Ricardo Frausto cortó dos orejas y se convirtió en el triunfador de la novillada de la Feria de Jalostotitlán que se llevó a cabo este lunes de carnaval, luego de realizar una faena muy emotiva en la que brilló su toreo al natural, en un festejo en el que Martín Escudero cosechó un apéndice y Antonio Lomelín se fue de vacío.

Y es que el juego desigual del encierro de Cerro Viejo, y los fallos a espadas de los alternantes de Frausto, impidió que el resultado del festejo fuera más equitativo. No obstante, el público, que hizo una aceptable entrada, disfrutó con la entrega de los toreros que salieron a hacer lo suyo.

Frausto aprovechó la movilidad y transmisión del quinto ejemplar desde que se abrió de capa, y fue así como consiguió torea de capote con mucha soltura, primero con lances a pies juntos y más tarde mediante un quite vistoso, el denominado del "Ojalá", que le coreó la gente con fuerza.

Posteriormente, hizo una faena maciza y estructurada en la que lució toreando al natural. La colocación entre los muletazos, el temple y su trazo largo, hicieron de este uno de los mejores pasajes del trasteo que abrochó con unas ajustadas bernardinas antes de colocar una excelente estocada para cortar dos orejas y convertirse en el novillero triunfador del ciclo alteño.

Delante del primer ejemplar porfió sin descanso ante un novillo que se paró demasiado pronto. La faena se desarrolló entre altibajos debido a la condición adversa del astado y sólo consiguió estar esforzado, hecho que agradó a la gente.

Por su parte, Antonio Lomelín se mostró clásico y enterado con dos ejemplares que dieron poco juego y con los que consiguió aislados momentos de lucimiento, siendo la faena al que abrió plaza la de mejor acabado, aunque no tuvo el remate de la espada y se quedó al margen de la posibilidad de cortar una oreja.

El novillero español Martín Escudero, que toreaba en México la segunda novillada en estas tierras, luego de haber cortado una oreja en Monterrey hace algunos meses, se mostró muy recio y valiente y gustó a la afición de "Jalos" con un toreo muy auténtico.

Al tercero de la tarde lo toreó con arrestos y quietud, situación que convenció al público, que siguió con gran interés su faena. A la hora de matar mató dejó una estocada certera y le concedieron un apéndice que paseó en la vuelta al ruedo.

Con el sexto estuvo empeñoso pero el novillo fue muy incierto y no le permitió sino estar decidido y valiente, pero sin poder tener una recompensa, como había sucedido en su enemigo anterior.