Al margen de los trofeos cortados, la gente que hizo una buena entrada en Provincia Juriquilla fue a pasársela bien y tuvo oportunidad de apreciar detalles de interés a lo largo del festival.

El máximo triunfador del festejo fue Fermín Spínola, que tras realizar una lidia completa con capote, banderillas, muleta y espada, le cortó las dos orejas y el rabo a un noble ejemplar de Los Encinos, que hizo 5° y que fue premiado con arrastre lento. El mayor mérito del trasteo residió en aprovechar esas embestidas de dulce y dar rienda suelta a la improvisación, justo en el instante en que el novillo fue a más, sobre todo por el pitón derecho. Dejó un estoconazo y a sus manos fueron a parar los máximos trofeos.

Abrió plaza un novillo de San Martín, de buen estilo aunque débil, con el que Manolo Mejía estuvo empeñoso y sobresalió toreando por el lado izquierdo, en series que le fueron muy coreadas en el tendido. Tras dejar media estocada ligeramente delantera, la gente solicitó la oreja que fue concedida, convirtiéndose en el primer triunfador de la noche.

Del hierro de Maravillas fue el corrido en segundo lugar, que correspondió a Leonardo Benítez, quien a pesar del esfuerzo por agradar tuvo que ir a contracorriente por las condiciones, primero inciertas y después de peligro del novillo, que para más inri terminó rajándose. Con habilidad dejó un espadazo entero y suficiente para que la gente solicitara para el torero venezolano una oreja, reconocimiento al esfuerzo que también quedó patente en el segundo tercio, que tuvo un último par al quiebro que levantó a buena parte de la concurrencia de sus asientos.

Federico Pizarro protagonizaría un saludo sedoso con el capote al tercero, de Santa María de Xalpa, que tuvo una salida templada y que después pelearía con bravura y empujando al caballo. Conservó el temple en su embestida en el último tercio, condición aprovechada en algunos muletazos por Federico, que vio también hacia el final como el novillo se quedaba corto por el pitón izquierdo. Tras una estocada entera y ligeramente caída la gente solicitó para él las dos orejas.

Idéntico premio consiguió también José María Luévano, que recibió toreando con gusto a la verónica, las encastadas embestidas del de Marrón que le tocó en suerte, condición ésta que conservó el novillo hasta el final de la lidia. Llegó con buen estilo a la muleta, aunque bien es cierto que por momentos había que insistirle y sobre todo llevarlo muy embebido en la muleta, para obligarlo a llegar hasta el final del pase.

En un descuido José María le perdió la cara al novillo y se llevó un fuerte golpe con ligera conmoción que lo llevó a la enfermería, de donde volvería para machetear por ambos pitones la embestida, antes de pasaportar al novillo de tres cuartos de espada algo contraria y un descabello. La gente valoró las ganas del torero y el gesto de regresar a la cara tras la paliza, por lo que solicitó con fuerza las dos orejas.

Con el que cerró plaza, que perteneció a la divisa queretana de Xajay, Luis Manuel Pérez “El Canelo” no pudo redondear la faena ante las condiciones tardas y con guasa por el lado izquierdo que tuvo el novillo. Empeñoso, cubrió el segundo tercio y estuvo largo rato intentando hilar las series de muletazos, sin que el de Xajay le diera facilidades. Concluyó su labor de pinchazo y estocada para ser ovacionado por el público de su tierra.