Con un toreo de mayor asentamiento, aunque sin perder ese carisma bullidor, Arturo Macías retornó al triunfo en la Plaza México y conquistó la salida en volandas al cortarle las dos orejas al sexto de la tarde, el único toro del encierro de La Punta que tuvo potabilidad, mientras que Fabián Barba dejó grata sensación.

El torero hidrocálido, que volvió a saborear esta plaza, dibujó una bonita media (ligada con revolera y brionesa) tras los lances a la verónica con los que recibió a este ejemplar, al que luego le recetó un quite por saltilleras. Inició su faena con un cambiado por la espalda en el centro del ruedo, para después ligar un segundo y rematar con el desdén y forzado de pecho.

De ahí en adelante, Macías brindó  derechazos en los que se notó la búsqueda del temple, más asentado y ligando, aderezando con muletazos de adorno y algunos desplantes, jaleándose. Por el pitón izquierdo el ejemplar no tenía un recorrido similar, así que, tras probarlo, el de Aguascalientes regresó por el sendero derechista.

Dejándole siempre puesta la muleta, Arturo logró torear en redondo y después consiguió la dosantina con un cambio de mano por delante. Después, fue arropado en un descuido, para luego rematar con las bernardinas, seguidas del abaniqueo, y al final, dejó una estocada un tanto contraria que fue suficiente para que doblara el de La Punta.

El juez concedió correctamente una oreja ante la petición, pero la mayoría del público insistió para la segunda, incluido el propio torero en un gesto que creemos no debiera ser, aunque se entiende el deseo de salir a hombros. Finalmente paseó las dos orejas y salió en volandas, reencontrándose con la puerta grande de La México, mientras que los restos del toro fueron premiados con un arrastre lento que sonó a mucho.

Su primero fue un bello colorado que desarrolló sentido muy pronto. Macías, que al inicio quitó por gaoneras, acortó distancias y anduvo valiente delante de los pitones, en algo que el público le reconoció con sus aplausos. Tras rematar en la segunda oportunidad, saludó desde el tercio.

Fabián Barba se notó sólido y con oficio delante de su primero, un toro áspero y que no le puso fáciles las cosas, ya que tenía escaso recorrido. El menudito torero hidrocálido se fajó y, con firmeza, extrajo muy valiosos muletazos. Con la misma entrega, se fue tras la espada y resultó prendido de forma aparatosa, sin consecuencias afortunadamente. Tras tener que usar el descabello, saludó una muy bien ganada ovación desde el tercio.

El segundo que enfrentó fue un toro que no tuvo mayor fuelle y acudía a la sarga sin emplearse del todo. Entre lo más destacado se encuentra el quite por gaoneras que ejecutó y el inicio de la faena, que fue con un péndulo, además de algunos buenos derechazos, aunque asilados debido a la poca colaboración de su enemigo. De nueva cuenta  saludó en el tercio como premio al esfuerzo y a  las buenas sensaciones manifestadas.

Pedro Gutiérrez “El Capea” no contó con una tarde para el recuerdo y sus dos toros tuvieron un comportamiento similar en cuanto a que resultaron deslucidos y con muy escaso recorrido, sin decir nada, aunque quizá el público consideró que al torero le faltó enfibrarse un poco más.

El primero acudía a los toques, pero sus embestidas eran descompuestas y sin completar el recorrido. Su segundo era tardito y punteaba, soso, de tal forma que no se prestaba ni siquiera para pegarse un “arrimón”.