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Cariñoso adiós de Mejía en La México (video)

Domingo, 02 Dic 2012    México, D.F.    Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo           
El torero de Tacuba cortó una merecida oreja al cuarto toro de la tarde
Aunque las condiciones de la tarde –por el viento que molestó, y por la falta de casta de los toros impidió mayor brillantez a las faenas–, Manolo Mejía se afanó en ofrecer una digna actuación en la Plaza México, durante la corrida de su despedida de los ruedos.

Y lo hizo cortando una merecida oreja al cuarto, un toro largo y hondo, el de más romana de todos, que desarrolló complicaciones. A pesar de esta circunstancia adversa, sobre todo en una tarde tan especial, Manolo no dudó ni un momento en sacarle provecho y le hizo una faena recia en la que lució su bien aprendido oficio, el mismo que le permitió andar con mucha solvencia delante de la cara de los toros durante casi tres décadas.

El público que había en los tendidos se compenetró con Manolo y le coreó los muletazos por el pitón derecho al compás de "Las Golondrinas". Y así, con estructura y conocimiento de causa, el torero de Tacuba le robó muletazos de mérito al de Marco Garfias en el terreno de los medios.

Después de una discreta probatura del pitón izquierdo, por el que las tarascadas de la res eran todavía más incómodas, decidió volver a colocarse la muleta en la diestra para redondear otras series interesantes, en las que siempre le salió un paso adelante al toro para provocarlo.

Unos inusuales pases lasernistas fueron el colofón de una faena sobria y medida que remató con una estocada entera, un tanto desprendida, para que se le concediera un apéndice, mismo que paseó en medio de la entrega de un público que reconoció la actitud de Manolo, que en este escenario escribió los pasajes más importantes de su carrera a mediados de los años noventas, cuando se encumbró en un par de temporadas.

Y fue su padre, el popular y querido Panchito Mejía, que minutos antes le había hecho el Tancredo al toro cuando éste saltó al callejón y pasó por detrás de su cuerpo a toda velocidad, el encargado, conjuntamente con sus nietos, de desprenderle el añadido a Manolo, en un momento emotivo que la concurrencia siguió con nostalgia.

Había expectación por ver a Fabián Barba luego de su destacado triunfo de la temporada anterior. Sin embargo, el hidrocálido se topó con dos toros que colaboraron poco con sus sinceras intenciones.

Si acaso el primero, un ejemplar de antiestética cornamenta capacha, que semejaba un poco la imagen de un búfalo africano, tuvo una primera parte buena en su conducta, pero mediada la faena se apagó y ya no hubo forma de que Barba ratificara su encomiable actitud, que había quedado patente desde que lo recibió de rodillas, en los medios, y posteriormente en un par de series de naturales de magnífica factura.

Uno de los pasajes estelares de la corrida fue el extraordinario quite el hidrocálido hizo por gaoneras al quinto toro, quedándose más quieto que un poste, jugando los brazos con gran soltura y llevando siempre la embestida toreada y no sólo dejándole pasar, como esos habituales parones que dan algunos otros espadas al ejecutar esta suerte.

El toro embistió con la cara por las nubes, prácticamente desde que fue picado. Y no hubo forma posible de obligarlo a embestir, no obstante que Fabián intentó dejarle siempre la muleta delante de los ojos y trató de ponerle chispa a aquel deslucido comportamiento que presentaba el toro.

Con una faena de recursos, en la que enseño el sitio que ha ganado en los últimos meses, así como el oficio que atesora, no fue suficiente para devolver el ánimo al público, que por momentos se mostró distraído.

David Mora tuvo en las manos uno de los toros más completos de la corrida, que fue el de la ceremonia de confirmación de alternativa, corrido, evidentemente, en primer lugar.

El torero español se mostró bien toreando con el capote, en un vistoso quite por chicuelinas que remató con varias "tomasinas" que entusiasmaron a la gente. Pero luego no consiguió proyectar demasiada emoción al tendido durante una faena un tanto de espejo, a la que hizo falta más autenticidad en el sentimiento.

Parece como si Mora se hubiese interesado en hacer las cosas tan bien que se olvidó de sentir el toreo, y salvo en contados detalles, su trasteo no caló en el tendido antes de colocar una primera estocada envainada que emborronó lo poco que había conseguido.

El sexto era otro toro bien presentado, aunque un tanto alto de agujas e incómodo en su embestida. Mora le buscó las vueltas con mucha decisión, exponiendo ante las miradas inciertas del ejemplar de Marco Garfias que cerró una función que contó con la cálida despedida de Mejía.

Vamos a ver si el domingo siguiente se reanima una temporada que lleva buen paso, ahora que José Mari Manzanares es el eje de un cartel muy atractivo al lado de Zotoluco y Mario Aguilar, con toros de Marrón.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Séptima corrida de la Temporada Grande. Un cuarto de entrada (alrededor de 10 mil personas) en tarde fresca, con molestas ráfagas de viento. Toros de Marco Garfias, con edad y varios serios por delante, disparejos en hechuras y de poco juego en su conjunto, salvo el 1o. que fue el más manejable hasta el final de su lidia. Pesos: 470, 480, 495, 525, 496 y 500 kilos. Manolo Mejía (azul marino y oro): Palmas y oreja. Fabián Barba (turquesa y oro): División y palmas. David Mora (palo de rosa y oro) que confirmó la alternativa: Silencio y palmas. Al finalizar el paseíllo, varios miembros de la Unión Mexicana de Toreros le entregaron un reconocimiento a Manolo Mejía por su trayectoria. Destacó en varas Eduardo Noyola. Mora confirmó con el toro "Miel en Penca", cárdeno, con 470 kilos. Pancho Mejía y los hijos de Manolo le desprendieron el añadido a la muerte del cuarto toro.

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