Al estilo del primer triunfador del 2010 en la plaza Santa María -José Arévalo, que cortó cuatro orejas el primer día del año-, el venezolano José Miguel Parra volvió a ganarse al público gracias a su arrojo, cualidad ésta mínima indispensable en los novilleros y que es altamente valorada por el respetable.

Sorteó un novillo con mucho que toreársele, el más completo del encierro de Fermín Rivera, y escuchó el grito más emocionado de la noche al iniciar en los medios su faena de muleta con un cambiado por la espalda, ajustadísimo y con el mérito de intentarlo con el viento flameando el engaño.

Después de este inicio de alto impacto, quizás debió doblarse con el novillo para intentar someterlo, ya que aunque pegó muletazos aislados, faltó redondear la sensación de haberle podido al novillo.

En el tenor del inicio de faena decidió concluir su trasteo con una serie de bernardinas, igualmente ajustadas y jugándose el tipo, llevándose incluso un achuchón afortunadamente sin consecuencias.

Cuando intentaba preparar la suerte suprema el novillo se arrancó, con buena fortuna para José Miguel que alargó el brazo y pudo dejar un espadazo al encuentro y caído, suficiente para hacer doblar al novillo y para que la gente solicitara la oreja, que finalmente no fue concedida -y que será una buena referencia para darle peso a los trofeos concedidos, siempre y cuando se mantenga el mismo rasero de ahora en adelante-. Dio una ovacionada vuelta al ruedo y con ello se convirtió en el triunfador de la noche.

El español Daniel Martín tuvo un buen debut en el ruedo de la plaza Santa María. Se llevó un novillo muy llamativo de pinta, burraquito, que de salida se mostró distraído y sin entregarse.

Le planteó un inicio de faena de muleta muy interesante, dejando el engaño a la distancia precisa y dando los pasos justos, mostrando buena escuela. Lamentablemente, el novillo se fue apagando y se aquerenció en la zona de las tablas, impidiendo que Daniel pudiera redondear la faena. Tras fallar con la espada fue llamado a saludar desde el tercio.

Resultó áspero de salida el novillo que le correspondió en suerte a Fernando Labastida, con el que el novillero potosino estuvo firme para irlo metiendo en vereda, sobresaliendo un par de tandas por el pitón derecho, el mejor del novillo.

Sin embargo, a tenor de cómo se vivió la faena en el tendido, no se generó la sensación de faena redonda, por lo que tras fallar con la espada y escuchar un aviso, el balance solo fue de palmas.

Paulo Campero entró al cartel en sustitución de Valente Alanis, y cerró el festejo con un novillo al que recibió con una larga cambiada de rodillas, mismo procedimiento que siguió para abrochar su saludo con el capote.

Estuvo voluntarioso, incluso clavando banderillas, y en el último tercio batalló contra el viento y las condiciones del novillo, al que había que obligar al inicio del trasteo y que después habría de echarse en mitad de la faena. En el intento de sacar más pases de donde ya no los había, alargó la faena y escuchó un aviso aún antes de tirarse a matar. Al final fue aplaudido tras estar breve con el acero.