Joselito o el triunfo del espíritu (video)
Viernes, 02 May 2014
Aguascalientes, Ags.
Juan Antonio de Labra | Foto: Landín-Miranda
Cuajó una actuación cumbre ante dos toros de distinta condición
La Feria de Aguascalientes no ha puesto aún el punto final a sus festejos sanmarqueños. Sin embargo, la edición 2014 del ciclo ya tiene el nombre de Joselito Adame inscrito en letras de oro luego de la tercera y última comparecencia del espada hidrocálido en este escenario, donde su toreo ha sido un huracán de ambición que ha arrollado todo a su paso.
Y si Joselito sigue en este plan arrollador en el que transitó por la monumental de su tierra, donde dio una dimensión de figura del toreo, que a nadie le quepa duda de que en breve será ese torero mandón alrededor del cual va a girar la Fiesta de México.
¡Vaya forma de estar en la plaza! Y desde luego que hoy no lo tenía fácil al lado de su padrino de alternativa –una figura de época como El Juli– que también ofreció una actuación plagada de honradez profesional y claridad de ideas, mientras que Morante de la Puebla sigue deambulando por las tinieblas de la mala suerte, una especie de purgatorio taurino que su arte ciertamente no se merece.
Hizo bien en abreviar el de La Puebla con el toro que abrió plaza, pues el viento, que tanto ha molestado en esta feria, se entrometió en la tela en el instante en que José Antonio quería hacerle faena a un ejemplar deslucido.
Pero después vino El Juli y devolvió el ánimo al público con una faena de una reciedumbre total, en la que se le secó la boca ante el comportamiento de un toro sumamente complicado con el que expuso más de la cuenta, consciente de que no podía dejar pasar la oportunidad para lanzar una saeta a la empresa sevillana.
La importancia de la faena de Julián radicó en la forma en que trató de desengañar al toro alternando continuamente los lados, no obstante que el de Los Encinos se había crecido y sabía perfectamente bien lo que dejaba atrás. Ni siquiera aquellos dos pitones escobillados y las miradas aviesas hicieron temblar el pulso de El Juli, que siguió anclado en la arena, jugándose la voltereta en cada pase con una vergüenza torera que ahí queda.
Así le robó ayudados inverosímiles, ligados en un palmo, con las piernas enfibradas y el corazón en su sitio, en medio de la unanimidad de un público que se rindió a la capacidad del maestro.
Y aunque el toro rebañaba con peligro, y al salir de un muletazo estuvo a punto de echárselo a los lomos, siguió en su sitio, sin ninguna concesión a la galería, pasándose una y otra vez las embestidas del primer toro de su lote.
Una estocada demasiado trasera no fue impedimento para que le concedieran una oreja de ley, ganada con sudor e inteligencia.
Tras el arrimón del maestro, y con la gente metida de lleno en la corrida, Joselito Adame recibió al tercero con una larga cambiada de rodillas. Posteriormente, toreo con enjundia a la verónica y luego ordenó un castigo muy medido en varas.
A todas luces se percibió que el toro llegaría crudito a la muleta, pero esta circunstancia fue la clave de una lidia muy poderosa en la que se adornó con el quite de oro antes de cuajar una faena maciza, con detalles de mucho calado en el tendido.
La seguridad de Joselito se hizo patente en los redondos, en los pases de pecho, en todos los adornos, como varios muletazos por abajo, algunos de trinchera y otros de toreo cambiado, ejecutados en un palmo de terreno y con la vibración de un público que lo cobijó en todo momento y terminó deslumbrado por la autenticidad con la que afrontó este compromiso.
Esas dos primeras orejas que tenía ganadas se esfumaron con el mal manejo de la espada, y luego de observar una lidia breve de Morante, con pasajes artístico como las verónicas de recibo o algunos muletazos sueltos, y otra más de El Juli esforzada delante de un toro parado, Joselito Adame volvió a arrear con un tremendo ímpetu en una faena que quedará para el recuerdo.
La nobleza y la calidad del toro de Los Encinos se hizo patente desde que apareció por la puerta de toriles. La falta de fuerza dio pie a una lección de temple y pulso por parte de Joselito, que toreó con mucha largueza y quietud hasta que el toro se paró.
A partir de entonces surgió la magia de un hombre que está mentalizado. Y de ahí mismo se agarró para olividarse de que tenía cuerpo, como decía Belmonte. Porque el terreno que pisó Joselito hoy en Aguascalientes, es ese terreno en el que, como bien dijo nuestro compañero Santiago Aguilar, el torero "hizo desaparecer las distancias", vale la pena apostillar: "...para torear con el espíritu".
Se metió Joselito Adame en medio de los pitones. Y cuando decimos “en medio” fue, precisamente, poniendo la primera pierna pegada a la frente del toro, acariciándola, abandonándose a la fe, a la esperanza que lo ha sacado a flote en los momentos más difíciles de si vida.
Así lo enceló, así acabó fundiéndose con la nobleza extrema de un animal que dio pie a una faena cumbre, plagada de tremendismo. Pero de un tremendismo diáfano, sin enganchones, sin ser el diestro tropezado por los costillares del toro cuando lo hacía pasar tan largo –desde un cite tan “montado”– que hizo enloquecer al público de miedo... para romper en emoción cuando de su mano salía el vuelo terso y desembocaba en un júblio explosivo.
Se escucharon olés largos, sonoros, salidos de las entrañas de los miles de espectadores que no daban crédito a ese derroche de valor en lo que alguna vez di en llamar “el arrimón pensado” y que ahora podría aumentar aquello del “arrimón elegante”, sin que eso suponga una contradicción.
Y fue así como la revolucionaria teoría geométrica de Paco Ojeda fue llevada por el hidrocálido a su máxima expresión, con un sello propio y una asombrosa pasmosidad.
La gente se puso en pie varias veces, toda, al mismo tiempo, impulsada como por un resorte, mientras Joselito se enseñoreaba sobre la arena. Y otra vez la mala pasada del acero le impidió tumbarle el rabo a “Amate”, que tuvo la virtud de humillar y estar siempre dispuesto a fundirse con Joselito en una faena para el recuerdo.
Los gritos de “¡torero, torero, torero”! salidos de 16 mil gargantas fueron el mejor colofón de una tarde que, así como las dos de Madrid del año pasado en el mes de junio, marcará un parteaguas en la carrera de un torero que está llamado a ser ese nuevo ídolo popular que tanto anhela la afición mexicana.
Ficha Aguascalientes, Ags.- Plaza Monumental. Lleno de "Agotado el boletaje". Toros de
Los Encinos, bien presentados, de variado comportamiento, de los que destacó el 3o. por su transmisón y el 6o. por su nobleza y calidad; otros, como el 2o. y el 4o., desarrollaron sentido. El 1o. y el 5o. fueron deslucidos y se pararon pronto. Pesos: 519, 507, 503, 501, 481 y 508 kilos.
Morante de la Puebla (nazareno y oro): Pitos en su lote.
Julián López "El Juli" (granate y oro): Oreja y ovación.
Joselito Adame (ciruela y oro): Ovación y vuelta. Incidencias: Destacó en varas
Mauro Prado, y en banderillas
Héctor Rojas, que saludó.
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