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Orozco y los subalternos salvan la tarde (video)

Domingo, 26 Dic 2010    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif I Foto: Sergio Hidalgo           
El tapatío cortó la única oreja concedida en la corrida
Aunque benévola, Aldo Orozco cortó la única oreja de una tarde en la Plaza México que parecía irse en blanco en medio del aburrimiento del público, que comenzaba a divertirse en otras cosas y en la que los subalternos pusieron la chispa con eficacia y valor.

Un soberbio puyazo de César Morales al cuarto, así como los emocionantes pares de banderillas de Ramón Saldaña y Christian Sánchez, habían sido los momentos de mayor calado emotivo de la octava corrida de la Temporada Grande, hasta que saltó al ruedo el sexto de la tarde.

Ante este ejemplar, que resultó descastado y huidizo, Aldo realizó una faena muy meritoria, pues le dio todas las ventajas a su enemigo y así, en el terreno de tablas y tapándole la cara, logró extraerle algunos muletazos de gran mérito, aunque sin la ligazón necesaria para redondear una labor más consistente.

Jugándose la vida, terminó toreando con ajustadas bernardinas, pasándose los pitones a centímetros de su cuerpo y haciendo que el público le reconociera con sus aplausos. Entregado, dejó una estocada entera y mayoritariamente se le pidió la oreja, misma que fue concedida por la autoridad y, posteriormente, pitada por la misma gente que la solicitó. Esta situación confundió al torero que, finalmente, la regaló y dio la vueta al ruedo sin el trofeo.

Desde que salió a la arena, el primero de su lote se emplazó y comenzó a desarrollar sentido muy pronto. Con genio, en ocasiones embestía como un huracán y, en muchas otras, lo hacía por tarascadas para quitarse los engaños, comportamiento más defensivo que ofensivo, en términos deportivos. Aldo buscó lucir, se llevó un par de sustos e, inteligentemente, decidió abreviar.

Los instantes más artísticos de la tarde los consiguió Ruiz Manuel ante el que abrió plaza, al que le instrumentó un bonito quite por mandiles. El astado era pastueño y, aunque con poca fuerza, embestía con cierta clase, condiciones que aprovechó el almeriense para cuajar un par de tandas muy templadas con la diestra. Sin embargo, faltó mayor acomplamiento y, alargando de más la faena, la cosa fue a menos. Aún así, de no haber pinchado, pudo haber paseado una oreja.

Su segundo tenía varias complicaciones y acudía deslucido a los cites del agitanado español, lo que no propició la faena que él y el público esperaban con anhelo. Deseando un triunfo, tuvo la intención de regalar un toro, pero finalmente esto ya no aconteció.

El tapatío Guillermo Martínez dejó destellos de la clase que atesora delante de dos astados manejables, pero sin lograr redondear ambas faenas, costándole trabajo conectar con el público dado que torea un tanto despegadillo.

Cabe señalar la variedad en los capotera que demostró Martínez a lo largo de su actuación, pues a su primero le recetó unos faroles zapopanos que le fueron coreados con fuerza, mientras que delante de su segundo ejecutó caleserinas y un bello remate.

Para el próximo domingo estarán, como ya lo habíamos adelantado, el español Francisco Marco, que confrimará la alternativa de manos de Omar Villaseñor y bajo el testimonio de Pepe López, ante ganado de Carranco.

Ficha
Plaza México. Octava corrida de la Temporada Grande 2010-2011. Unas 5 mil personas en tarde agradable, que fue enfriando. Toros de San Marcos, bien presentados y variados en juego. Pesos: 475, 472, 480, 415, 470, 490 kilos. Ruiz Manuel (verde y azabache): Ovación y silencio. Guillermo Martínez (grana y oro): Palmas y división de opiniones. Aldo Orozco (nazareno y oro): Palmas y oreja con protestas. Destacaron los banderilleros Christian Sánchez y Juan Ramón Acosta, que saludaron desde el tercio, así como el picador César Morales.


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