La tarde de la tercera corrida de la feria de Pachuca, tuvo un nombre, Pedro Gutiérrez “El Capea”, y se apellidó Toreo lento y despacio, y es que si hubo contenido de un festejo apurado de anodino merced de los toros, lo remontó el gran concepto, clase y arte del diestro español afincando en nuestro país.
Porque el debut del hierro zacatecano de Boquilla del Carmen, no fue menos del que vimos allá en la década de los noventa: dóciles y nobles, pero sin mucho fondo, y ante eso, ya bastante habían hecho los toreros, ante un público sencillo (como se ha caracterizado los últimos años), que acude a la plaza dispuesto a aplaudir.
El Capea padre ha sido uno de los toreros consentidos de esta plaza, y así como en aquellos años (que justo este 18 de octubre que se cumplirán 25 años de que indultara a "Poblano", de Tequisquiapan), el público reciente quizá no recuerde feria a feria a El Capea pero siempre se queda en el ánimo de éste, porque el diestro salmantino se reinventa y vuelve a recrear, y re crear, el toreo, haciendo que se le entregue.
Le tocó esta tarde el lote más potable, o, por qué no, un lote que quizá lo hizo ver mejor de lo que era en contenido, porque lo entendió muy bien e hizo disfrutar a la concurrencia de un toreo puro, bueno, de gran concepto, de clase y arte exquisitos. Lo mismo toreó con temple con el percal, de salida en verónicas y en quites, que llevó sobadas las embestidas de sus toros que se desplazaron con docilidad, con una nobleza sosa, en ocasiones desesperante, pero que la firmeza, largueza, clase y el regusto del torero, se sobrepusieron a esas condiciones, calando en el público. A ambos astados, aunque los mató de manera certera, casi en nada variaron las estocadas, les cortó finalmente cuatro merecidas orejas.
Uriel Moreno "El Zapata" estuvo variado con el percal ante el que abrió festejo, que en el quite no anduvo muy aseado por el aire incómodo que sopló. Destacó como es habitual con las banderillas, bullidor, por lo que se hizo ovacionar. De muleta destacan dos tandas porque tuvieron temple y largueza, con la mano diestra, una de ellas a pies juntos, con buen concepto y gustándose, pero la res se apagó, regalando apenas una que otra embestida. Falló con el acero, perdiendo quizá un trofeo, quedando su labor en una sentida ovación.
Su segundo, el que más peso dio en la báscula y que hizo una pelea decorosa en el caballo, al final se defendió. Puso calor en el tendido con los pares de banderillas espectaculares que acostumbra (ya saben, el monumental y dos violines). De muleta, el trasteo no fue largo pero consistente, pues la res se quedó corta en la embestida, punteaba y echaba la cara arriba. Le robó algunos muletazos buenos, bien asentado, hasta donde pudo dar la res. Aunque señaló un pinchazo y luego dejó una estocada apenas trasera y tendida, fue tan importante la petición que terminó cortando una oreja y compartiéndola en la vuelta al ruedo y en el brindis, a un niño con ceguera, de una fundación, en uno de los momentos emotivos de la tarde.
Arturo Macías lanceó de rodillas al primero, quitó con voluntad y con la muleta, ante un toro que pasaba y nada más, soso y noble, le faltó estructura a su trasteo. Hubo ayudados que en ocasiones no le resultaron limpios porque incomodaba el aire, así también el recurso de torear de rodillas. No anduvo acertado con la espada y escuchó los tres avisos.
Con una larga de rodillas en tablas saludó a su segundo, luego lo veroniqueó y, en la muleta, con más asentamiento, lo toreó con ayudados por el pitón derecho que le corearon. El torero se sintió más a gusto e hizo bien las cosas. Cobró una estocada tendida con la que tardó en doblar la res, por lo que hubo petición de una segunda oreja, que no era para tanto. Sacó al ganadero a dar la vuelta al ruedo en un hecho que pensamos fue exagerado.
Luis Gallardo reaparecía ante la afición de la capital del estado y lo hizo bien, pero su lote no colaboró mucho. Veroniqueó a pies juntos a su primero, y con la muleta, ante una res que protestaba, se defendía y se quedaba corta en la acometida, estuvo voluntarioso, con algunos ayudados que le corearon, sin duda esperando el diestro que remontara aquello, pero ya no fue posible porque la res se rehusó a seguir embistiendo. No estuvo fino con el estoque y quedó en palmas su labor.
Su segundo no varió del primero; sosito, parado, deslucido, cumplió bien al torearlo con el percal, y en la muleta lo intentó, esbozando algunos muletazos estimables, que los hubo con calidad algunos por el izquierdo, pero ante un toro sin contenido, no había mucho que hacer, así que hubo algunas palmas cuando se fue a la barrera luego de despacharlo al tercer viaje.
Pachuca, Hgo. Plaza monumental "Vicente Segura". Tercera corrida y cuarto festejo de feria. de la Poco más de media plaza (unas seis mil personas), con tarde soleada y ventosa. Toros de Boquilla del Carmen, bien presentados, manejables en general, nobles pero sin mucho fondo y contenido. Pesos: 450, 455, 445, 440, 520, 470, 465 y 445 kilos. Uriel Moreno "El Zapata" (plomo y oro): Ovación y oreja. Pedro Gutiérrez "El Capea" (verde y oro): Dos orejas y dos orejas. Arturo Macías (grana y oro): División tras tres avisos y oreja tras aviso. Luis Gallardo (blanco y plata): Palmas y silencio. Incidencias: Se tributó un minuto de aplausos a la memoria del ex novillero pachuqueño Carlos de la Peña García, que muriera hace días.