La primera corrida de la Feria de Moroleón dejó de manifiesto el pundonor y entrega de cuatro toreros de corte diferente que se impusieron a las condiciones de los toros de la ganadería de José Garfias, que aunque complicados permitieron triunfar de gran forma a los diestros Zotoluco, Fermín Rivera, El Payo y Diego Silveti.
En tarde agradable y ante casi un lleno en el coso de Moroleón los cuatro toreros firmaron faenas de matices variados, por un lado queda la maestría del diestro de Azcapotzcalco que se impuso de la misma manera que el temple de Fermín Rivera, así como la entrega sin medida de El Payo y la serenidad de Silveti.
La tarde la abrió Zotoluco, que saludó con farol de rodillas para después dibujarse soleramente por verónicas, tras brindar su faena al respetable inició rodilla sobre la arena un trasteo que tuvo mucha calidad por naturales, largos y templados, disfrutándose de principio a fin.
El diestro supo darle la distancia y el tiempo necesario al ejemplar de Pepe Garfias, que tuvo mucha codicia por el izquierdo, pitón potable por el que Zotoluco hilvanó tandas de mucho temple que supieron calar fuerte en los tendidos, dejó una estocada en buen sitio hasta el segundo viaje y tras fuerte petición se llevó como premio una oreja.
Con el segundo se su lote nuevamente salió con esa férrea determinación de no dejarse ganar las palmas y así recibió rodillas sobre la arena a un ejemplar que, pese a su poca fuerza, permitió a Zotoluco volver a firmar una faena determinante y de clase, esa que sólo otorga el tiempo y la experiencia. Con la espada acertó al primer viaje para llevarse una oreja.
Fermín Rivera con su primer toro poco pudo hacer debido a la condición huidiza del toro que buscaba cobijarse en las tablas, poco pudo hacerle a este toro al que intento someter sin un resultado positivo. Mató al segundo viaje para retirarse entre las palmas del respetable.
Lo mejor para el diestro potosino vino con el sexto de la tarde, , un toro que desde el inició que tuvo mayor acometida, se gustó con el capote y ejecutó un quite para después con la muleta simplemente deleitarse con los toques suaves y mimo que había que darle al toro que tuvo poca fuerza.
Rivera supo medir la distancia y además consentir al de Garfias, y como recompensa obtuvo que el toro repitiera con la cabeza abajo, muy ligado cada pase y además con ese templa que ya dejó de manifiesto desde su pasada corrida en la Plaza México.
El potosino sabe templar con mucha naturalidad, deletrea cada pase y emana una finura que gusta y transmite, la faena fue con ritmo y nota y sólo bastaba coronarla con el acero, y así lo hizo Rivera que dejó una estocada en buen sitio suficiente para hacer rodar al ejemplar, llevándose como premio dos orejas.
El Payo también dejó su pundonor escrito en el ruedo de Moroléon, y a pesar de que su primer toro se partió el pitón izquierdo y tuvo que ser devuelto por un sobrero de Barralva que al momento de la reunión con el picador también se partió el pitón derecho; el torero trazó muy buenos momentos toreando muy despacio, falló con el acero retirándose en silencio.
Con su segundo, el queretano hizo una faena de mucho mérito demostrando así que atraviesa por un buen momento, fue temerario ante un toro complicado y con peligro con el que derrochó valor, no inmutó en ningún momento y a pesar del peligro se quedó ahí, con las zapatillas plantadas y con la piel de un torero de verdad que sabe que cada tarde se tiene que salir a darlo todo dejando incluso el último aliento. La toledana quedó en buen sitio hasta el segundo viaje pero la petición fue mayoritaria y se le concedió una oreja.
Por su parte, Diego Silveti tuvo al toro más potable del encierro, el cuarto de la tarde que mereció arrastre lento, variedad y firmeza con el capote fueron la antesala de una faena de largueza, profundidad, intensidad y además emoción.
Desde el inicio Silveti fue a más ligando las series y rematando siempre con pinturería, toreó al natural con series largas y profundas siempre con el compás abierto y deletreando cada pase. Por el izquierdo, acortó la distancia para ligar lentos naturales y hacer lo mismo con la diestra.
Cuajó emocionantes y ajustadas bernardinas que fueron el colofón que hizo poner al respetable de pie ante el grito de ¡torero, torero! Coronó su actuación con una certera estocada por lo que se llevó dos meritorias orejas.
Con el que cerró plaza, Silveti poco pudo hacer ante un enemigo que colaboró poco, tuvo voluntad y destellos, falló con la espada para retirarse entre palmas.
Al final del festejo Zotoluco, Fermín Rivera y Silveti fueron paseados a hombros, mientras el diestro queretano fue despedido entre los gritos de ¡torero, torero!