Este 25 de Diciembre se escribió la primera página de una historia que se antoja emocionante entre la afición mexicana y Diego Ventura, quizá tanto como el propio concepto del rejoneo del caballero luso-hispano. Tanto así que la comunión entre la gente, que llenó la plaza Santa María en la tradicional corrida de Navidad, se dio desde el primer rejón de castigo hasta que Diego, con lágrimas en los ojos vio cómo eran solicitados los máximos trofeos tras la lidia del segundo de su lote.

Ya en su primero, un toro de San José que cumplió y al que clavó dos rejones de castigo, había dejado para el recuerdo una vuelta al ruedo casi completa, llevando los pitones a escasos centímetros del costado de "Nazarí" que provocó la primera ovación de pie. Hubo también un primer encuentro de la afición con "Morante" que cómo no, tiró un par de bocados al morrillo tras clavar con mucha verdad un par de banderillas. Clavó Diego, de manera un tanto heterodoxa, una ración del rejón de muerte que no fue suficiente, para después bajar del caballo y terminar la lidia con un certero descabello. Saludó una ovación en el tercio, preámbulo a la apoteosis que se viviría en el cuarto de la tarde.

El toro de Garfias, que tuvo un fondo de bravura, no le puso las cosas fáciles a Diego y desde los rejones de castigo, donde lució con "Triana", -si cabe, dejando el segundo rejón un tanto caído- hubo de realizar un toreo de exposición y mucha vibración que llegó con fuerza al tendido durante las banderillas, ya fuera con los balanceos de "Ginés" y los quiebros de "Wellington". Tras clavar un par de banderillas cortas se fue con mucha decisión para dejar el rejón de muerte en buena colocación, bajándose de inmediato del caballo para ver rodar a sus pies de forma espectacular al de Garfias. Emoción total en el tendido y tras la concesión de las dos orejas, la presión popular hizo que apareciera el pañuelo verde en el palco de la Autoridad y se le entregara el rabo, el primero que corta en suelo mexicano.

Por encima de la concesión del rabo, con mucha emoción de por medio, tanto en el tendido como en la vuelta al ruedo de Diego Ventura, se terminó de escribir la historia de este primer capítulo de su temporada mexicana. La afición está de plácemes por este nuevo concepto, luminoso, que llega en el toreo a caballo a nuestro país, y que seguramente será un punto de inflexión a la hegemonía impuesta por Pablo Hermoso de Mendoza en los últimos once años.

Al final del festejo habría de compartir la salida a hombros con el caballero en plaza el torero de la tierra, Octavio García "El Payo", que cambió el signo de su actuación en la corrida navideña del año anterior, ya que si en aquel entonces resultaba herido, en esta ocasión obtendría un triunfo valioso ante el primer toro de su lote, dejando sobre todo una imagen de su toreo más asentada.

El toro de Fernando de la Mora, al igual que el quinto de la corrida, habría de mostrar tendencia hacia las tablas y a regatear las embestidas, y Octavio hubo de sacarlo más hacia la zona del tercio para intentar redondear las series, tapándole la cara y no dejándole pensar. En más de una ocasión hizo alarde de valor al cambiarse la muleta por la espalda y quedando en un palmo de terreno para vaciar por alto la embestida, aguantando parones y dejando patente que además de torear con calidad y largura a los toros que se lo permiten, también es capaz de sacar partido a toros con condiciones menos lucidas. Se tiró a matar con decisión y tras dejar una estocada entera, apenas desprendida y tendida pero que fue suficiente, la gente, que estuvo entregada durante la faena, solicitó la concesión del trofeo, respondiendo el palco con los dos pañuelos blancos.

Igualmente, como en el caso de Diego Ventura, por encima de los trofeos, el torero queretano estará complacido con la entrega de la gente de su tierra, respuesta a la misma entrega que Octavio mostró durante la faena. Ya habrá oportunidad para volver a verle torear con el concepto que trae dentro cuando las condiciones de los toros que le correspondan así lo permitan.

El último de la corrida, un toro muy alto y pesado, fue estrellado en uno de los burladeros justo después de haber sonado el último cambio de tercio, partiéndose el pitón izquierdo. No procediendo ya ninguna sustitución, Payo solo hubo de lidiarlo ante las protestas del respetable.

Ante el segundo de la tarde Zotoluco realizó una faena de un interesante contenido técnico, ya que el toro, a pesar de tener clase en la embestida tuvo una tendencia apenas perceptible hacia la zona de las tablas, y Zotoluco le dejó en la zona cercana al tercio, donde se sintió más cómodo el de Fernando de la Mora, para sacarle varios muletazos de figura erguida por ambos pitones que le fueron jaleados. Falló con la espada y fue aplaudido tras escuchar un aviso.

Ante su segundo, un toro con un pitón derecho con muchas embestidas, aunque sin transmisión, y un lado izquierdo por donde se rajaba, quizás en un intento de agradar alargó de más la faena, llegando incluso a desesperar a un sector del público, que se desesperó un poco más tras un par de fallas con la espada.