La tarde se presentaba cuesta arriba desde antes de comenzar el festejo, pues otra vez la lluvia se entrometió y los barruntos de tormenta ahuyentaron al público en otro festejo pasado por agua, donde una pertinaz llovizna terminó por calar a todo mundo hasta los huesos.

Si a ello sumamos el descastado juego de los toros de La Playa, la segunda corrida de la feria zacatecana se convirtió en un martirio que los toreros, cada uno con su estilo y buena voluntad, intentaron paliar para congraciarse con esos fieles aficionados que bien merecen que les levante un monumento.

De esta tarde aciaga podemos resaltar la entrega, variedad y mentalización de Jorge Delijorge, que demostró una nueva actitud que al final tuvo recompensa: pues gano, aunque con cierta polémica, el codiciado Escapulario de Plata de la Virgen del Patrocinio.

Y es que numéricamente hablando, Jorge empató con su paisano, César Montes, al haber cosechado ambos una oreja por coleta, la de éste últimoun tanto benévola. Sin embargo, el conjunto de la actuación de Delijorge sobrepasó con creces lo realizado por Montes, así éste haya llevado un nutrido grupo de amigos que le pidieron con fuerza el trofeo en disputa.

Delijorge mantuvo una firmeza digna de alabanza con un lote manejable, si acaso el más potable de un encierro que ofreció escasas oportunidades de lucimiento.

Al primero lo toreó muy buen a la verónica; lo llevó al caballo con tapatías y le hizo un quite por crinolinas, antes de ejecutar una faena sobria y valiente en la que expuso de sobra. Mató de una certera estocada, la mejor de la tarde, y le entregaron el apéndice.

Su faena al sexto también mantuvo un nivel óptimo de entrega, y al toro, quizá el más serio del encierro, le robó naturales de magnífica factura. A la hora de matar –tenía otra oreja ganada a pulso– señaló un pinchazo antes de colocar la estocada definitiva, y eso fue lo que al final creó la confusión entre el público.

Aunque esa duda nunca se suscito en los empresarios, que se basaron en argumentos reales, y no sólo el corte de las orejas, para conceder, con justa razón, el Escapulario a Delijorge. Este será un trofeo que abre una nueva esperanza para el toreo de Zacatecas. Y ojalá que Jorge no se aparte de ese camino.

Montes estuvo voluntarioso toda la tarde y se afanó en agradar, aunque sus procedimientos no tuvieron la continuidad deseada. Cabe destacar su entusiasmo y algunos pasajes sueltos de sus dos faenas, así como determinados pares de banderillas al violín, suerte que le sale con facilidad.

Israel Téllez pechó con un lote infumable, lo mismo que Juan Chávez. El esfuerzo desplegado por ambos se estrelló contra un muro, y tuvieron que conformarse con solventar la papeleta con profesionalidad y entrega. Ahí no había nada por hacer.