Vaya tarde de toros. El clima soleado, pero benévolo. Una ambiente inmejorable en los tendidos a reventar, tanto de público, como de mujeres bellas –benditos San Miguel y Los Altos de Jalisco. Expectación de muchos aficionados que no querríamos perdernos un cartel redondo. Y vaya que disfrutamos un kilométrico festejo en el que, a pesar de que los toros no ofrecieron a plenitud el juego deseado, las actitudes de responsabilidad, celo y torería de los actuantes llenaron nuestra tarde de toros. Bien. Como dijo Jack el descuartizador… “vámonos por partes”.
Al rejoneador Emiliano Gamero ya se le ha hecho un hábito triunfar, una tarde sí y otra también. Hoy le correspondieron un par de toros que le presentaron condiciones disímbolas de lidia; con los dos tuvo los recursos suficientes para salir avante y brindarse a plenitud y así cosechar el reconocimiento de una tierra que si bien sabe de muchas cosas, de caballos conoce aún más.
El primero de su lote, del hierro de Pablo Moreno, de inicio embistió con celo a las cabalgaduras del torero en un rejón de castigo. En banderillas le exigió aún más, sin embargo, Gamero se veía que disfrutaba el dejarse llegar los pitones muy cerca y así, entre un espectacular toreo con la grupa y pares al quiebro en las barbas de "Navegante", culminó metido en tablas con su enemigo para tirar de él y cuajar dos viajes al violín.
Sin retirarse del ruedo acompañó la actuación de los Forcados de Querétaro. Ismael Rodríguez "Carmona" enceló y templó de gran manera al toro, para lograr una pega al primer intento. El rejoneador cerró su labor con tres banderillas cortas para abrochar su faena con una estocada que le valió la primera oreja de la tarde.
Un ejemplar de Puerta Grande fue el que lidió en segundo sitio de su actuación. "Profe" de nombre, no tuvo los atributos del primero del rejoneador; porque embestía a oleadas, pero el torero no tuvo empacho en prodigarse, para conectar –otra vez- de manera importante con el público. Quiebros, recortes, toreo por dentro y desplantes muy del gusto de los tendidos permitieron que, tras una estocada certera "Profe" se derrumbar frente a Emiliano Gamero, quien de rodillas esperó la muerte del de Puerta Grande para meter en su espuerta, dos apéndices y hacerse merecedor de su enésima salida a hombros.
Los forcados realizaron una pega espectacular al segundo intento. Cuando Fernando Montoya se prendió, el toro pegó un derrote hasta las nubes, pero aguantó el embate hasta el final.
Qué gratificante es ver un torero como Octavio García "El Payo". Está convertido en un matador de toros con toda la barba. No hay para él, condiciones de lidia adversas. Hoy le correspondieron dos toros y uno de regalo que habrían desanimado a cualquier espada sin los arrestos del queretano. "Puro corazón", de Medina Ibarra, lidiado segundo de la tarde fue bravo, pero no fácil. En los lances de recibo, se ceñía por ambos lados y a base de aguante lo fue desengañando.
Luego del tercio de varas apretó a las infanterías y en la muleta El Payo le bajó fuerte la mano para corregir los derrotes secos que tiraba al final del muletazo. Cuando el recorrido fue menos amplio, con inteligencia le atrasó la muleta para obligarlo a pasar en pases templados, y bien colocado en el sitio recogerlo para hilvanar el siguiente. Cabe resaltar que la parroquia no valoró a cabalidad el trasteo. Un pinchazo y una entera para escuchar palmas.
El segundo de su lote, quinto en el orden pintó de maravilla. Incluso, con tanto celo que al acudir a los lances de recibo, se clavó en la arena para dar una voltereta. Inolvidable embistió con fuerza en verónicas con temple, de manos bajas y acompañamiento de cintura. Cuando lo citó el piquero, Efrén Acosta peleó de firme para propinarle, a pesar del duro castigo, un tumbo espectacular que nos hizo temer un desenlace poco deseado; por fortuna todo quedó en fortísimo golpe que no le impidió montar de nuevo y concluir la suerte de varas.
Para iniciar el trasteo, el queretano se fajó con el de Medina Ibarra hasta que, de nuevo, clavó los pitones en la arena para quedar el toro en una posición vertical por segundos interminables, con todo el peso encima de su cuello que, ahora sí, lastimaron severamente a su enemigo. Todavía intentó hacerse de él, pero el daño era muy serio. la bravura exigía al astado a embestir, pero la lesión –seguramente der columna– nos privó de ver lo que apuntaba a ser una gran astado. Se fue tras la toledana, para dejar un espadazo atravesado que caló. El banderillero Luis Alcántar, en su afán por extraer el acero terminó entablerado y el toro lo prendió contra las tablas y a punto estuvo de pegarle una cornada de fatales consecuencias. Susto grande para todos. Un pinchazo y una entera.
Vino el de regalo, también del hierro de Medina Ibarra. La verdad sea dicha, nos desanimó el ver que era menos que sus hermanos. Lo bueno es que, ni el torero ni el público nos acompañaron en esta apreciación. A cambio de eso, el toro ofreció una lidia muy interesante que además permitió ver una faceta más del rubio queretano. Octavio García le aguantó en lances a la verónica rematadas con media de pintura por partida doble enredado el burel a la cintura.
Llegó su enemigo con fuerza a la muleta para que el torero nos deleitara con un emocionante toreo por bajo de mucho sometimiento. El Payo estaba muy entregado, a pesar que el recorrido no era prolongado que digamos. Tan metido estaba que terminó en los lomos de Tipazo, pero no estaba el espada para nimiedades. Se entregó aún más para cuajar series estupendas por ambos lados. La culminación fue una entera y el corte de un trofeo.
André Roca Rey es un torero que va a encajar en el gusto de la afición de México y, con buen tino, pronto vamos a verle muy bien colocado en nuestro país. Espigado, con percha, de toreo largo, muy templado y con buen gusto. Nos llamó la atención que mucha gente del tendido ya lo identificaba.
No me refiero a la gran cantidad de aficionados, a esos que estamos al pendiente de lo que sucede en las temporadas de los diferentes países del orbe taurino. Me refiero a público en general; el listado de los de hueso colorado era muy amplio. Todos en la coincidencia de ver si el león es como lo pintan. Y sí. No tuvo una mañana afortunada que digamos, en el sorteo; pero como a los toreros buenos, eso era pecata minuta… o como se escriba.
Tiene carisma para repartir, compartir y prestar. Más que templar pareciera que embruja a los bureles. Con todo y eso, el que no va a embestir, no va a embestir. Con "Gran Amigo", del hierro titular, se abrió de capa por chicuelinas rematadas con un manguerazo de Villalta. Realizó un quite combinado muy vistoso por tafalleras y caleserinas con las que rubricó su tarjeta de presentación. A estas alturas, ya tenía el público en el bolsillo.
Luego de solicitar la venia y brindar al público de la preciosa plaza de cantera rosa, "Carmelo Pérez", inició con toreo por alto y rematar la serie con un trincherazo. Siguió por bajo, cambio de mano por delante y el de pecho con mucha hondura. Se fue al centro del ruedo par ejecutar otra serie por derecha culminada con larguísimo de pecho. La siguiente serie comenzó con una vitolina y rematada con otro cambio de mano.
Cuando "Gran Amigo" se quiso desentender, Roca Rey no se lo permitió, Lo enceló en una culminación con detalles de buen gusto. Media en buen sitio para que los tendidos se llenaran de pañuelos y, para los libros, cortara su primera oreja en México a un toro de Medina Ibarra.
Para narrar la lidia del segundo de su lote voy a imitar a los toreros usando las cosas van a contra corriente; o sea: abreviar. Toro deslucido que terminó con gazapeo. Dos pinchazos, entera, y a otra cosa.
En el de regalo, un ejemplar de La Soledad que saltó al ruedo cuando la noche podía más que el alumbrado, tampoco mucho qué consignar a casa, salvo la disposición y deseos cumplidos de agradar a la afición. El peruano se empeñó en conseguir resultados halagüeños al ejecutar sabrosos delantales rematados con una media. Un quite por los adentros para colocar el toro al caballo. Después de varas ejecutó un quite por ¿tijerillas? Y a sobrellevar la penumbra, la poca presencia del astado y la sosería en su comportamiento. Voluntad a tope metido en tablas, como un torero que se respeta. Media estocada a toro parado y dos golpes con la corta.
Por lo que he visto la tarde de hoy, André Roca Rey ya es el mejor torero que haya tenido Perú, y seguramente un torero que, repito, encajará en el gusto del público mexicano. En competencia con los jóvenes mexicanos, seguramente, y bien capitalizado, le será muy útil a las taquillas faltas de gordura.