Se notaba que era domingo. La gente estaba de mejor humor que otros días y con ganas de divertirse, algo ciertamente infrecuente en Madrid. Y salvo el sector más duro de la plaza, la mayoría miró con muy buenos ojos a los tres espadas del cartel.

Y al margen de que hoy el palco de la autoridad estuvo más benévolo que de costumbre, a lo largo de la tarde se vivieron momentos interesantes por la actitud de los toreros. Porque, la verdad de las cosas, es que se antojaba difícil que se premiaran faenas rubricadas con estocadas defectuosas. Pero así es Madrid de caprichoso.

Los recientes triunfos de Eugenio de Mora y Morenito de Aranda en esta plaza fueron el mejor argumento para volver a entusiasmar a la gente, que también recibió con agrado la actuación del mexicano Arturo Saldívar, que se mostró muy enterado delante de su lote, el menos potable de todos, compuesto por dos toros flojos y deslucidos.

Y quizá los trofeos concedidos a los dos españoles fue el producto de una valoración de conjunto, ya que en ambos casos se esforzaron por realizar lidias con mucho conocimiento de causa a toros que fueron manejables pero sin romper como se esperaba.

Eugenio de Mora trazó una primera faena a base de naturales ante un toro basto de cabeza, que acudía sin transmisión pero que mantuvo un buen tono de nobleza.

En el cuarto estuvo otra vez haciendo las cosas con temple en un trasteo recio que fue jalonado por esta euforia colectiva que se vivía en la plaza, y como mató de una estocada eficaz le concedieron una oreja.

El mismo resultado obtuvo Morenito con el quinto al que toreó bien con el capote y dio magníficos pases de pecho que fueron muy celebrados por la concurrencia. También su toreo de capote, de vuelos amplios y cadenciosos, gustó mucho, de tal forma que el burgalés ya es uno de los toreros que apuntan para consentidos en este escenario.

Tampoco importó demasiado la colocación de la espada cuando entró a matar a este ejemplar, y el juez lo premio con la misma magnanimidad que a De Mora, en un sano afán por corresponder, ciertamente, a la petición mayoritaria que había en la plaza.

Saldívar hizo un vistoso quite por zapopinas al quinto, y a partir de este momento la gente entró en sintonía con el hidrocálido, que había estado centrado con el deslucido tercero y muy enfibrado con el sexto. En ambas faenas mostró su bien aprendido oficio, así como esa mentalidad y madurez propia de su evolución.

Ahora habrá que esperar si Diego Silveti torea el jueves 14 de mayo, pues aún no ha sido descartada su presencia en la Feria de San Isidro, lo que sin duda daría nuevos bríos al paso de los toreros mexicanos en esta feria en la que, hasta el momento, se han cortado tres apéndices.

A final de la semana que comienza mañana, Joselito Adame volverá a pisar el ruedo venteño el próximo domingo, de tal forma que todavía quedan un par de cartas fuertes de la baraja taurina mexicana por destaparse en Las Ventas. Ojalá que les embistan sus toros, pues, ciertamente, este año ninguno de los seis toros lidiado por los paisanos hasta ahora, les han permitido el triunfo.