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Solamente detalles en la novillada de GDL (video)

Domingo, 29 Sep 2013    México, D.F.    Felipe Aceves | Foto: Memo Sierra           
Llaguno dejó el sello de su clase

Después de saborear las mieles del cielo en su presentación exitosa del 8 del mes en curso, Cristian Verdín hoy visitó las cálidas llamas del infierno. Esa tarde indultó un ejemplar de Guanamé y hoy hizo lo mismo con un toro de Santa Fe del Campo, pero ahora por sus fallas con el acero. Vamos; que escuchó esos tres avisos que nadie quiere oír.

Y eso que el palco le tuvo paciencia. Y cómo no iba a tenérsela, si el tapatío se llevó en el sorteo a un novillo precioso de lámina:  cárdeno, bragado corrido, delantero de cuerna, bajo de agujas, fino de cañas y pezuñas que, la verdad sea dicha, a pesar de que no se empleó con los montados embistió desde muy largo, humilló con nobleza, ritmo y calidad, y Verdín echó mano de todo el bagaje que puede tener un novillero con tan pocas tardes en su haber para lograr momentos aislados de gran calidad; sobretodo una serie con la mano siniestra que tuvo hondura, ligazón y un remate de pecho que valió una maravedí.

Entonces, me parece que con tino, el palco estiró un par de minutillos el primer aviso hasta que, ya ni cómo defenderlo, Cristian se eternizó con la toledana hasta escuchar el tercer aviso. Se retiró cabizbajo al callejón, donde escuchó los aplausos del público en el arrastre para el que fuera su colaborador. Un balde de agua helada para el joven de Tlaquepaque ¿Solución? Salir en el segundo de su lote a demostrar que, al menos, a estas alturas de su aún incipiente carrera, se tienen los arrestos para remontar una cuesta tan empinada, como la exigencia del público –que aprieta duro a los paisanos- de esta ciudad.

Mientras el servicio de plaza mostraba el cartel que anunciaba a su segundo, Cristian Verdín se colocó de hinojos junto a ellos, en el centro del ruedo. Ahí, donde en verdad tiene peso –y mérito- un farol o una larga cambiada. La portagayola tiene su dosis de “truquito”. Abanto, el santafeseño, solamente le embistió en una larga afarolada, para otra vez de hinojos, ahora en el tercio ejecutar una más. Siguió por chicuelinas rematados con una larga afarolada invertida.

El toro va pronto al caballo, aunque una sola vez, y Cristian le hace un quite por chicuelinas y… Juan Pablo Llaguno se apersonó para realizar el suyo. Verdín hizo el intento de reclamarle, pero, como deben ser los toreros, le replicó con otro. Llaguno intervino de nuevo para realizar verónicas a pies juntos. A estas alturas, los tendidos eran un volcán. Si uno se arrimaba, el otro más. Con un quite por gaoneras, Cristian cerró el tercio. Los tendidos, obvio, felices y metidos en la discusión.

El de la tierra estaba consciente que no habría más allá que esta tarde; con las zapatillas ancladas en el ruedo, le realizó pases por alto sin enmendar la plana, para luego darse a torear con temple y dimensión, con una muleta que arrastraba por la arena para llevar sometido al de Santa Fe, que a pesar de tanto trajín, aún estaba sobrado de fuerza. Luego la espada cayó tendida, además de calar al morito. Una más entera que bastó. El toro fue aplaudido en el arrastre y el torero ovacionado en el tercio.

Que buen torero es Juan Pablo Llaguno. Claro que es un novillero con los recursos de tal. Sin embargo tiene valor y –si falta hiciere- sabe y gusta de meterse entre los pitacos para extraer lo poco que tenga un toro. Al primero de su lote debió torearle con muletazos, uno a uno. Desde el callejón le indicaron “con sabor… con mucho sabor” y, ni tardo ni perezoso –es alegre la changa y le mecen el columpio- el queretano se sentaba en los riñones a cada muletazo extirpado con tirabuzón al que fuera el lunar del buen encierro de hoy ¿Sencillos los toros? ¡No! Pero sin las ideas de la mujer de mi tío Nepomuceno.

Tanto se jugó el palmito Juan Pablo, que a pesar que su espada cayó bajísima y delantera, la parroquia hizo mutis. El torero escuchó un aviso, previo a dos golpes von la corta para recibir una justa ovación en el tercio. Abarrotero hizo de segundo de su lote. Aquí sus alternantes le cobraron las cuentas pendientes en los quites.
 
Primero, Antonio Mendoza, luego de un buen quite por navarras de Llaguno, se echó el capote a la espalda para ejecutar un par de gaoneras “escalofriantes” que hicieron bramar el graderío. Le siguió Verdín por tafalleras que acompañó con la cintura. Replicó Juan Pablo con un buen quite por faroles de pie. Como si fuera su toro, Mendoza entró a la pelea con dos fregolina, una gaonera y un remate de revolera. Para cerrar el ciclo, Llaguno se meció por verónicas. ¿Quién ganó? El público.
 
Luego del este pasaje, al espada en turno batalló para acoplarse al mermado novillo, pero el que porfía mata venado y el de Querétaro pudo cuajar una buena serie con la derecha. Luego el toro elevó la cara. Aún así, el chaval echó mano del aguante y del temple, para torearle por naturales con la izquierda. Con cabeza torera aprovechó las últimas embestidas atrasando la muleta en series que el público reconoció. Pinchazo, tres cuartos delantera y caída. Silencio.

El moreliano Antonio Mendoza justificó su repetición. Sello. Esa es la principal virtud de este torero. Créame. No hay que perderlo de vista. Hoy no fue su mejor tarde. Pero si usted ya está en edad de acumular recuerdos, no me dejará mentir: este tipo de toreros son a los que hay que esperar. Pueden ligar, de repente, tardes sin fortuna, pero tienen eso que, a tantos les falta y qué pocos –muy pocos- lo tienen ¡Sello! Tiene empaque. Mucho valor sereno sin aspavientos; no tiene poses de mal gusto. Cuando consigue enredarse con un toro ¡Aguas! Por lo pronto, la empresa le ha echado el ojo y ¿Cuándo? No sé -ellos tampoco- pero seguro –me lo dijo un pajarito- van a darle toros.

Lo más destacable de la actuación de Antonio fueron, un par de gaoneras terroríficas -por la cercanía de los pitones- y sublimes en su ejecución y series or derecha al sexto de la tarde, que además gazapeaba y era probón. La gente aplaudió al toro en el arrastre, pero –con todo respeto al ganadero- yo estoy en desacuerdo. Silencio en el primero de su lote y con su segundo… también.

Ficha
Guadalajara, Jal.- Sexta novillada de la temporada. Novillos de Santa Fe del Campo, buenos en su conjunto. Cristian Verdin: Pitos tras de tres avisos y ovación. Juan Pablo Llaguno: Ovación tras aviso y palmas. Antonio Mendoza: Silencio tras aviso y silencio.


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