El arte del toreo se llama Morante (video)
Domingo, 11 Nov 2012
Guadalajara, Jal.
Juan Antonio de Labra | Enviado
El torero sevillano dejó destellos de su arte en el ruedo tapatío
El mano a mano entre Morante y Silveti tenía mucho interés por dondequiera que uno mirase, y desde luego que así se reflejó en la expectación que generó entre muchos aficionados y profesionales, no sólo de Guadalajara sino de otras ciudades que arribaron a esta ciudad ávidos de sentir emociones toreras.
En este sentido, la corrida cumplió con creces porque tuvo contenido. Y lo tuvo, sobre todo en su aspecto artístico, ya que Morante dejó una faena para al recuerdo delante del único toro realmente bueno del encierro, perteneciente a la ganadería de Teófilo Gómez que terminó embistiendo gracias a que el torero sevillano lo consintió mucho y le hizo creer –en determinados pasajes del trasteo– que el toro podía ganarle la partida.
Pero como además de arte tiene una técnica sumamente depurada, y un especial conocimiento de los terrenos, las distancias, los toques y las alturas de los engaños, el de Teófilo Gómez terminó embelesado en los vuelos de esa muleta tersa y perfumada, que acaricia la arena en cada pase, como el suave vaivén de la espuma del mar en calma.
Porque no sólo su presencia llena plaza, con ese empaque tan natural que atesora. También la expresión corporal de Morante es digna de admiración, y hasta ese puntito de sobrepeso le sienta bien, dando la impresión de que se trata de un torero del siglo XIX pero tremendamente moderno, clásico y dinámico, que comprende a la perfección lo que es el sentimiento del toreo.
Y así fluyó desde las hermosas verónicas de recibo al toro que abrió plaza, y se prolongó hasta los ayudados por alto del comienzo de su segunda faena, la esencia misma de una corrida cargada de emoción.
Los redondos tuvieron una cadencia singular, porque aquí, el pase se convierte en una estela de ritmo que no termina, sino que se encadena en el segundo muletazo y es de esta manera como construyó series de un gran acabado, en medio de ese olé profundo del público; el olé que brotó de las entrañas, que es precisamente donde anida el sentimiento que provoca un artista de esta calidad.
Hasta los adornos tuvieron el donaire de lo bien hecho. La estocada mortal que dio al toro, fue apenas el anhelo de una agonía muy torera, cuando el de Teófilo Gómez lo siguió hasta los medios y trató de embestirle por última vez antes de derrumbarse al a par que el delirio crecía en el tendido.
La sonrisa franca de Morante era luminosa en la vuelta al ruedo, sabedor de que su misión en esta vida es la de gustarse y transmitir; sentirse torero y fundirse con un toro, como ocurrió hoy en Guadalajara.
El resto de su actuación fue un tanto desigual, quizá porque ya se había vaciado y también porque el quinto toro se lastimó un pitón y llegó diezmado a la muleta.
La obra de arte con el tercero ya había quedado ahí como una clara referencia de lo que debe de ser el arte del toreo cuando se tiene un concepto claro de este misterio tan profundo.
El esfuerzo que hizo Silveti por agradar fue encomiable, y a todas luces tenía la tarde cuesta arriba desde el sorteo, cuando se hicieron los dos lotes, siendo el de Diego el más cargado de kilos y pitones.
Vaya si le puso raza el guanajuatense; y quedó patente en dos riesgosos quites por saltilleras y gaoneras, respectivamente, ejecutados con dos de sus toros, así como las estrujantes bernadinas finales al sexto de la tarde, antes de que llegara esta inoportuna cornada –con el ejemplar de regalo– que vino a recordar el drama de la Fiesta.
La faena de mejor hechura la hizo al primer toro de su lote, un ejemplar de Xajay que, sin emplearse humillado en la muleta, tuvo movilidad y transmisión.
Diego le plantó cara y trató de someterlo, llevándolo metido en la muleta con el compás abierto en redondos largo que le jaleó el público con fuerza. Lástima que el toro no terminaba de descolgar más la cara, porque Silveti estaba deseoso de encauzar mejor las embestidas. Sin embargo, ahí quedó su sello y deseo de no dejarse ganar la partida.
El toro de Los Encinos, uno de los de mayor cuajo de la corrida, se desfondó después de la suerte de varas. Y Diego volvió a jugársela y hasta resultó volteado feamente al torearlo de muleta, porque el toro era incierto y distraído, además de que por el pitón izquierdo miraba mucho al torero.
Espoleado por lo que había hecho Morante en el tercero, Diego buscó afanosamente el triunfo con el sexto, de la ganadería de Barralva, un atanasio cornalón y violento al que quizá faltó un segundo puyazo.
El arrebato de Silveti, aunado al temperamento del toro, dio como resultado una faena deslavazada que no acabó de convencer al público, que se metió injustamente con el torero, que posiblemente albergó la posibilidad de obsequiar un sobrero, lo que al final dio al traste con el objetivo que era triunfar.
En cambio, se fue "al hule" cuando toreaba de muleta a este regalo de Bernaldo de Quirós, que embestía de manera reservona: a veces metiendo la cara abajo y otras punteando con peligro. En un descuido, el toro le echó mano, con tan mala fortuna que cuando lo tuvo abajo volvió a cogerlo por la faja, levantándolo en vilo de manera aparatosa.
Ahí se acabó la corrida y la esperanza de que este mano a mano hubiese tenido un resultado distinto.
Ficha Guadalajara, Jal.- Plaza "Nuevo Progreso". Dos tercios de entrada en tarde espléndida. Toros de
Campo Real, Xajay, Teófilo Gómez, Los Encinos, Campo Real, Barralva y
Bernaldo de Quirós, como regalo, bien presentados, varios de armoniosas hechuras, de juego desigual, de los que destacó el 3o., de
Teófilo Gómez, premiado con arrastre lento. Pesos: 535, 500, 475, 500, 490, 480 y 535 kilos.
Morante de la Puebla (negro y pasamanería blanca): Ovación, oreja, división y silencio en el que mató por
Silveti. Diego Silveti (nazareno y oro): División, silencio y silencio. Incidencias: En la lidia del toro de regalo
Diego Silveti sufrió una primera voltereta en la que el toro le propinó una cornada en la pantorilla izquierda, y posteriormente lo enganchó por la faja y lo volteó de forma muy aparatosa y cayó de fea manera lesionándose las cervicales. Fue trasladado a la Hospital Country 2000 para ser operado. Destacaron en varas
César Morales y
Rodolfo Acosta.
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