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Arturo Macías triunfa al son que le toquen (video)

Sábado, 17 Ago 2013    Huamantla, Tlax.    Juan Antonio de Labra | Foto: Ángel Sainos           
Salió a hombros en la última corrida de la Feria de Huamantla
La corrida comenzó cuesta arriba para los toreros debido a la ausencia de la banda de música, hecho que provocó una notable irritación en un público que venía de la calle, de presencia o participar en la tradicional Huamantlada, y quería seguir entonándose acorde con la fiesta taurina que, unas cuantas horas antes, había vivido en las inmediaciones de la plaza de toros.

Así que a nadie la pareció simpático que la primera faena de Zotoluco, ante un ejemplar de escasa presencia, no tuviera, por lo menos, un buen acompañamiento musical que fuera en consonancia con una labor variada y emotiva que tuvo algunos pasajes de buen toreo con la zurda.

Quizá por eso, una vez que el torero de Azcapotzalco se retiró al callejón tras dar muerte al toro de una estocada caída, el público se dividió de manera estentórea y se escucharon pitos y palmas. Pitos, a la falta de acompañamiento musical y el poco trapío del toro; palmas, a la esforzada labor del torero.

En ese instante apareció una diezmada banda de tambora que fue recibida con una carretada de mentadas de madre que rebotaron en el techo del coso, y a pesar de este agresión tan irreverente para unos artistas de los metales y las percusiones, la gente acabó tragando una "sustitución" necesarísima. ¿Cómo va a ser posible que en una corrida de pueblo no haya música? Impensable, señores.

Por su parte, Arturo Macías le había puesto su propia música a la primera faena que le granjeó el cariño e la gente, delante de un toro que embestía de manera descompuesta e incómoda. A pesar de ello, el hidrocálido le plantó cara y le hizo de todo, en medio de la algarabía popular, cobijado por la jocosa melodía de "El piojo y la pulga", en un tempo de allegro molto vivace, que remató de una estocada entera para cortar dos orejas entre ciertas protestas.

Sergio Flores hizo bien en olvidarse de que había tambora en los primeros compases de su faena y aguantó a pie firme las tarascadas que le tiró el tercer toro de la tarde, que se agarró al piso y metía los belfos en medio de las manos para después pegar el arreón. Al poco rato la banda empezó a tocar "España Cañí" -por lo menos se trataba de un posodoble- para seguir en el mismo tono festivo el desarrollo de los acontecimientos del ruedo.

No se arrugó el diestro de la tierra, que tuvo que conformarse con dos magníficos naturales, largos y sentidos, escaso balance de un trasteo meritorio por haberse expuesto a una fuerte voltereta que, afortunadamente, nunca sucedió. Y como en la corrida de Las Luces, despenó al toro de una estocada fulminante que, de haber estado el público un poco más receptivo, hubiera valido la concesión de una oreja. Pero no fue así. Saludó en el tercio y regresó al callejón.

Desde luego que los "sinfónicos" no dominaban la música de toros, y por eso Zotoluco los mandó callar –con toda razón– cuando se arrancaron a tocar el pasodoble "Silverio Pérez" a un ritmo demasiado acelerado, con ese aire norteño que  caracteriza a los conjuntos de este tipo. Creo que hizo bien el maestro por respeto a la figura de un torero como lo fue el inolvidable Faraón de Texcoco, que se distinguió por la despaciosidad de su toreo.

Y aunque Eulalio buscó agradar, la gente le agradeció poco esa faena metido en tablas, tratando de obligar al toro de Chinampas a embestir, acosándolo para ver si así podía arrancarle algún muletazo digno.

El quinto fue un ejamplar manejable que terminó soseando, y Arturo Macías no desaprovechó la ocasión para hacerle una faena que tuvo dos partes bien diferenciadas. La primera, compuesta por un toreo sereno y de buen trazo; la segunda, plagada de recursos para volver loca a la gente con distintos desplantes y arrebatos que causaron sensación, bajo el acompañamiento musical de "El Sinaloense", pues los músicos nunca entendieron que el torero había pedido "La Pelea de Gallos".

Cuando la gente todavía esperaba que Sergio Flores hiciera una faena recia con el sexto, las ilusiones se desbarrancaron ante la nula colaboración de otro toro descastado, y con la melancolía de que era el último de la feria. Afortunadamente a nadie se le ocurrió pedir "Las Golondrinas" para despedir el ciclo huamantleco, pues es posible que la tambora se hubiera arrancado con un remix de "El Gavilán Pollero". 

Ficha
Huamantla, Tlax.- Plaza "La Taurina". Tercera y última de feria. Tres cuartos de entrada en tarde agradable. Toros de Chinampas, desiguales en presentación y algunos justos, descastados en su conjunto. Pesos: 458, 445, 452, 461, 460 y 460 kilos. Eulalio López "Zotoluco" (azul rey y oro): Silencio y palmas. Arturo Macías (verde esmeralda y oro): Dos orejas con algunas protestas y ovación. Sergio Flores (espuma de mar y oro): Palmas en su lote. Incidencias. Destacó en varas Javier Prado y, en la brega, Alejandro Prado, ambos de la cuadrilla de Macías.

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