Un éxito rotundo resultó el festival taurino celebrado la tarde de este sábado en Pachuquilla, Hidalgo, donde los actruantes se repartieron seis orejas y Alfredo Gutiérrez realizó una gran faena que derivó en el indulto del astado de El Vergel.
Paco Dóddoli ha estado bien al torear con el percal a un bonito berrendo salpicado que exigía el empleo de una técnica impecable. Tuvo un buen pitón izquierdo, por su repetición y fijeza, aunque acometiera con la cara a media altura, que aprovechó el matador, esbozando buenos muletazos que por momentos fueron atropellados por el aire que le llegó a molestar aunque no calara siempre su labor en el tendido.
José María Luévano toreó bien con el capote, y con la muleta se vio solvente, resolviendo, y con firmeza, ante un astado que fue complicado y que se orientaba, por lo que los muletazos que le pegó por ambos pitones tuvieron mérito, y también, calidad. Dejó una estocada casi tendida, y golpe de descabello.
El español Francisco Marco recibió al toro de su lote con una larga de rodillas en tablas. Con la muleta ha gustado a la concurrencia por su sólida labor, ante un burel tardo en la embestida, reservón y con media embestida, al que le extrajo muletazos importantes que calaron. Cobró una entera que fulminó a la res, por lo que pidieron con fuerza los trofeos.
El cuarto de la tarde le correspondió a José Luis Angelino, quen también recibió al burel con una larga de rodillas en tablas, de la que resultó desarmado. Lucido en un quite por tafalleras así como en banderillas, con la muleta se esforzó ante un animal que no terminó por entregarse y al que le pegó ayudados que fueron de buen temple. Dejó una estocada tendida y el segundo trofeo que otorgó el juez resultó exagerado.
Pablo Samperio se fue a saludar a los medios con dos faroles de rodillas, y ya de pie, ejecutar chicuelinas, a un animal que por se pensaba un poco la embestida. Estuvo voluntarioso con un toro que sólo regaló un par de tandas al inicio del trasteo, para luego venir a menos y reservarse la embestida. Lo mató bien y con decisión, lo que le mereció el corte de la oreja.
Alfredo Gutiérrez llegó casi al final del festejo, pues venía de torear en Tepotzotlán, y ha salido entregado como su demás compañeros. Una larga de rodillas, verónicas y lucido quite, para con la muleta realizar un trasteo variado, de buen gusto, con tandas largas, a un animal que ciertamente fue bueno. Hubo alguna tanda de ayudados de hinojos, y manoletinas, algunos despistados comenzaron a pedir el indulto y no hubo necesidad de tanta presión porque fue concedido, en un premio realmente exagerado pues la res apenas cumplió en varas y tuvo pecados como quererse rajar en algunos momentos de la lidia. Quizá con un arrastre lento hubiera sido suficiente, pero en fin.
Cerró plaza un astado con hechuras de toro antiguo, al que toreó bien a la verónica Omar Villaseñor, quien luego quitó por gaoneras. Aunque los muletazos que le pegó a un animal que acometió con la cara a media altura y un punto sosito, tuvieron buen gusto, transmitió poco al tendido. Dejó un pinchazo y estocada caída, para recibir un generoso trofeo y, finalmente, “todo es fiesta” con esto del “Bicententenario"