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Faena antológica de JT en su reaparición (video)

Sábado, 03 May 2014    Querétaro, Qro.    Raúl Magos | Foto: JAL           
Salió a hombros al lado de Fernando Ochoa tras desprendirle el añadido
Tarde de matices, incluso en la climatología, fue la que se vivió en Provincia Juriquilla en esta esperadísima corrida, cuya expectación fue creciendo desde que fuese anunciada oficialmente hace más de un mes. Se palpaba desde horas antes, con la presencia de aficionados y medios de comunicación de distintas latitudes, además de los detalles preparados por la empresa para tal acontecimiento, como los remozados accesos a la plaza e incluso el callejón, que cambió su tradicional arena por el cemento.

Incluso en el dispositivo de seguridad que fue dispuesto y la logística para llegar, primero a la plaza y luego al lugar que le correspondía a cada quien, muy distinto a lo habitual y que obedeció también a la presencia de diversas personalidades de todos los ámbitos, que acudieron al llamado de la reaparición de José Tomás en el marco de la despedida de su amigo Fernando Ochoa.

Y dicha expectación no solo estuvo justificada sino que fue plenamente correspondida por el despliegue de valor, técnica, temple y un altísimo nivel artístico por parte del torero de Galapagar, que ya de inicio, le cortó las dos orejas al que abrió plaza, un toro de Los Encinos con nobleza y al que hubo de ayudar a media altura debido a su flojedad.

Desde el saludo con el capote quedó claro el referido nivel artístico que mantendría José Tomás a lo largo de su actuación, quedando patente desde el saludo a pies juntos con el capote y la bella media con que lo remató. Como correspondía, llevó al toro con muletazos a media altura, en una lección de temple, ese que es capaz de darle fuerzas a un toro que adolece de ellas. Los pases aderezados con un gusto exquisito y los adornos finales pusieron al público de pie, que solicitó las dos orejas tras una estocada ligeramente delantera con que José Tomás remató su faena de reaparición.

Recibió al tercero por chicuelinas y mandiles al no poder estirarse a la verónica, ya que el de Fernando de la Mora resultó deslucido. Estuvo José en el último tercio por encima de las condiciones del toro, acortando distancias y usando el cuerpo como carnada, culminando con una estocada entera y algo desprendida tras lo cual fue llamado a saludar al tercio, después de una ligera petición que no fue atendida por el palco.

Lo del quinto fue cumbre. Cuajó José Tomás una faena sensacional y antológica ante “Rey de Sueños” de Fernando de la Mora, que tuvo un importante fondo de bravura y le permitió al de Galapagar romperse en una faena que seguro quedará en la memoria de todos quienes tuvimos el privilegio de presenciarla.

Recibió con verónicas echando adelante el capote para llevar hasta allá embebidas las embestidas, rematando con una media y una torerísima larga, soltando una punta del capote y saliendo de la suerte como en una estampa añeja. Tras un buen tercio de banderillas de Gustavo Campos y el brindis a Fernando Ochoa, tal como el nombre del toro anunciaba, José Tomás se convirtió en ese momento en una suerte de rey del toreo que fue capaz de meter, como en una especie de sueño de buen toreo, a los aficionados que colmaban los tendidos y que brincaban auténticamente de sus asientos tras las series de muletazos largos, templados y acompañados de una naturalidad pasmosa, esa que desdeña el peligro y es capaz de transmitir altos niveles de emoción. Esa que eriza la piel, sobre todo porque el toro, no fácil, tuvo transmisión.

Hubo una serie por el pitón derecho que fue soberbia, pero por naturales José Tomás logró incluso que algún aficionado se tuviera que limpiar las lágrimas en el tendido. Se escuchó decir a más de alguno que lo hecho por José había hecho que el artista se desfondara, física y espiritualmente, y quizás por ello dio la impresión de que apenas le quedaban fuerzas al momento de ejecutar la suerte suprema. Y puede ser. Quizás por ello pinchó en repetidas ocasiones, tantas hasta para escuchar un aviso.

Hay quien dice que tras una faena así los premios son lo de menos, y hay quien se lamenta por no haber podido ver la imagen de José Tomás dando la vuelta al ruedo con los máximos trofeos, que seguramente los habría obtenido de haber acertado con la espada. Pero también es cierto que hubo quien se dio por satisfecho al ver a José Tomás dando la vuelta al ruedo con una sincera sonrisa. De satisfacción. Y quizás eso vale más que los trofeos.

Y en ese marco, de expectación por la vuelta del de Galapagar, Fernando Ochoa decía adiós a los ruedos. Sabía seguramente el torero michoacano que tendría que compartir, por así decirlo, los reflectores en su despedida con el responsable de tanta expectación alrededor de la corrida.

Comenzó para él la tarde un tanto cuesta arriba ante las condiciones tardas del de Los Encinos que soltó por delante, al que había que pisarle el terreno y al que despachó de un metisaca al sentir que la espada había quedado muy baja. La gente, cariñosa, lo llamó a saludar al tercio.

Distintas condiciones mostró el otro de Los Encinos que lidió, ya que el cuarto, que tuvo recorrido, le permitió un trasteo que fue a más y que tuvo momentos vibrantes sobre todo en las series por el pitón derecho. Quizás por esas ganas de buscar el triunfo a toda costa aceleró los procedimientos al final del trasteo, lo cual le fue recriminado por algún sector del público. Ya más asentado, se fue tras la espada y dejó una estocada ligeramente desprendida, lo que valió la petición y posterior concesión de una oreja, que le daba la mitad del pasaporte a la salida a hombros.

El sexto, de Fernando de la Mora, cuya lidia culminaría la carrera de Ochoa, resultó muy deslucido, razón por la cual decidiría el regalo de un séptimo, aunque en ese sexto ya habían llegado el brindis a José Tomás y las notas de “Las golondrinas”. Aunque en principio pareció que el regalo había sido un tanto forzado, ya que el de Fernando de la Mora fue protestado por desentonar en presencia del resto del encierro, en cambio tuvo prestaciones y le permitió a Fernando Ochoa estructurar una faena larga, coronada con una estocada entera y el corte de dos orejas, que fueron solicitadas por la gente, también como reconocimiento a toda su carrera.

Tras la vuelta al ruedo se fue Fernando Ochoa al tercio para esperar a José Tomás, que fue el encargado de cortarle la coleta en un momento emotivo, ya decíamos, en esta tarde de matices con el adiós de un torero y la vuelta de una figura de época.

Ficha
Plaza "Provincia Juriquilla". Lleno de "Agotado el boletaje" en tarde soleada al principio, con ligera llovizna en su parte media, y fresca y con algunas ráfagas de viento hacia el final. Cuatro toros de Fernando de la Mora (3o., 5o., 6o. y 7o.), bien presentados salvo el de regalo, que fue anovillado; el 5o. de gran bravura y fondo recibió arrastre lento; deslucido el 6o. y con recorrido el 7o. Y tres de Los Encinos (1o., 2o. y 4o.) correctos de presencia, de los que destacó el 1o. por su nobleza, aunque flojo;  el 2o. tardo, y el 4o, con recorrido, recibió arrastre lento. Pesos: 507, 502, 555, 515, 537, 500 y 480 kilos. José Tomás (verde esperanza y oro): Dos orejas, ovación y vuelta tras aviso. Fernando Ochoa (canela y plata): Ovación, oreja, palmas y dos orejas en el de regalo. Incidencias: Fernando Ochoa se despidió con "Golondrín" de Fernando de la Mora, número 62 y con 480 kilos; José Tomás le desprendió el añadido en el centro del ruedo. Ambos toreros compartieron la salida en hombros. Sobresalieron en banderillas Fermín Quiroz, Alejandro Prado y Gustavo Campos, que saludaron. Partió plaza como sobresaliente Víctor Mora. Al finalizar el paseíllo se tributó un minuto de aplausos a la memoria del ganadero Pepe Chafik, fallecido en días pasados.


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