Lo de Arturo Saldívar ya se veía venir desde hace tiempo. Y hoy explotó en la feria de su tierra, en Aguascalientes, donde tuvo una actuación solvente y torera, que derivó en el indulto de un bravo toro de la ganadería de San Miguel de Mimiahuápam. De tal forma que este triunfo representa un gran resultado.
La tarde no había sido fácil para la terna porque los toros, salvo el segundo y un poco también el tercero, no habían redondeado sus embestidas, hasta que saltó a la arena el sexto, de nombre "Amor Infinito", al que Saldívar le dio una lidia vibrante desde el comienzo, pues toreó a la verónica con cadencia y luego le hizo un quite combinado de chicuelinas y tafalleras.
Y tras ese trepidante inicio de faena, compuesto de varios péndulos, toreó en redondo con largueza y temple, siempre muy enfibrado, girando en los talones, y haciendo lucir mucho al toro, que fue siempre a más y terminó desarrollando una embestida boyante, algo que ya se ve poco en la actualidad en los ruedos de México.
La emoción de la gente creció a la par del trasteo, que fue acompañado con los festivos acordes de "Pelea de gallos", lo que supuso el clímax de un trasteo muy emocionante que Arturo supo llevar a buen término y con inteligencia y un dejo de colmillo, también, para propiciar este merecido indulto.
Un sector del público no estuvo de acuerdo con la decisión del juez de plaza, y protestó el perdón de la vida para el toro. Quizá se debió a la forma, un tanto precipitada, en que se desenvolvieron los hechos. Sin embargo, al final nos debemos quedar con la actitud del torero y la bravura del toro, y está bien que tampoco falte la polémica, desde luego, que es una parte esencial de la Fiesta Brava.
También al primer ejemplar de su lote le hizo una faena sobria, valiente, importante, en la que toreó con despaciosidad y aguante, a un toro que tuvo nobleza, y al que había que tirar de él en cada uno de los muletazos, mismos que ligó con autoridad en un palmo de terreno.
Así que el conjunto de la actuación de Arturo Saldívar fue magnífico, lo que hacía albergar esperanzas para que su carrera tenga una oportuna plataforma de relanzamiento, y qué mejor que sea desde esta plaza, en la Monumental de Aguascalientes, donde parte del público lo trató con cierta dureza y sin la entrega suficiente.
Sebastián Castella cuajó unos magníficos muletazos con la izquierda al primer toro de su lote, que fue otro de los que embistieron por derecho el día de hoy.
Con el colorado corrido en quinto lugar no pudo hacer casi nada, pues fue un toro que se paró demasiado pronto y se defendió. Quizá por ello tomó la decisión de regalar un sobrero de la misma ganadería que se movió pero sin ritmo, lo que obligó a Sebastián a aplicarse en el temple y el trazo de cada uno de los muletazos, algunos de los cuales le resultaron enganchados. A pesar de ello, el torero francés mostró su habitual entrega y, por momentos, consiguió entusiasmar al público, que ya se había vaciado con la faena de Arturo Saldívar.
Antonio Ferrera hizo una faena muy para él al cuarto toro de la tarde, un ejemplar cárdeno, veleto, no fácil, con el que estuvo mucho tiempo intentando ver si el toro rompía a embestir. Y en ese afán consiguió ejecutar pases con suavidad e inspiración, de la misma manera que lo había conseguido con el ejemplar que abrió plaza, un toro que tampoco fue fácil y le exigió una colocación muy precisa para poder ligarle los muletazos.
En sus dos intervenciones, el torero extremeño se entregó sin miramientos y buscó encontrar en las vueltas a esos dos ejemplares con los que hoy sólo pudo bosquejar algunos detalles de su característica y sensible tauromaquia, con la que el público mexicano ya está identificado.
Al final de la corrida, la gente salió contenta, luego de disfrutar de una tarde con muchos matices, muy interesante, que deja las puertas abiertas a la emoción de cara a las dos corridas que todavía le faltan a este primer bloque continuado de festejos en la monumental.