La noche cabalgó a lomos del rejoneador Andy Cartagena pues, gracias a su actuación, la segunda de feria supo a otra cosa; parecía no haber opción, porque el tercero, primero del lote del rejoneador, no apuntaba muchas posibilidades. Pero en terrenos contiguos a las tablas, y a punto de exponer, el de El Paraíso terminó por entregarse.

Cartagena no sólo estuvo impecable en la interpretación de las suertes, sino que además le imprimió la espectacularidad necesaria para que todo lo que se hiciera en el ruedo tuviera la conexión con el tendido.

El sexto no tuvo la misma entrega, pero Andy sí anduvo por el mismo camino. Y en ese recorrido, hubo un par a dos manos que fue, quizás, el mejor momento de la noche. Esta vez el rejón de muerte traicionó las esperanzas del triunfo.

El capítulo de los toreros de a pie fue otra cosa. Guerrita Chico tuvo un lote dispar, pero quedó la sensación que el balance hubiese podido ser mejor. El primero, un negro de grande anatomía, tuvo embestidas potables pero prefería las tablas. Y hasta allí obligó al torero que no logró imponerse.

El cuarto, un jabonero de astifina cornamenta, tuvo movilidad y Guerrita intentó el acople, pero a esa altura, remontar la noche se hizo imposible.

Cristóbal Pardo tuvo un lote más complejo. Su primero no entregó una embestida clara, y el torero tampoco se exigió por buscarla. El quinto parecía ofrecer lo mejor, por lo que apuntaban sus hechuras, pero se malogró de forma extraña en el ruedo y fue devuelto. El quinto bis se movió, pero en la muleta del torero hubo muchas precauciones.