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Ruedo: Los amigos de José Tomás

Miércoles, 28 Abr 2010    México, D.F.    Heriberto Murrieta | Récord   
La columna de este miércoles

El pitón astifino fue certero, seccionando en un segundo las venas femorales de José Tomás. El toro se desentendió de la muleta y sobrevino el percance. Sereno, imperturbable, las manchas rojas del drama en su taleguilla. Un chisguete de sangre oscura manaba del muslo, convertido en potente grifo. El más reciente episodio literario del hombre leyenda ocurrió en Aguascalientes, su tierra adoptiva, donde recibió su primera cornada en 1994 con un vestido del mismo color que el del sábado pasado.

Horas antes había fallecido Jaime Marco "El Choni", el legendario matador valenciano que creyó en él desde sus inicios. Seguramente José Tomás lo tuvo en mente en la plaza. La cogida preocupó sobremanera a su padre, que en dolorosa escena lloraba al pie de la enfermería, y resultó tan grave como la que sufrió hace catorce años y dos meses en la plaza jalisciense de Autlán de la Grana.  

Alberto Elvira, José María Napoleón y Fernando Ochoa corrieron a asistirlo. No es casualidad: son sus grandes amigos. Reconocen en él a un ser de gran fondo y calidad humana, quizá el más congruente que yo he conocido. ¿Saben ustedes que Tomás, enemigo de las vanidades, llega al extremo de evitar relacionarse con críticos taurinos con tal de no condicionar la opinión de éstos sobre sus actuaciones? ¡Un caso atípico en un ambiente tradicionalmente cobero donde se fomentan las alianzas indecorosas para propiciar los elogios! ¿Fundamentalismo radical? Quizá. ¿Una forma de ser auténtica y respetable? ¡Por supuesto!

Alberto Elvira levantó de la arena al diestro, al tiempo en que el banderillero Alejandro Prado introducía hábilmente la mano en la herida en un intento por detener la profusa hemorragia. La sangre que salía a propulsión empapó el pantalón de mezclilla de Elvira. Napoleón se aproximó con presteza y Ochoa entró a la enfermería para ayudar en lo que hiciera falta y para mantener en alto la bolsa de plástico que contenía el suero durante los angustiosos momentos en que los doctores no lograban estabilizar al diestro de Galapagar.

La liga con Elvira data de hace más de veinte años cuando ambos participaron en sus primeros tentaderos en la Sierra de Madrid bajo la mirada de don Celestino Román y de Tomás Entero, abuelo y primer apoderado de José Tomás, respectivamente. Torearon juntos su primer becerro en público, y en la primera novillada de Tomás sin picadores en Colmenarejo, el 19 de marzo de 1991, su único alternante era Alberto. 

La amistad con Napoleón es más reciente y ha crecido mucho en los últimos años, a tal grado que conviven casi diario cuando el torero español está en Aguascalientes. Napo ha sido elegante al platicar lo justo sobre lo cotidiano de su amigo introvertido. Tienen familiaridad, van juntos a todas las ganaderías y disfrutan veladas bohemias hasta el amanecer. José canta con mucho sentimiento las canciones de José Alfredo Jiménez que le fascinan.

Hace unos tres meses, Isabel Montes, la encantadora mujer del torero, tuvo la deferencia de mostrarme un video en el que Tomás aparece cantando acompañado de un mariachi, horas después del mano a mano que había sostenido con Arturo Macías en la Plaza México. ¡Los que se sorprendieron recientemente al escuchar a un Enrique Ponce entonado quedarían impactados con la interpretación desgarrada de Tomás! Aunque la cinta es un testimonio periodístico valioso que cualquier medio desearía tener, conozco la discreción con la que se maneja el torero y me abstuve deliberadamente de solicitar una copia. Me atrevo a decir, sin querer ser pretencioso en lo absoluto, que se la estaban mostrando no al periodista sino a una persona de su confianza.

Y finalmente, el nexo con Ochoa es muy sólido, tanto así que son compadres. Tengo la impresión de que Fernando no ha utilizado su fraternal relación con el "monstruo" para conseguir puestos en ferias o temporadas importantes, lo cual honra al michoacano.

Como la extirpación de mi inflamada vesícula me impidió estar en la plaza, el sábado por la noche desde el hule busqué información por todos lados para conocer el estado de salud de Tomás (ahora conocemos que en la enfermería le tuvieron que abrir aún más la herida ¡sin anestesia! para poder ligar los vasos que destrozó el cuerno del toro y que los médicos decidieron atinadamente operarlo en ese lugar).

El saber que el sonido local de la Monumental de Aguascalientes había solicitado donadores de sangre me hizo pensar que la cosa era grave. Llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos, alertas de radio. Justo en los momentos en que el madrileño estaba siendo operado, en un portal de Internet hallé pormenores del percance y me quedé azorado ante el alto número de imbéciles que en pocos minutos redactaron centenares de comentarios de pésimo gusto, deseando que el toro "ganara" esta batalla. ¡Como la hiedra ha crecido la infamia contra el toreo! Me llamó la atención negativamente que no hubo un solo aficionado a los toros, ni uno, que diera la cara por el herido.

Pero estábamos con los amigos de Tomás. Son contados. A los antes mencionados, habrá que añadir a los que le donaron sangre, entre ellos Guillermo González y Verónica Ruiz, sobrina de Napoleón. Son sus nuevos amigos para siempre: cuando urgía le transfundieron sangre, sangre mexicana, más de la que ya corría por sus venas.

Que José Tomás reciba una cornada no es noticia; hoy la nota es que está vivo, dice Jorge Murrieta. Ahora bien, si tarda en recuperarse entre seis y siete meses, como calculó el eminente doctor Ramón Vila, ¿cabría pensar que su reaparición podría darse en la inauguración de la Temporada Grande en la Plaza México, en noviembre próximo?

h.murrieta@diariorecord.com


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