La suerte volvió a sonreir a Antonio Nazaré hoy en Sevilla, y su buena estrella le mandó un magnífico toro de Fuente Ymbro, al que toreó con mucha verdad en una faena que caló hondo en el público, que terminó premiándolo con una oreja de ley.

Porque después de haberse impuesto con carácter al violento primero, que le echó mano de fea manera, el sevillano mostró la mejor faceta de su toreo, en el que brilló con el cuarto, al que le dejó la muleta en la cara y así lo sometió con reciedumbre en una faena maciza.

El toro también tenía un buen fondo de nobleza que no desaprovechó Nazaré, tanto en los redondos como en los naturales, para hacer el toreo asentado, rematando las serias con largos pases de pecho en los que despatarró con mucha entrega.

Y aunque la estocada no fue todo lo bien colocada que hubiese deseado, hizo doblar pronto al toro para que Sevilla le hiciera sentir su cariño, quizá todavía con el recuerdo fresco de las dos orejas que cortó a un Miura en aquella inesperada sustitución de El Juli del año 2013.

También Javier Jiménez estuvo cerca de cortar una oreja al encastado tercero, otro toro exigente de Fuente Ymbro con el que realizó una faena intermitente más propia de un novillero con mucha actitud, pues en un par de ocasiones se arrebató tanto que el toro estuvo a punto de echarle mano.

En el sexto, que apuntó cosas interesantes, terminó desfondándose y ni siquiera su agradable docilidad le permitió a Javier conectar como lo había hecho en el tercero de la tarde.

Arturo Saldívar tuvo un lote muy desigual, compuesto por un primer toro violento y enrazado que no le permitió acoplarse, tal vez porque le faltó mayor castigo en varas al de Fuente Ymbro, y al mexicano más enjundia para conseguir someterlo. El toro se vino arriba en banderillas y llegó con poder a la muleta del mexicano, que le tragó en varios pasajes de una faena que no calentó el ambiente.

En el quinto se fue a porta gayola y este alarde de pundonor casi le cuesta un desaguisado, pues el pitón derecho del toro le pasó rozando el cuello cuando tuvo que hurtar el cuerpo hacia el lado contrario al que había planteado el lance. El toro tuvo poca fuerza y menos transmisión que la mayoría de sus hermanos. Sin embargo, sí sacó docilidad. La faena de Saldívar fue aseada, con escasos detalles de calidad, pero sin la fibra o la ambición suficiente para haber entusiasmado al público y pasó inadvertido.