Como siempre, ha tardado en hacerlo. Pero la espera ha merecido la pena. Hacía ya siete meses que José Tomás no aparecía en público, justo desde que se vino a Fuenlabrada a homenajear a su admirado Fundi con el mejor de sus regalos: su presencia y su voz.
Si aquella vez sus sentidas y emocionadas palabras de aliento y respeto para con el compañero que se iba dieron la vuelta al mundo a través de Youtube, ahora también ha vuelto a suceder. Porque cada vez que José Tomás se pronuncia, lanza un profundo mensaje a la sociedad.
Y lo mejor de todo es que esas reflexiones salen del propio torero, un hombre profundo en el ruedo y fuera de él. Nadie se las escribe, nadie le asesora, sino que es él mismo quien las pasa a papel para luego expresarlas de viva voz, con una pausada y excelente dicción. José Tomás, también en la calle, es un lujo que el toreo no puede desaprovechar en estos delicados momentos.
No es de extrañar así que aquel impactante discurso que dio hace dos años para agradecer la entrega del premio Paquiro –el que concede el diario El Mundo "al acontecimiento más destacado de la temporada"- se haya llevado ahora al papel junto con otros textos de distintos autores -entre los que se incluyen el Nobel Vargas Llosa y, humildemente, el arriba firmante- que intentan calibrar su trascendencia y sacar conclusiones.
El mismo torero aseguró de esa obra colectiva que no se trata de una defensa al uso de la Fiesta, sino "una muy buena explicación de la Tauromaquia. Porque explicar el toreo es al fin al cabo es la mejor manera de defenderlo".
José Tomás ha vuelto a hablar este mes de mayo, en dos actos separados justo por dos semanas de distancia, en la entrega de un nuevo "Paquiro" y en la presentación de esa obra, pequeña de volumen pero grande de reflexiones, que se ha titulado "Diálogo con Navegante". Y, como es norma, ha vuelto a dejar en el aire ideas y conceptos de mucho calado.
El primer día, sobre el diabólico parqué de la Bolsa madrileña, el torero habló de Nimes, de esa actuación en solitario por la que era premiado, en la que se antologizó y se resumió a sí mismo ante la historia.
Dijo José Tomás que, después de una honda introspección, para aquella mañana decisiva en el anfiteatro romano se había preparado dos "guiones": el del fracaso, primero, y el del éxito, después. Pero que ninguno le sirvió finalmente para desarrollar su tauromaquia ante cada uno de esos seis astados.
"En realidad –explicó el maestro- cuando uno se viste de torero se viste también de presente: el pasado no cuenta y el futuro no existe. La mente se desnuda y el alma se libera para crear sin guiones, abierto a lo imprevisible. Por eso, horas más tarde, la realidad superaba al sueño".
Y dijo más cosas aún, pero en la mente de todos los asistentes ese "vestirse de presente", esa perfecta definición de la que debe ser la mentalidad de un torero en la plaza, siguió resonando durante muchas horas para quedarse como una de las grandes frases de la tauromaquia.
Dos semanas después, con el mismo zapato ortopédico impuesto por su más reciente lesión, se llegó hasta el Círculo de Lectores de la calle O´Donnell para presentar ese
libro que es suyo no porque incluya su firma en la reproducción íntegra de aquel sonado discurso, sino porque lo provocó con su profundidad también de palabra.
Y volvió a hablar de "Navegante", aquel toro que en Aguas le pudo quitar para siempre del toreo y de la vida. Y apeló de nuevo al compromiso que supone torear, de la entrega ante las astas. Y coincidió con Pepe Alameda en que "con un paso adelante, puede morir el hombre; pero con un paso atrás, puede morir el arte".
"Ante el toro hay que ponerse de verdad para que nazca el arte. A más compromiso, más riesgo; y a más riesgo, más arte. En ese espacio de libertad que es el ruedo la muerte está siempre presente y no se la puede ignorar. Hay que mirarle a los ojos, hay que ponerse en el sitio". Así habló José Tomás.
Pero antes de volver a guardar silencio durante meses, aún tuvo tiempo para, en otro detalle de gran categoría, dedicarle el libro a Adrián Gómez, el banderillero fallecido tras la tetraplejia de una fea voltereta, "y a todos los toreros de oro y de plata que han pagado un precio tan alto por su compromiso".
Y no dijo más. En ninguna de las dos citas, aunque todos deseaban hacerlo, nadie se atrevió a preguntarle por su reaparición, ni por las corridas que toreará este año. Esas cosas, en ese momento tan en segundo plano, quedaban sólo para los cazadores de primicias que, inasequibles al desaliento y petardo tras petardo, tantos tiros al aire pegan cuando se trata de José Tomás.
Pero, eso sí, ya que le hemos escuchado de nuevo, lo cierto es que estamos deseando volver a verle torear. Y, si puede ser, bastante más a menudo de lo que nos tiene mal acostumbrados.