Regresó Alejandro Talavante a la plaza "La Luz" de León y volvió a dejar constancia de su concepto del toreo, recio y a la vez con mucha inventiva, en tarde donde la espada le arrebató un triunfo grande a Diego San Román y El Payo lamentablemente no pudo lidiar los dos toros de su lote, tras llevarse un fuerte golpe cerca de la zona ocular al pasaportar a su primero.
Talavante sorteó en primer lugar un toro muy suelto de salida, al que saludó con templados mandiles con el capote. En la muleta solo pudo esbozar detalles de su calidad, debido a las condiciones muy justas de fuerza del de Julián Hamdan. Tras un pinchazo y tres cuartos de espada fue silenciada su labor.
Mejor suerte le deparó el sorteo con el cuarto, con el que no se pudo acomodar del todo a la verónica, aunque hubo un bello remate con la rodilla flexionada. El toro llegó embistiendo con clase aunque con la fuerza justa, y Alejandro lo toreó con mimo desde el inicio, en un trasteo plagado de detalles de improvisación, como afarolados o trincherillas, y en series muy templadas por ambos lados.
Tras un final por manoletinas dejó un espadazo entero pero muy desprendido, que no fue impedimento para que la gente solicitara la concesión de la oreja. El palco, generoso, otorgó la segunda oreja, que fue protestada ruidosamente por la concurrencia, razón por la cual Talavante entregó los trofeos a la cuadrilla, y ahora sí, disfrutó la vuelta.
Lidió en sexto lugar el que hubiera sido corrido en quinto lugar, el segundo del lote de El Payo, al que saludó templadamente a la verónica y remató soltando una punta del capote con la mano muy baja. Tras el breve encuentro del toro con el picador, quitó Alejandro por chicuelinas. En la muleta estructuró otra faena con mucha inventiva, sobresaliendo, además de los adornos, series muy templadas de naturales, siendo el izquierdo el mejor lado del toro, ya que por el derecho resultó áspero. Fue aplaudido tras concluir la lidia de una media tendida y un golpe de descabello. En varios momentos Talavante dio la impresión de haber recuperado esa frescura, aderezada con sobriedad, que caracterizaron su toreo antes de la pausa voluntaria en su carrera.
Y quien se llevó el gato al agua con una faena muy intensa fue Diego San Román, que literalmente enloqueció los tendidos de "La Luz" con una faena de mucho valor ante el toro mejor presentado del encierro. De salida lo recibió con una larga cambiada de rodillas, y ante la condición suelta del toro, lo hizo quedarse en el capote al torear por chicuelinas. De inicio, con la muleta se pasó los pitones a milímetros de la casaquilla con dos pases cambiados por la espalda, tras lo que dio paso a un par de series muy templadas de derechazos, llevando larga la embestida.
Sin embargo se apagó pronto el toro y comenzó a buscar al torero, ante lo cual respondió San Román con un auténtico arrimón, desdeñando los parones, las dudas y que los pitones le acariciaran las pantorrillas. Con el público puesto en pie durante varias series de muletazos, el triunfo de orejas se vino abajo tras varios pinchazos y una estocada entera y perpendicular, aunque no así el reconocimiento de la gente, que le pidió dar la vuelta con mucha fuerza. Y fue premonitorio el nombre del toro, "Gallo Joven", en clara alusión a la actitud y expectativas puestas en el torero queretano.
Lidió en quinto lugar al que hubiera sido soltado en sexto lugar, un toro gazapón en el último tercio y con un pitón izquierdo infumable. Se inventó la faena, y aunque parecía labor imposible, Diego no se vino abajo y porfió hasta que hizo que la gente entrara a la faena. Dejó un espadazo entero y trasero y la gente sacó los pañuelos, aunque en esta ocasión la petición fue denegada, por lo que dio otra vuelta al ruedo.
El queretano con más galones en el cartel, Octavio García "El Payo", tuvo una tarde aciaga al sufrir un percance al concluir la lidia del primer toro de su lote. De salida el de Julián Hamdan fue protestado por su presencia, aunque Octavio consiguió que los aficionados bajaran la intensidad de la protesta con un templado recibo por verónicas. El toro llegó áspero y embistiendo a media altura a la muleta de El Payo, quien consiguió series meritorias por ambos lados, sobre todo muletazos ayudados por el lado izquierdo, que tuvieron extensión.
Al entrar a matar recibió un derrote a la altura del ojo izquierdo y fue cogido por la faja durante algunos segundos, yéndose dolorido por el golpe en la cara hacia la barrera, para ser conducido a la enfermería, de donde ya no salió al ruedo sino al hospital para ser revisado más exhaustivamente. Alejandro Talavante pasaportó finalmente al toro de un golpe de descabello.