La corrida de Corlomé prometía emociones, no en vano se ha caracterizado por ser una ganadería que todavía conserva, en buena medida, la sangre fundacional procedente de Matancillas-La Punta (la simiente de aquel ganado de Parlade, vía Campos Varela y Gamero Cívico, aunque ya inexistente en México en su estado puro), y por eso había un interés particular en verla lidiar en la Monumental de Aguascalientes.
Y si bien es cierto que en ocasiones esta divisa jalisciense, propiedad de Sergio Lomelí, se ha visto marginada, hoy demostró que vino a reivindicar su valía y a convertirse en una opción viable para lidiar más toros en corridas de cierta responsabilidad.
Al final, este toro bravo llamado "Coloso", número 55, negro, con 465 kilos, corniapretado, embistió por derecho desde que apareció en el redondel, y acalló, con su emotivo juego, el atisbo de aquellos que lo protestaron. Porque cuando un toro es bravo provoca miedo, y luego de que Adame lo toreó con enjundia de capote, lo llevó al caballo con chicuelinas al paso, el toro se le arrancó de largo en el cite para el primer péndulo.
Pero tuvo Gerardo tan mala fortuna de ser tropezado por el toro con los cuartos traseros en el segundo péndulo, y cayó sobre la arena y quedó a merced de "Coloso", que lo buscó humillado, con celo, pegándole una dramática paliza en la que, inclusive, le apuntó con un pitón en el cuello.
Dolorido y maltrecho fue levantado con urgencia y preocupación por las asistencias, y una vez que lo revisaron someramente en el patio de cuadrillas, y lo despojaron de chaquetilla y chaleco para que pudiera respirar, volvió al fragor de la lidia para hacer una faena muy emocionante, en medio de la algarabía de la gente que se le entregó sin reserva.
"Coloso" no desarrollo sentido, luego de haber hecho presa, sino que embistió con calidad, humillado, rebozándose al salir de cada muletazo y con una profundidad producto de su raza. De esta guisa que la labor de Gerardo, así de golpeado como estaba, tuvo un gran mérito porque se notaba que apenas y podía jalar aire al respirar, y que se llevaba continuamente la mano a costado donde sufrió los golpes más severos.
Esa épica protagonizada por el hidrocálido mantuvo su nivel artístico, que nunca decayó, y si la faena no fue larga porque Adame no estaba en condiciones de prodigarse en extensión, sí que lo hizo en expresión, pues hubo un momento en que se abandonó y toreó con el alma, ya cuando la gente había estallado en júbilo.
A la hora de perfilarse para entrar a matar, se fue detrás de la espada con tal determinación, que ejecutó una magnífica estocada en la que el toro salió prácticamente muerto de la mano y rodó sin puntilla en cuestión de segundos. Entonces, la plaza se pintó de pañuelos blancos en demanda de las dos orejas que le fueron concedidas de inmediato.
Con el rictus de dolor en el rostro, disfrutó una vuela al ruedo con un sabor especial, y hasta se dio el gusto de invitar al ganadero Sergio Lomelí y su hijo a acompañarlo, y eso fue un gesto de reconocimiento hacia el toro, que vino también a honrar al torero.
Consciente de que no podía marcharse de este compromiso con las manos vacías, el tercer espada del cartel, el prometedor José María Hermosillo, se vino arriba con el sexto, no obstante que, en ese preciso momento, comenzaron a soplar unas fuertes ráfagas de viento que lo obligaron a torear con la muleta muy por abajo, despatarrado y firme, a un toro noble, un poquito flojo, que fue un dechado de nobleza.
Y así le dio pases lentos, suaves, aguantando al viento y también ver venir al toro paso a paso, recreándose en los pases de pecho, los redondos y los ayudados, sin importar que el viento seguía entrometiéndose en una faena importante que remató de unas estrujantes bernardinas, previas a un pinchazo y estocada, para ser premiado con una merecida oreja, dadas las circunstancias a las que se tuvo que enfrentar.
Calita estuvo en torero toda la tarde, y al primer toro del festejo, que fue otro de los ejemplares con posibilidad para el lucimiento, le hizo una faena sobria, estructurada y meritoria, en la que toreó con pulso y suavidad, colocándose bien entre los pases, pero quizá infravalorada por un público que apenas iba llegando a la plaza y aún no entraba en la atmósfera de la corrida.
A pesar de ello, Ernesto se afanó en hacerle las cosas por nota y luego de una estocada entera, y desprendida, nadie le pidió la oreja que bien valía lo que había realizado. La ovación que saludó en el tercio supo a poco.
En el cuarto, que fue un toro complicado, pero sin demasiados problemas, estuvo centrado hasta que el toro comenzó a cortar un poco el viaje y decidió abreviar para redondear una tarde interesante que habla de sus avances.
El único toro que no tuvo entrega ni transmisión fue el tercero, primero del lote de José María Hermosillo, pues dobló contrario varias veces en el saludo capotero. Luego hizo otro tanto en la muleta, con una actitud huidiza delante de la que el hidrocálido no pasó de estar entregado y con deseos de agradar, pero sin eco en el tendido debido a la falta de bravura del toro.
Después de haber permanecido un rato largo a la espera de que Hermosillo concluyera su faena, Gerardo Adame regresó al redondel para recibir el codiciado trofeo de la Oreja de Oro, que recibió de manos de los matadores Francisco Dóddoli y Juan Luis Silis, directivos de la Asociación Nacional de Matadores, que debieron sentirse orgulloso de ver cómo Adame, el valiente y sufrido torero de dinastía, ganaba su cuarto trofeo áureo de su vida, una marca difícil de igualar y muestra de que, en esas tres ocasiones anteriores, tanto como hoy, siempre ha dado la cara con valentía y capacidad.
Ficha Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Segunda corrida de feria. Oreja de Oro. Un cuarto de entrada, en tarde calurosa, con algunas ráfagas de viento a partir del 6o. Toros de
Corlomé, correctos en presentación, en tipo, de juego variado, de los que destacaron 1o. y 5o., sobre todo éste último, por bravo y con buen fondo de nobleza, premiado con arrastre lento. Pesos: 518, 470, 484, 520, 465 y 531 kilos.
Ernesto Javier "Calita" (gris acero y oro): Ovación y palmas.
Gerardo Adame (negro y azabache): Palmas y dos orejas.
José María Hermosillo (azul marino y oro): Palmas y oreja. Incidencias:
Adame pasó por su propio pie a la enfermería, al terminar la lidia del 5o., para ser atendido de un fuerte golpe en el hemitórax izquierdo, con posible fractura de costillas. Al finalizar el paseíllo se rindió un merecido homenaje al subalterno retirado
Vicente Esparza, por haber cumplido 30 años como delegado de la Asociación Nacional de Matadores. Destacó en banderillas
Edgar Camacho, que saludó en el 2o.