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Michelito: Un torero con cuerpo de niño (video)

Domingo, 06 Jun 2010    México, D.F.    Juan Antonio de Labra | Foto: Jorge Raúl Nacif           
Con desparpajo y naturalidad, Michelito hizo historia ayer en La México

La empresa de La México programó un cartel sui generis para el arranque del serial novilleril 2010, compuesto por tres toreros de muy distinta edad y condición taurina, que resultó accidentado y que se convirtió en un inesperado mano a mano entre Paulo Campero y Michelito Lagravere, por haber resultado conmocionada Lupita López durante el primer ejemplar del festejo.

Este hecho dejó al descubierto la circunstancialidad de la Fiesta, uno de sus mejores ingredientes, y hasta la presencia en el ruedo de cuatro novillos con el hierro de Los Ébanos, anunciados de Jorge María, le dieron un toque extraño a los acontecimientos, que se dieron en medio de un ambiente tocado por la curiosidad del escaso público que había en los tendidos.

Ciertamente, la presentación de Michelito Lagravere era uno de los ingredientes más sabrosos de esta "ensaladilla rusa", y el pequeño yucateco sorprendió por su desparpajo y la inteligencia para colocarse y encauzar las embestidas de un primer novillo ideal para él.

De tal forma que aquello no sólo fue el debut del novillero más joven de la hisgoria en este escenario, sino de un torerito muy espabilado, que toreó con entrega y hasta gustándose mucho a lo largo de distintos pasajes de la lidia.

Un par de mecidas verónicas y el chispazo de un recorte, constituyeron un saludo capotero que cautivó la atención de la gente. Y más tarde, el hijo del matador francés avecindado en nuestro país, demostró los 300 festejos que le avalan, en una faena estructurada ante un novillo dócil, que le permitió andar a gusto.

Un par de series de naturales en los que acompañó la embestida con emoción y sintiendo lo que hacía, fueron la parte medular de un trasteo de torero enterado, valiente y con ganas de caminar en la difícil profesión.

Desde luego que su talón de Aquiles –la espada– vino  a emborronar un poco su labor, pues se le dificulta entrar a matar a novillos de una alzada a los que apenas y puede verles "la muerte". Dos avisos le tocó el juez conforme transcurrió el tiempo para terminar con la vida del novillo, con una rigurosidad inglesa. Michelito agilizó el tramité y acabó descabellando para saludar una cariñosa ovación en el tercio.

A diferencia de tardes anteriores, en cosos de menor responsabilidad, se le vio más maduro y centrado, intentando hacer bien las cosas y sin perder esa chispa de agudeza y simpatía que le caracteriza tanto dentro como fuera del ruedo.

Con el cuarto de la tarde, Michelito no lo vio claro, pues el de Los Ébanos embestía mirando al torero y, para colmo de males, se habían desatado fuertes ráfagas de viento que le estaban complicando igualar al novillo para darle muerte. En un descuido, tropezó en la cara del novillo, que hizo por él en una estampa que, por un momento, recordó la caída al descubierto de Julio Aparicio en Madrid, pues la posición del cuerpo de Michelito quedó a merced, con ambas piernas por delante del hocico del novillo, que le pasó por encima propinándole una paliza que lo mandó a la enfermería.

Entonces, Paulo Campero se quedó con la novillada y tuvo que dar muerte no sólo al ejemplar que lesionó a Lupita –el primero–, sino también al segundo de la novillera yucateca y a otros dos novillos –el cuarto, que golpeó a Michelito– y el sexto.

Había comenzado bien el novillero capitalino, toreando con variedad, entrega y disposición, sobre todo en un ceñido y vistoso quite por gaoneras. Sin embargo, el hecho circunstancial de tener que lidiar tantos ejemplares, terminó por exhibir su lógico verdor, en una tarde de más a menos en la que mostró detalles de temple en la lidia del segundo, el único ejemplar con el que hizo concebir mayores esperanzas.

Cuando Campero envió al desolladero al sexto, la gente se quedó en el tendido como esperando algo más en una tarde rara, de las que se extraen pocas conclusiones. En este caso, que en Michelito hay un torero a tomar en cuenta, que deberá estirarse físicamente, para desarrollar una estatura óptima para el toreo, donde quepa toda esa afición desmedida que haga pasar, por completo, la frontera entre el becerrista y el novillero formal. Es cuestión de tiempo.

Ficha
México, D.F. Plaza México. Primera novillada de la Temporada Chica. Unas mil 800 personas en tarde soleada y calurosa, con intermitentes ráfagas de viento. Dos novillos de Jorge María (3o. y 5o.) y cuatro de Los Ébanos, disparejos en presentación y descatados en general, aunque varios fueron dóciles. Pesos: 418, 415, 405, 430, 400 y 397 kilos. Lupita López (azul rey y oro): Conmocionada en el 1o. Paulo Campero (burdeos y oro): Palmas, ovación, silencio, silencio y silencio. Michelito Lagravere (negro y oro): Ovación tras dos avisos y lesionado. Destacó en la brega Fernando García. Lupita y Michelito fueron trasladados al hospital para someterse a estudios radiológicos.


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