Constató Pablo Hermoso de Mendoza el gran imán taquillero que conserva en la plaza “La Luz”, ya que tras un año de ausencia de esta feria, al conjuro de su nombre volvió a darse un lleno tumultuoso en los tendidos del coso leonés. Tuvo oportunidad Pablo de obtener un triunfo clamoroso, sin embargo el rejón de muerte le privó de obtener algún apéndice, y en cambio quien aprovechó el ambiente festivo en los tendidos y se convirtió en el triunfador fue Arturo Macías, que abandonó la plaza en hombros.

Su primero fue un dechado de nobleza, quizás excesiva, y Arturo lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas que de inmediato calaron en los tendidos, igual que un lento quite por gaoneras en los medios aprovechando la suavidad de la embestida. El toro llegó obedeciendo los toques en el último tercio, aunque faltó ese punto de emoción en la embestida. Epilogó el trasteo Arturo con naturales de rodillas que terminaron de caldear el ambiente, previo a una estocada entera y trasera que retardó que el toro doblara. Para Arturo las dos orejas y arrastre lento al toro, premio que se antojó excesivo ante la falta de emoción en la embestida del de Bernaldo de Quiros.

Repitió la dosis Arturo en el quinto, al que recibió de rodillas cerca de la puerta de toriles, pegando varias largas y chicuelinas ya de pie, misma suerte que repetiría en el quite tras un tercio de varas de mero trámite. Con la muleta inició de rodillas y el toro se vino pronto a menos, con tendencia a irse a las tablas. Recurrió entonces al toreo de cercanías y ya hacia el final ligó un par de dosantinas que volvieron a granjearle la entrega del tendido, que estuvo toda la noche volcado con el torero hidrocálido. Tras una media desprendida llegó la tercera oreja para su espuerta.

Otra oreja cortó Armillita IV ante el tercero, al que recibió de hinojos aunque resultó un toro soso y al que le faltó transmisión en la embestida. Estuvo largo rato en la cara y la gente, en ese ambiente festivo mencionado anteriormente, le reconoció el esfuerzo tras una estocada entera apenas desprendida, pidiendo la concesión del trofeo.

El sexto fue el peor con diferencia del encierro, agarrado al piso y sin ritmo cuando se decidía a embestir. Lo intentó Fermín pero no había mucho por hacer, y tras pasaportar de media estocada escuchó palmas.

Cuando menos un par de trofeos pudo obtener el responsable del entradón, Pablo Hermoso, ya que logró cuajar dos faenas de alto nivel aprovechando las buenas condiciones de los toros que le correspondieron, especialmente el primero. Con éste, de buen son, destacó en el galope a dos pistas y dos pasadas por dentro con poco espacio entre el toro y la barrera. Sin embargo mató de un pinchazo muy trasero y caído y hasta la tercera oportunidad dejó un rejón trasero que fue suficiente, perdiendo los trofeos y escuchando palmas. El toro pasó de noche para el palco y la mayoría de asistentes.

El cuarto también tuvo buenas condiciones, con menos brío pero también bueno para las cabalgaduras. Cuajó Pablo otra faena completa, destacando las vueltas a dos pistas con el caballo alternando la grupa, que pusieron al público de pie. Varios pinchazos precedieron a un rejón muy trasero, lo que le impidió nuevamente cortar alguna oreja y le hicieron escuchar algunas protestas, aunque mayoritariamente palmas, ya que obviando el desempeño con el rejón de muerte, Pablo brilló a gran nivel.