Que lujo resulta ver una corrida de toros en la plaza "San Marcos", un recinto con solera, que atrapa a cualquiera que entra en ella. Y en estos festejos tan atinados de la feria de la uva, donde se da oportunidad a jóvenes con cualidades para poder destacar en la profesión, se goza de manera especial las tardes de toros.
Al tlaxcalteca Sergio Flores se le extrañó durante el pasado ciclo sanmarqueño, por ello, verlo de luces en esta tierra resultó bastante grato, regalándonos un triunfo de mucho pundonor. El primero de su lote, un toro fino de estampa, bien cortado, fue ovacionado a su salida, pero pronto dejó ver la ausencia de fuerza, por lo que la suerte de varas fue casi de manera protocolaria.
El de Claudio Huerta tenía calidad, pero le costaba acudir al engaño, Flores lo fue entendiendo al grado de cuajarle pases de excelente factura, una pena que el toro se vino a menos muy pronto. La estocada fue tendida y trasera, por ello hizo uso de la espada corta.
Ante su segundo, un toro del hierro de Rosas Viejas, ofició una faena recia, de esas que te mantienen al hilo de la butaca, la fijeza en sus procedimientos hicieron que el toro rompiera en la muleta de Flores, quien lo toreó principalmente por el derecho, los olés no se hicieron esperar.
Ya en la parte final de su trasteo, el toro lo prendió de fea manera, en la arena permaneció vulnerable hasta que lo asistieron, fue ingresado a cuadrillas por parte del personal de plaza, pero unos minutos después regresó sin casaca, y se le miraba con algunas dificultades para respirar, tomó la toledana y entró a matar sin miramientos, estocada entera, la afición exigió el corte de la oreja a una labor bien redondeada.
Sebastián Ibelles ha dejado un grato sabor de boca, con argumentos bastante aceptables que pueden llevarlo muy lejos. A su primero lo toreó por verónicas, sin importar que el de Claudio Huerta llevara la cara arriba. El puyazo fue breve, pues de fuerza estaba limitado. Las tandas fueron a media altura y con la muleta algo retrasada para tratar de ayudar al frágil astado, Ibelles lo templó y cuajó buenos muletazos, a pesar de la nula transmisión de la res. Finalmente el toro terminó por echarse a la arena y tuvo que ser apuntillado antes que el torero pudiera entrar a matar.
Ante su segundo, un dije de Rosas Viejas, que se emplazó en los medios, Ibelles fue a por él, entonces el toro acometió con bravura, se quería "comer" el capote, pero bien bregado resultó, y que decir del puyazo, Erick Morales simplemente lo cuajó, en una estampa bella con el toro pelando ante el castigo.
Con los primeros muletazos se pensó en una faena de altos vuelos, pero al final no se concretó, el toro fue poco a poco refugiándose en tablas, donde Ibelles acortó los terrenos y se jugó la voltereta entre cada medio pase, de manera un tanto desconcertante llegaron algunos gritos de ¡toro, toro!, cuando el torero había estado muy por encima de las circunstancias.
José Miguel Arellano toreó por verónicas al tercero de la tarde, un ejemplar que terminó por derribar al picador que se encontraba en la contraquerencia. En este toro, el juez ordenó el cambio de tercio con dos pares de banderillas, acción que fue beneplácito del público.
La labor muleteril fue tomando forma cuando Arellano le bajó la mano por el pitón derecho, acompañado muy atinadamente por el pasodoble de Puerta Grande, la sonrisa que dejaba ver el torero dejaba claro que se estaba gustando. Se vio muy solvente, la oreja estaba en sus manos, sin embargo, una pésima estocada vino a desdibujar todo lo anterior.
Mientras que con su segundo estuvo más que voluntarioso, solo una tanda por el derecho logró rescatar del deslucido cierra plaza.