De hinojos fue el saludo de El Zapata a "Futurista", lidiado en cuarto lugar, primero en la zona de las tablas con dos largas cambiadas, y luego en los medios, con dos faroles. Muy breve fue el encuentro del toro con el picador, seguido del aún más breve segundo tercio con tres pares de banderillas colocados en menos tiempo de lo que lo menciono; un par monumental, un par al violín y el tercero al cuarteo, los tres arriba, en el llamado "tres en uno". La gente respondió con fuerte ovación y el matador, ante el entusiasmo de la concurrencia, dio la vuelta agradeciendo las palmas.

Un molinete en los medios fue el prólogo a su labor de muleta, en la que hubo poca ligazón y trascendencia, antes de colocar un espadazo casi entero, y desprendido, que tardó en hacer doblar el cárdeno. Aun así, hubo petición de oreja y le fue concedida.

Ante el primero de la tarde, y con algo de viento en contra, El Zapata echó el capote abajo y el toro acusó un calambre que fue desapareciendo luego de ser picado. El propio matador banderilleó con habilidad, y más tarde, muleta en mano, con el viento molestando, la faena quedó leves intentos. Mató de una estocada delantera, casi entera, y escuchó palmas.

Arturo Saldívar lució lanceando a la verónica a un precioso cárdeno claro que cumplió en varas, y que, instantes más tarde, les apretó a los banderilleros. En los primeros compases de la faena, el de De Haro perdió las manos, lo que obligó al hidrocálido a llevar el engaño a media altura en estimables momentos por ambos pitones. Rubricó su labor de una gran estocada para llevarse un merecido apéndice.

Con su distraído segundo, la labor capotera de Arturo fue muy escueta, llevándose la ovación más fuerte los banderilleros Héctor García y Ángel González, que se lucieron al clavar y fueron llamados a agradecer al público en el tercio. Hubo algunos intentos de Saldívar por ligar los pases, quizá sin la determinación requerida y escuchó un aviso tras pinchar.

El sexto dio mejor juego correspondió al peruano Joaquín Galdós que a medias se sacó la espina, lances de tanteo bien ejecutados y verónicas que le jalearon. Peleó más el de De Haro en el peto que otros de sus hermanos, tras lo cual la peonería volvió a lucir con los palos. 

Comenzó la faena con doblones, aprovechando bien las buenas embestidas de "Aprendiz", ante el que trazó naturales y algunos pocos pases con la derecha. Acertó con la espada al primer viaje y fue premiado con una oreja, y fue así de esta manera como terminó de congraciarse con el público, que lo había abroncado en el tercero.

A ese toro, el primero de su lote, Galdós apenas le dio dos lances de trámite y, a partir de ese momento, no lo quiso ver; fue llevado al caballo de Paco Salinas, que le dio a llenar hasta en cuatro o cinco ocasiones, haciéndolo sangrar hasta la pezuña con el disgusto y la reprobación general de la gente, que se puso de uñas.

El coleta sudamericano no intervino más con el capote; vinieron los banderilleros a dar un mal espectáculo, rejoneando a pie y aumentando el disgusto del público. Luego, la faena se compuso de tres trapazos de Joaquín, que se metió al callejón negándose a matar al toro por un supuesto defecto visual del animal, que entró rápido a toriles casi en cuanto le abrieron la puerta tras sonar los tres avisos para el torero y la consiguiente bronca.