le recetó templadas series, fundamentalmente con la mano derecha.

Es evidente la facilidad que tiene Paola para desenvolverse en el ruedo y conectar con el público; tiene carisma y buen concepto, algo que resulta valioso en su todavía muy joven carrera taurina. Los trazos fueron limpios y siempre reponiendo bien el terreno, y qué decir de los adornos, como un firmazo con mucho sello y un molinete "apanado".

Decidida se fue tras la espada y dejó un poco más de media estocada, suficiente para que el ejemplar se entregara al puntillero y sus dos orejas fueran entregada sa esta quinceañlera que mostró argumentos interesantes para poder funcionar en esto.

Federico Pizarro, que llegó tarde a la corrida y no partió plaza, anduvo un tanto a la deriva delante del primero que le correspondió, quizá molestó por la fractura del dedo anular de la mano izquierda, sufrida ayer en Oaxaca.

Con el quinto se serenó y dejó brotar instantes del arte que lleva en sus venas, como cuando creó muletazos de gran calado con la mano diestra y otros tantos con la izquierda, en una faena que inició pegando un par de péndulos en el centro del redondel mexiquense que, por cierto, tenía la arena demasiado suelta y el público terminó "empanizado".

Una merecida oreja paseó Pizarro luego de ésta labor, rematada de una buena estocada que tuvo efectos rápidos en la vida del astado de Garfias, como los dos que lidió Federico en esta tarde de toros.