Un mano a mano marcado por el esfuerzo, y un constante remar contracorriente, fue el que protagonizaron esta tarde Diego San Román y Borja Jiménez en Aguascalientes con el encierro de Xajay, que fue desigual en hechuras, cornamentas y juego, con un par de toros para hacer el toreo que le llega a la gente.
Y al final del festejo ambos compartieron una salida a hombros un tanto forzada, debido a que la segunda oreja concedida al queretano y la del toro de regalo al sevillano, respectivamente, fueron protestadas por un sector del público, ése que exige que se otorguen los trofeos con un punto de mayor exigencia, con la finalidad de que los triunfos en esta monumental tengan un peso específico más acorde a la calidad de los acontecimientos y menos pensando en favorecer un innecesario triunfalismo.
Al margen de este detalle numérico y de apreciaciones, lo más importante fue valorar el afán de triunfo de San Román, que no se deja nada en el tintero; que sale a en todos los toros a arrear, independientemente de su catadura o condición, quizá todavía sin terminar de definir un estilo propio, pero sin dejar de lado nunca el arrimón a costa de lo que sea, como en su día lo hizo Carmelo Pérez, el hermano de Silverio, aquel que asustaba de valiente.
Hoy, en el segundo toro de su lote, que tenía un sombrero de charro por pitones, basto de hechuras e indefinido en su conducta, acabó toreando muy bien al natural, con la cintura rota, acompañando con el pecho cada uno de los trazos, en los mejores muletazos de la tarde por lo reunido y lo sentido de los mismos.
Eso ocurrió cuando el toro de Xajay tuvo un breve instante de clase y metió la cara con franqueza antes de acabar saliendo suelto de la muleta, por lo que la obra de San Román tuvo dos partes bien definidas, siendo la primera la de los péndulos de rodillas y el arrojo como norma, y más tarde un par de series de naturales de muchos kilates, en las que acarició la pala del pitón con el pico de la muleta en el último tiempo de los pases, antes de ejecutar un remate por bernardinas, siguiendo la cuerda expresiva del comienzo del trasteo.
Una estocada sin demasiada finura fue lo que no gustó a una parte del público, no obstante que el efecto de la espada hizo rodar pronto al toro, y esa segunda oreja que paseó no convenció a todos. ¿Para qué concederla si es casi seguro que sea protestada? Y es que, en el toro anterior, que fue un toro más completo y con clase, corrido en tercer lugar, a Borja Jiménez sólo le entregaron un apéndice, tal y como correspondía y luego de una faena intensa y con estructura, en la que hubo pasajes de calidad, aunque sin ajuste en los embroques y componiendo mucho la figura. Eso sí, con una buena puesta en escena, dotada de arrebato y desplantes, sintiendo lo que estaba haciendo.
Esa faena y la del toro de regalo, el de menor trapío del encierro, también gustó al público, que había seguido con atención el debut del torero de Espartinas en esta tierra, que no quería dejarse ganar las palmas ni la salida a hombros, y acabó por torear con enjundia cerca del tercio, frente a la puerta de toriles para salir en la foto de una Puerta Grande sin clamor, en compañía de San Román.
Porque el pinchazo que antecedió a la estocada tampoco impidió que le concedieran esa segunda oreja de su cuenta personal, la que fue protestada porque la colocación del acero no había sido ortodoxa, y por eso aquello de no haber tenido la oportunidad de un triunfo más legítimo, y no quedarse en ese empeño, que careció de un calado más trascendente.
De los demás se rescatan las ganas de triunfo mostradas por los dos toreros de este cartel, cuyo enfrentamiento había despertado expectación pero que no atrajo tanto público a los tendidos como se esperaba, quizá por ser el día en que en México se festeja a las madres y siempre hay muchos compromisos en una fecha tan señalada.
Sin embargo, ahí quedan esos detalles rescatables de dos toreros que atraviesan por distintas circunstancias personales: uno de viene de soportar muchas injusticias y trata de sacar la cabeza y mantenerse arriba luego de sus incontestables triunfos en varias plazas de gran relevancia, y otro que tiene Madrid en la mira, con esa cita del próximo domingo 25 de mayo, fecha en la que San Román será el segundo torero de su larga dinastía que confirma la alternativa en Madrid, luego de que Ernesto San Román "El Queretano" lo hiciera en el año de 1970. A ver qué dice la suerte para entonces.