Suave, despaciosa y detallista, en definitiva impregnada con aroma de mujer, fue la actuación de Lupita López la noche de este viernes en la Plaza México, donde le cortó una oreja a un buen ejemplar de Claudio Huerta que, aunque no terminó por durar demasiado, fue ese toro como para andar a gusto.

Pocas veces habíamos visto a la yucateca tan centrada y suelta en el redondel. Así lo dejó en claro desde que se abrió de capa y brindó después un pulcro quite por gaoneras, en el que combinó una caleserina. Con el público a su favor, inició el trasteo pegada a la barrera y con una rodilla en tierra.

De a poco se fue ajustando Lupita y, cuando acertó en la colocación precisa, toreó sabroso con la muleta en la diestra y ralentizó los trazos aprovechando la clase de su colaborador, aunque en series no muy extensas dado que se percató de su poco fuelle.

La faena no fue larga ni siempre ligada, pero sí tuvo buen contenido, y la torera consintió al astado ya hacia la recta final de su labor. Ligeramente caída fue la estocada conseguida, ejecución en la que fue prendida y sufrió golpes contusos en la cadera. Más allá del dolor, una amplia sonrisa la acompañó en la vuelta al ruedo paseando el trofeo otorgado a petición mayoritaria.

Estoico le resultó a Gerardo Adame el quite por saltilleras con el que declaró sus intenciones ante la afición capitalina. De inicio parecía que el ejemplar sería muy bueno, pero tuvo poco fondo y casta, y terminó por rajarse, modificándose así las circunstancias de su lidia.

Gerardo regaló muletazos de buen acabado y, acto seguido, tiró de arrestos para acortar distancias e intentar el triunfo, en un esfuerzo que tuvo mucho mérito. Luego de sufrir un arropón, remató de una estocada de efectos lentos y dio una vuelta al ruedo al no ser concedida la oreja que se solicitó.

Alfredo Gutiérrez estuvo por encima del primer toro de lidia ordinaria, ya que éste era ciertamente deslucido y tenía guasita. Siempre firme, con el manejo certero de alturas y distancias, consiguió el tapatío pasajes de toreo recio pero en los que brotó también empaque, haciendo ver mejor al astado de lo que era.

Más allá de no conseguir el triunfo, debido a que el toro se levantó al sentir la presencia del puntillero y tuvo que hacer uso del descabello, de nuevo mostró Gutiérrez que es un torero maduro y con una trayectoria que merece formar parte de carteles dentro de cosos de importancia y en combinaciones de mayor relieve.

El último toro de la noche comenzó incierto y acudía sin mucho ritmo, pero después rompió a bueno en la muleta. Sin ser extraordinario, tuvo movilidad y transmitía en el engaño de un Salvador López que eslabonó trazos con sabor, sobre todo cuando él mismo se centró después de una fuerte voltereta que sufrió en un descuido.

A destacar una ligada serie por templados naturales y otra más por derecha, que constituyeron los momentos de mayor categoría en una faena a la que quizá le faltó terminar por romper. Poco más de media estocada fue suficiente para que el capitalino cosechara aplausos, mientras que algunos aficionados se quedaron con el juego del toro.

Oliver Godoy no tuvo suerte delante de un serio ejemplar que, sin embargo, se desfondó en el tercio mortal y prácticamente no se empleó en pase alguno, haciendo inútiles los esfuerzos del torero nacido en Guadalajara, al que hay que apuntarle una “palomita” por el tesón mostrado la fría noche de este viernes.

Hubo momentos interesantes en la faena de Juan Fernando, sobre todo al torear por derecha; no obstante, el toro vino a menos. Una pena que la digna actuación del regiomontano se vio empeñada al no ser efectiva la desprendida estocada  y que incluso el puntillero levantara al toro. Muy pesado se puso con el descabello y escuchó tres avisos. Ante la imposibilidad de que  regresará a los corrales, el de Claudio Huerta fue apuntillado desde la barrera, en algo permitido por el reglamento en casos como el de hoy.

El rejoneador colombiano Andrés Rozo tuvo una actuación de altibajos y no mucha estructura  ante uno de Cuco Peña al que había que llegarle muy a la cara, pero que respondía con buen tranco si se le lidiaba con corrección.
 
Los Forcados Mexicanos reaparecieron en una corrida tras 17 años de ausencia en esta plaza y le echaron valor, pero lograron la pega hasta el tercer intento pues, como el toro tenía una distancia muy corta, había que llegarle mucho a la cara y daba poca oportunidad de medirle. A la postre, el caballista se "autoinvitó" a salir al tercio, pese a que hubo más silencio que aplausos cuando concluyó.

De esta manera terminaron las corridas de oportunidad y la oreja conseguida hoy por Lupita López fue la única de los cuatro festejos, en un formato que bien podría replantearse y estructurar tercias con los toreros que tengan los recursos necesarios para pisar el coso de la capital mexicana.