No es tan frecuente en el escalafón taurino mexicano encontrar chavales que sigan avanzando a pesar de los triunfos y tengan la capacidad de ir puliendo sus defectos, para así exaltar sus virtudes. Un divino tesoro de la novillería actual es, sin duda, Sebastián Ibelles.
Y si con anterioridad ya había dejado constancia en este mismo coso monumental, la noche de este viernes obtuvo el rotundo triunfo que venía anhelado y con toda justicia fue izado en hombros, aunque algunos villamelones le hubieran pitado, quizá ya alegres por los efectos del alcohol.
También debemos destacar el juego de los novillos de Vistahermosa. Aunque con matices distintos, los seis astados ofrecieron prestaciones, más allá de la poca fuerza que demostraron,en lo que parece un mal general del campo bravo mexicano.
Ibelles pulseó magníficamente las enclasadas acometidas de su primero, de tal suerte que engarzó muletazos impregnados de un temple que llama la atención. La lidia fue por nota, así como la estocada, por lo que paseó un apéndice de gran valor específico.
Con garbo toreó a la verónica al quinto de la función nocturna, para luego serle paciente en la muleta y consentirle hasta extraer el fondo del de Vistahermosa. El trasteo fue clásico, pero bien aderezado con adornos como los desdenes, y de nueva cuenta mató de buena manera para llevarse un segundo trofeo.
La semana pasada, Yussef Hernández Medina se lanzó de espontáneo para pedir una oportunidad... y hoy la justificó con creces. Con la simpatía del público, el yucateco anduvo variado con capote y banderillas frente a su primero, para luego darse a torear con buena dosis de clase y cortar una oreja después del estocadón.
Volvió a mostrarse animoso frente al que cerró el festejo, al que también le colocó los garapullos. No obstante, la faena fue de más a menos, y a la postre escuchó ligera división de opiniones al ponerse pesado con el uso del acero. Más allá de esta circunstancia, es refrescante que un novillero tenga el valor de solicitar una chance, y salga a demostrarlo. ¡Palmas para Yussef!
Grato sabor de boca dejó el hispano Francisco de Manuel, gracias a la verticalidad de su toreo. Sorteó dos enemigos de buena condición y, aunque se notó un poco que no está habituado al ganado mexicano, regaló pinceladas de buen gusto taurómaco, así como pureza en sus procedimientos. A decir verdad, la espada le privó de un trofeo en su segundo turno.
Como reflexión final de esta entretenida novillada, quedará el divino tesoro novilleril que encontramos en Sebastián Ibelles, uno de los nombres más relevantes de nuestra baraja.