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Dicen en los mentideros taurinos...

Sábado, 22 Dic 2012    México, D.F.    Manola Cobas | Especial   
Rumores, chismes y un poco de humor con tono taurino

El "gober" sacó la chequera

Los brindis que prodigaron los tres toreros el domingo anterior en la Plaza México fueron muy variados: Juan José Padilla le dedicó la muerte de su segundo toro a Zotoluco, en recuerdo de esas tardes de guerreros que compartieron en Europa hace ya más de una década, delante de los temibles toros de Miura. Por su parte, Federico Pizarro realizó un brindis muy emotivo –a través del micrófono de la "tele"– para su mamá, doña Patricia Merino, que se encuentra delicada de salud desde hace tiempo. Y Joselito Adame no dejó de lado la oportunidad de brindarle un ejemplar a Carlos Lozano, el "gober" de Aguascalientes, que se puso guapo y terminó sacando la chequera para corresponder tan alto honor haciendo frente a los gastos del toro de regalo, pues dicen que hasta la luz extra les cobra la empresa a los toreros obsequiadores, que no son pocos en toda una temporada ¿eh?

¿Y Javier Chopera?

Ya que hablamos del espectacular Joselito, cabe mencionar que no vimos por ningún lado a su apoderado actual, el empresario español Javier Chopera, que sí vino a chambear con su torero a la pasada Feria de Zacatecas. Ahora lo acompañaba el taurino-gestor de moda: Marianito del Olmo, atento, profesional, y muy relamío, como en sus mejores épocas de novillero, cuando se echaba un tarro completito de gomina para aplacar la negra cabellera tlaxcalteca. Es más, iba tan elegante que varios tunantes del toro no lo reconocieron. Por cierto, ojalá que Joselito no haya roto con Javier Chopera, y éste se concentre en hacerle fechas en Europa, pues desde que el hidrocálido tomó la alternativa ha tenido muchos vaivenes de apoderamiento, cosa que no es buena para la estrategia administrativa de un torero, esa que a veces resulta "rete-harto" encauzar por el sendero de lo bien hecho.

Niega la cruz de su parroquia

Aunque en el Estado de Querétaro ya se declaró a la Fiesta como PCI (Patrimonio Cultural Inmaterial, dicho en lenguaje dominguero), dicen en los mentideros que el "gober", don José Calzada, poco interés ha mostrado en el asunto. Y a veces es mejor, pues resulta todavía más convincente que se haya conseguido por la vía de la votación del pleno en el seno del congreso local (como en Tlaxcala) y no por un decreto gubernamental. Lo triste es que habiendo sido novillero en sus mocedades –¡y hasta forcado!– cuando se le ha pedido que meta el hombro para apoyar el espectáculo, ha adoptado una actitud sumamente política (por no decir falsa, que quizá sea un buen sinónimo, ¿verdad?) negando así la cruz de su parroquia. Ahora sólo falta que otros estados como Zacatecas (anímese don Miguel Alonso, ándele) o Jalisco, también se sumen a estas importantes declaratorias que nos obligan a seguir unidos y luchando en contra del galopante antitaurinismo, ese chungo fantasma de nuestros días que recorre los países de la América taurina.

¿Y El Relicario, qué onda?

Ya que andamos "tan políticos" –¡chacos!– cabe mencionar que otro "gober", el de Puebla (que ya no es precisamente el "gober precioso"), don Rafael Moreno Valle, sintió pasitos en la azotea y aún no decide cuándo va a tirar El Relicario. Y parece que le ha hecho ruido los periodicazos en contra de esta incongruente iniciativa, ya que, de momento, no existe un proyecto concreto para construir otra plaza en la bella Angelópolis y no dejarla sin toros. Entretanto, según me chismearon recientemente, hay posibilidades de que se den toros en el coso del Cerro, como le llaman, en la próxima feria del mes de mayo. ¿Tiradores? Varios, sólo que hay por ahí un pequeño obstáculo que es preciso brincar, y también meterle una "lanota" a la plaza, que después de 24 años de uso continuado ya requiere su manita… de tigre. El valiente tendrá que apechugar, pero seguramente sin la certeza de que a media feria no le digan que se vaya con el argumento de que la piqueta comenzará a demoler el coso para construir el hotel de cinco luceros que el "gober" trae en mente levantar.

 Les deja "la mosca en la oreja"

En la reciente Asamblea de los subalternos, dicen que el que puso "la mosca en la oreja" fue el gran Nacho Meléndez, que no se quiso dar coba barata cuando le tributaron un minuto de aplausos por su importante triunfo de Las Ventas de Madrid, y durante su breve, pero jugosa intervención, dijo el torero de dinastía comentó que urgía un cambio en la Unión y que era necesario que los directivos se pusieran a chambear. Debieron calar muy hondo las palabras del varilarguero, que es un hombre reservado y hasta un "pelín" tímido, ya que nunca suele hablar en estas reuniones, pues como los hombres sabios, siempre prefiere escuchar. Bien dicho,don Nacho, porque la neta del planeta es que si el nuevo comité directivo no se ponen las pilas y trabajan sin trincarse la "luz", se los va a cargar "Pifas", sobre todo ahora que se quedaron en la ruina; o sea, "caninos" o dicho en andalú: "má tiezo que la mojama".

¿Qué diría el mandón?

No quiero ni pensar que diría el gran Manolo Martínez si se enterara que su nietecito del mismo nombre está a punto de debutar en público en San Julián el próximo 2 de febrero como becerrista. ¡Uy, manito, ni te cuento! A ver si el master no se levanta de su mausoleo capitalino y se aparece por allá en la placita de Jalisco y forma un lío. Bueno, sólo deseamos que el chavalín tenga la misma raza que el abuelo, y demuestra esa clase de mucha categoría que marcó toda una época. Ay, creo que así se llamó uno de los toros de la despedida en La México, ¿qué no? No quiero acordarme, pero como tengo una memoria de elefanta, creo recordar que cuando Manolillo dijo que quería ser torero, su famoso padre mandó un boletín diciendo que su hijo estaba "chaleta", avalado por un parte facultativo donde aseguraban los galenos que el vástago del mandón no estaba bien del "majín" y que eso le imposibilitaba desempeñar tan compleja profesión. Pues ni así consiguió Manolo apartar a su hijo del inevitable contagio de "mal de montera", una enfermedad crónica, progresiva y mortal. "¡Íñor!" como gritan por allá en el norte.


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