El trillado asunto de los huevos... (video)
Domingo, 26 Ago 2012
México, D.F.
Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo
Cristian Hernández protagonizó una tarde polémica
En las últimas semanas, y debido a la carestía de los huevos, la palabra ha estado en boca los comunicadores y la opinión pública, aprovechando la picardía del mexicano para lanzar albures que vayan a tono con la problemática de la especulación en torno a este producto avícola de la canasta básica.
Y para no desentonar con ello, a Cristian Hernández tampoco tuvo empacho en lanzar, en una entrevista reciente, que iba a demostrar que "sí tenía huevos", aunque, evidentemente, no se refería al tema de la escasez y alza de precios en los expendios de blanquillos, sino a tratar de revertir la mala tarde aquella de hace dos años cuando se ganó a pulso el mote del "torero sin huevos".
Y se lo ganó a pulso luego de haberse dejado vivo los dos novillos de De Haro en la misma Plaza México, y más tarde al atender la suspicaz invitación de varios programas españoles de la "telebasura" donde contó su caso y los periodistas de la prensa rosa de aquel país hicieron escarnio de este sonado fracaso del novillero queretano.
A su favor, y tras recibir esta nueva oportunidad, es preciso señalar que reapareció en el gran escenario –una vez más dejando al descubierto enormes espacios de cemento– con una buena actitud y que trató de hacer las cosas bien. Sin embargo, su deficiente manejo de la espada no le permitió acallar las burlas y rencores del público que, aunque escasito, no olvida aquel ruidoso petardo.
Porque su actuación en sí misma fue digna, ni duda cabe, aunque no con la brillantez deseada si consideramos que sorteó un lote para triunfar, compuesto por dos novillos de La Guadalupana que tuvieron nobleza y calidad en sus embestidas.
La gente la arreó a Cristian desde que se abrió de capote en tres largas cambiadas con exposición y valor, ejecutadas en distintos terrenos, ante un ejemplar fino de hechuras y cornidelantero al que le hizo falta un puntito más de fuerza para haber transmitido mejor sus enclasadas embestidas. Quizá uno de los mejores momentos de la tarde fue el templado quite por gaoneras, mismo que realizó en un palmo de terreno y sin moverse del sitio.
Después, la faena discurrió entre altibajos mientras el queretano recuperaba la confianza en sí mismo, y trataba de quedarse quieto con arrojo en muletazos buenos por el pitón derecho. Abrochó su labor con unas ajustadas bernadinas que caldearon el ambiente antes de que echara a perder todo con la espada. Si bien es cierto que quizá no le hubiese alcanzado para cortar una oreja, por lo menos intentó estar a la altura del compromiso.
El cuarto era un novillito de escándalo, y no por eso de que tenía dos platanitos en vez de pitones, sino por la calidad de sus embestidas por el pitón derecho, que eran de dulce y para habérselo comido entero como aperitivo.
Sin embargo, Cristian tardó en encontrarle la distancia y volvió a estar dispuesto pero sin fondo, lo que provocó contrariedad en un público exigente, que quería ver torear con temple y sabrosura al de La Guadalupana. Sólo en contadas series consiguió acoplarse, cerca de tablas, a pesar del viento que fue, conjuntamente con la llovizna posterior, uno de las adversidades de la tarde.
Una vez más, estuvo hecho una chata con la espada hasta escuchar dos avisos y una bronca, sinónimo de que el público ya no traga cualquier cosa y mucho menos que un torero le venga a hablar de huevos, porque la palabra más adecuada y castiza para este término, en el ambiente taurino, es la de "los "cojones"; y de eso nunca se habla, sino que simplemente se pone en práctica.
César Ibelles tuvo los arrestos de quedarse en el ruedo tras haber sufrido un fuerte golpe de pezuña en la cara, cuando el quinto de la tarde le dio una voltereta al intentar un quite. Parecía que el torero de Atizapán se iba para adentro, pues se le cerró el ojo derecho y llevaba una herida interna en la nariz.
El público agradeció su entrega, y el hecho de continuar la lidia delante de un novillo manejable, el único que manseó en varas, que tenía un aceptable pitón izquierdo, lado por el que César le dio ayudados limpios, carca de tablas, pero carentes de vibración.
La faena al segundo de la tarde buscó encontrarle las vueltas a un novillo que tenía un punto de violencia y embestía sin ritmo, con la cara alta y punteando los engaños. Se le notó nervioso y desconcentrado antes de colocar media estocada habilidosa para marcharse al callejón en medio de una marcada división de opiniones.
El español Tulio Salguero pechó con el lote más deslucido del encierro y sólo en contados pasajes pudo apuntar muletazos templados, sobre todo delante del tercer ejemplar de La Guadalupana, al que hizo una faena intermitente en la que resultó volteado sin consecuencias, pues nunca terminó de verlo claro con excepción del momento de la estocada, que ejecutó con seguridad y valor.
Bajo la pertinaz llovizna que caía en el sexto, el hijo del picador de la cuadrilla del maestro Alejandro Talavante se esforzó pero sin resultados, pues sus bruscos procedimientos –los toques de muleta eran auténticos chicotazos–, acabaron acobardando aún más al novillo berrendo que se refugió en tablas, y cuando Tulio cogió la espada, la lluvia arreció espantando a los pocos aficionados que todavía se encontraban en sus localidades, suscitándose una estampida en busca de los túneles.
Ficha México, D.F.- Plaza México. Octava novillada de la Temporada Chica. Unas mil 700 personas en tarde nublada y con llovizna a partir del 5o. Novillos de
La Guadalupana, disparejos en presentación y hechuras, manejables en su conjunto, salvo el 2o. y el 6o., de los que destacaron 1o. y 4o. por su calidad. Pesos: 365, 397, 418, 407, 410 y 400 kilos.
Cristian Hernández (añil y oro): Silencio tras aviso y pitos tras dos avisos.
César Ibelles (verde botella y oro): División y silencio.
Tulio Salguero (verde hoja y oro): Silencio en su lote. Incidencias: El novillero leonés
Adrián Padilla se tiró como espontáneo a la salida del quinto novillo y fue remitido a la Delegación Benito Juárez.
César Ibélles fue atendido en la enfermería de la plaza de un fuerte golpe en la cara, producto del pisotón que le dio el quinto novillo.
Noticias Relacionadas
Comparte la noticia