Mauro Prado volvió de la muerte hace cinco meses, y poco a poco va mejorando luego de aquel gravísimo percance sufrido en Guadalajara. Han sido muchas semanas de incertidumbre, al principio, y de esperanza, en estas horas. Esa que lo mantiene ilusionado con poder despedirse de forma simbólica en Aguascalientes, su tierra, en la próxima Feria de Calaveras.

Resignado, valiente, siempre torero a caballo, la nostalgia lo invade cuando mira sus chaquetillas de torear, sus varas, las puyas o la mona, que permanece vacía, inmóvil, y que volverá a calzarse cuando llegue ese emotivo momento de dar las gracias y recibir el cariño de la gente del toro en una postrera vuelta al ruedo.

"Estoy vivo de milagro y, lamentablemente, ya no podré volver a torear. Pero aquí estoy, gracias a Dios, recuperando mis facultades físicas, y con ganas de seguir adelante luego de este duro trance que me ha dejado distintas enseñanzas".

Tres meses hospitalizado, la mitad en Guadalajara y la otra en Aguascalientes, mucho tiempo en terapia intensiva, así como nueve ingresos al quirófano, no han mermado la voluntad de lucha de este picador bravío, torero de dinastía, que a lo largo de 42 años se ha volcado en su profesión, a las órdenes de una amplia variedad de toreros, y algunas figuras.

"Lo más duro fue haber pasado varias semanas en la misma posición y sin poder moverme. Pero lo superé y aquí estoy. Cada día que pasa me encuentro más resignado con lo que ha ocurrido y ahora necesito mirar hacia adelante y esperar que pronto me encuentre completamente recuperado para encauzar mi vida, y seguir disfrutando de los toros desde la barrera. Y para mí sería muy bonito despedirme del público de manera simbólica en una corrida".

Al respecto de su gratitud, Mauro afirma que "fueron muchas las personas que estuvieron atentas a mi evolución, tanto en los hospitales como fuera de ellos. Agradezco infinitamente todas las muestras de cariño y donativos recibidos, así como las iniciativas para ayudar a recaudar fondos para ayudar a pagar los elevados gastos hospitalarios que se generaron. También, a esos médicos, enfermeras y terapistas que lo han asistido, y otras personas especiales que Dios me mandó como ángeles de la guarda, y ellos saben quiénes son. No tengo forma de pagarles sino con mi eterna gratitud", señaló este gran picador de toros, torero de dinastía.