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¿Y hoy dónde quedó la ambición torera? (fotos)

Martes, 16 Sep 2014    Zacatecas, Zac.    Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda           
Arturo Saldívar saludó una ovación en Zacatecas
A lo largo de la presente Feria de Zacatecas hemos echado en falta la bravura, que ha asomado a cuentagotas, ya que salvo el segundo encierro de Pozo Hondo, donde saltaron un par de toros para triunfar fuerte, en general, el nivel ganadero venía desarrollándose más bien a la baja.

Y esta tarde, que la ganadería de La Venta de Romero lidió varios toros para haber salido a hombros, incluido un remiendo de La Paz, que tuvo una clase deliciosa, el triunfo se les escapó de las manos a la atractiva terna compuesta por El Payo, Arturo Saldívar y Diego Silveti.

Es verdad que, en determinados momentos, a los tres les faltó haber estado más contundentes con la espada, porque sí merecían, por lo menos, una oreja por coleta. Pero lo cierto es que ahí faltó algo; ese punto más de entrega, de raza torera, de enjundia, para haber dejado al público con una satisfacción plena, sobre todo si consideramos que en esta corrida hizo la mejor entrada del serial.

Y entonces, al final del festejo, miramos la cara de la gente, y de los profesionales, sin encontrar una respuesta a esas preguntas calladas que nos asaltaban por dentro. ¿Cuál debía ser la foto de portada para ilustrar esta crónica? Había que meditarlo un poco más a fondo.

Porque si bien es cierto que los tres toreros estuvieron entonados con sus respectivos lotes, en estos tiempos que corren no es suficiente eso, y máxime tras la demostración de pundonor ofrecida por otros compañeros a lo largo de este ciclo, que se han dejado la piel sobre la arena en aras del triunfo, con el sello de la raza y la ambición de quienes salen a arrear y no dejarse ganar la pelea.

También es verdad que los toros de La Venta de Romero tuvieron diversos matices y algunos de ellos no fueron del todo fáciles, pero sí que, por lo menos tres (los dos del lote de Diego, el primero de Saldívar y el segundo de El Payo), debieron irse al destazadero sin orejas. Y ni qué decir del remiendo de La Paz corrido en sexto lugar para Arturo.

El único que posiblemente podría escudarse con el argumento de la nulidad del toro que le tocó al rejoneador colombiano Andrés Roso, que enfrentó un ejemplar de Pilar Labastida deslucido y complicado con el que no anduvo fino, ni en su toreo a la jineta ni al clavar las banderillas, que caían continuamente por la arena. 

¿Pero los otros toros? ¿Acaso no dieron motivos suficientes para haber buscado el triunfo con más determinación? Pues ni un solo quite se vio en toda la corrida. 

Porque hoy era muy importante ver a esos tres valiosos toreros salir a hombros; toreros jóvenes con muchas cualidades y distintas personalidades, en los que están cifradas buena parte de las esperanzas de muchos aficionados que siguen de cerca la evolución de esta nueva generación de espadas mexicanos.

A favor de ellos, sí es preciso apuntar que hubo algunas faenas interesantes, como la de El Payo al primero, un toro atacado de kilos, bonito y bajo, al que dio algunos redondos muy tersos –y con buen gusto–, para no derribarlo.

O la antítesis a esta conducta, noble y floja del quinto, de La Venta de Romero, un toro que tuvo transmisión y algunas embestidas buenos hasta que comenzó a ceñirse y topar. Y queda claro que el queretano lo intentó, pero tal vez sin aplicar la fórmula correcta para obtener mejores resultados, los que, precisamente, conducen al triunfo de puerta grande.

De Saldívar se pueden resaltar tres estupendas series a su primero, que exigió mucho, miraba, y estaba pendiente del torero, que trató de enfibrarse y alcanzó a bosquejar muletazos elegantes en un palmo de terreno, antes de darle muerte de una estocada sumamente defectuosa debido a que el de La Venta de Romero tropezó en el embroque y al de Aguascalientes se le fue la mano abajo.

En el sexto, de La Paz, que era un dechado de nobleza y clase, aunque sin fuerza, Arturo se empeñó en torearlo en las tablas en vez hacerlo en el tercio o en los medios, y en dicho terreno dio varios pases despacio y con temple (el mismo temple que mostró cuando lo llevó al caballo con gran ritmo y suavidad), sintiendo lo que hacía, pero sin poder rematar la obra con la espada.

Diego volvió a relucir su buena suerte y sorteó el mejor lote que va de feria, compuesto por un primer toro castaño, estrecho de sienes, de pitones vueltos, muy en tipo de Garfias. Y entusiasmó al público en varios pasajes de una faena estructurada a la que le faltó redondez, y quizá haber prolongado más las series, pues cuando se perfiló a matar el toro todavía tenía dos tandas dentro.

En el sexto, que por sus hechuras y comportamiento parecía hermano de padre del primero de Saldívar, buscó agradar y ejecutó tandas de distintas calidades, con un público a favor, al que cayó de pie desde el pasado domingo cuando hizo su debut en esta plaza. Sin embargo, el toro se acabó aburriendo y el trasteo de Diego se diluyó, como se diluyó también la ilusión que había en los tendidos casi llenos de un público ávido de mayores emociones y mejores resultados.

Ficha
Zacatecas, Zac.- Plaza Monumental. Quinta corrida de feria. Más de tres cuartos de entrada en tarde nublada y con ráfagas de viento. Un toro de Pilar Labastida para rejones (1o.), deslucido y complicado. Cinco toros de La Venta de Romero, correctos de presentación, varios de fina estampa, y juego desigual, de los que destacó el lote de Silveti. Y uno de La Paz (remiendo, 5o.), de gran clase y poca fuerza. Pesos: 481, 523, 488, 459, 488, 531 y 476 kilos. El rejoneador Andrés Roso, que sustituía a Alejandro Zendejas: Pitos. Octavio García "El Payo" (grana y oro): Silencio y ovación. Arturo Saldívar (violeta y oro): Palmas tras petición y ovación. Diego Silveti (verde manzana y oro): Ovación tras petición y palmas. Destacó en banderillas Christian Sánchez, que saludó, y Diego Bricio, que además bregó muy bien.


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