Muy agradable resultó la celebración de una corrida en esta ciudad, en la que no es muy común que se ofrezcan festejos taurinos, pues el ambiente fue sensacional e impregnado por la alegría de un público que disfrutó buen toreo por parte de los tres alternantes.
Con su estilo y sello propio, los espadas salieron con el triunfo en las manos. Alfredo Gutiérrez y El Capea fueron izados a hombros tras cortar dos orejas cada uno, mientras que El Payo solamente paseó un apéndice y se dejó otros dos en la punta de la espada.
Una labor entendida fue la que estructuró Gutiérrez con el ejemplar que abrió plaza, de La Paz, pero criado en el rancho de Marco Jiménez, que tuvo nobleza aunque poca fuerza. Paciente y sin forzarlo, le extrajo muy buenos muletazos por ambos lados, sobresaliendo una estupenda tanda al natural.
Hacia el final de su faena vinieron los adornos y un toreo variado que terminó por conquistar al tendido que pidió con fuerza las dos orejas luego de que la estocada, casi entera y en buen sitio, terminara con la vida del burel.
También de La Paz fue el cuarto de la tarde y, con éste, Alfredo volvió a demostrar que tiene oficio y sabe adaptarse a las circunstancias, entendiendo bien las condiciones del toro y logrando momentos de calidad.
Lástima que se pasó un poquito de faena y su enemigo quedó parado, sin colaborar mayormente en la suerte suprema y distrayéndose mucho ante los movimientos de un par de distraidos en el callejón. El largo tiempo que pasó enfrió un poco al tendido, que todavía pidió la oreja después de la estocada, misma que no fue concedida.
Firme y valiente anduvo El Capea con el segundo de su lote, que se refugió en tablas y al que había que poderle mucho. Pedro le supo pisar sus terrenos y, con base en ello, sacó muy bellos instantes toreando en redondo y hasta cuajando el pase del trolebús, junto con un par de dosantinas.
Con mucha decisión se fue tras el acero y, aunque éste quedó bastante caído, a sus manos fueron a parar las dos orejas, que paseó jubiloso por el redondel luego de haber estado muy en torero y hacerle fiestas a su enemigo.
Su primero tenía un punto de violencia y acudía a los engaños con codicia pero sin entregarse del toro. Con serenidad y mostrando poderío en la sarga, El Capea terminó por someterlo en un valioso trasteo que bien pudo merecer la oreja en caso no no haber pinchado.
La faena más completa de la tarde la realizó El Payo ante el bravo toro de Julián Hamdan que cerró el festejo. Estoico le pegó un péndulo en el centro del ruedo, para después darse a correr la mano con mando y temple, gustándose en un par de series cortas pero con mucho contenido con la mano derecha.
Con la izquierda la cosa no fue igual, pero de nueva cuenta Octavio tomó la muleta con la diestra y le endilgó bellos trazos antes de fallar con el acero en una situación lamentable, pues tenía bien ganadas las dos orejas de este ejemplar que, hacia el final de la faena, vino a menos.
Una oreja le cortó a su primero luego de verse muy puesto y con una muleta poderosa delante de este astado que vendía caras sus embestidas pero, si se le hacían bien las cosas, terminaba entregándose, que finalmente fue lo que sucedió.