Arturo Macías salió con su habitual entrega a dejarse la piel en el ruedo del centenario coso potosino, y obtuvo mejores resultados durante la faena del quinto toro, un ejemplar de armoniosas hechuras que se desfondó desde los primeros compases de la faena.
A pesar de ello, el hidrocálido echó mano de sus recursos y le robó pases meritorios, en los que se puso cerca de los pitones e hizo diversos desplantes y adornos que complacieron al público, que siempre estuvo de su lado. Mató de una estocada dando el pecho, de la que el de Xajay salió prácticamente muerto de la mano y fue así como cortó dos orejas en medio de la algarabía de la gente, que vio con agrado su actuación.
El segundo toro de la tarde se paró desde el capote y no hubo forma de hacer gran cosa delante en el último tercio, sino despensarlo de una estocada arriba que le valió el corte de la primera oreja que se llevó, aunque no ausente de algunas protestas por parte de un sector del público.
Mario Aguilar se mostró entregado y torero durante toda la corrida .Desplegó raza el hidrocálido, que prodigó en dos faenas de buen acabado.
A base de estar centrado y valiente, ejecutó muletazos templados y recios al primer toro de su lote, buscando siempre prolongar la embestida de un astado que venía tirando violentos derrotes a lo largo de su recorrido. Cuando ya le tenía cortada una merecida oreja, su falta de contundencia con la espada -colocó media ración de acero que no hizo doblar pronto al toro- le privó de tocar pelo.
La lidia al cuarto tuvo pasajes más interesantes, sobre todo con el capote, pues toreó con suavidad y temple y a la verónica, y más adelante hizo un ajustado quite por chicuelinas que alborotó a la concurrencia. La faena discurrió entre altibajos, con algunos muletazos recios, de buena factura, y otros sobre piernas y demasiado arrebatados, pues el ejemplar de Xajay se quedaba un tanto corto y miraba mucho al torero, además de que acudía punteando constantemente el engaño, lo que provocó dos desarmes que restaron brillantez, mas no emoción, al trasteo.
La faena al sexto tuvo una excelente vibración, pues Mario sorteó el mejor toro de la corrida, el único realmente potable del bien presentado encierro queretano. Así que desde el capote enseñó un toreo sentido y despacioso que se prolongó hasta la muleta, con el público entregado, y el toro también.
Los pases se sucedieron unos a otros en un palmo de terreno, con el torero girando únicamente sobre los talones y ligando el toreo con una magnífica prestancia, pues aguantó como torero macho determinados frenazos del toro por el pitón derecho, lo que también habla del valor sereno que atesora Aguilar.
Al ver que el toro ya había dado de sí, se tiró a matar y aunque colocó una estocada tendenciosa, el de Xajay dobló pronto y eso contribuyó a que la gente le pidieran las dos orejas con fuerza.
Ignacio Garibay pechó con un lote que no le permitió demasiadas florituras, compuesto por un primer toro que sabía bien lo que dejaba atrás y otro que, aun teniendo cierta transmisión, embestía a regañadientes. Así que el torero capitalino se vio obligado a meter el acelerador a fondo para no quedarse con las manos vacías.
La lidia al cuarto tuvo pasajes más interesantes, sobre todo con el capote, pues toreó con suavidad y temple y a la verónica, y más adelante hizo un ajustado quite por chicuelinas que alborotó a la concurrencia. La faena discurrió entre altibajos, con algunos muletazos recios, de buena factura, y otros sobre piernas y demasiado arrebatados, pues el ejemplar de Xajay se quedaba un tanto corto y miraba mucho al torero, además de que acudía punteando constantemente el engaño, lo que provocó dos desarmes que restaron brillantez, mas no emoción, al trasteo.
A la hora de matar colocó una estocada habilidosa, entera, algo desprendida, y aunque la gente pidió con fuerza la segunda oreja para Ignacio, el juez desestimó esta solicitud y el diestro se tuvo que conformarse con dar una aclamada vuelta al ruedo sólo con un apéndice en la espuerta.
Así concluyó una noche con diversos matices, preámbulo de la corrida estelar de mañana en la noche, cuando se festeje al santo patrono, San Luis Rey, en la última de feria.
San Luis Potosí, S.L.P.- Plaza "El Paseo-Fermín Rivera". Tercera corrida de feria. Tres cuartos de entrada en noche agradable. Toros de Xajay, muy bien presentados, varios con exceso de kilos, de escaso juego en su conjunto ya que resultaron reservones y violentos, salvo el 5o. que fue muy dócil y el 6o. que se empleó en varas, tuvo calidad y fue premiado con arrastre lento. Pesos: 530, 545, 480, 540, 520 y 536 kilos. Ignacio Garibay (caña y oro): Silencio tras aviso y oreja con fuerte petición. Arturo Macías (verde esmeralda y oro): Oreja con algunas protestas y dos orejas. Mario Aguilar (rosa y oro): Ovación tras aviso y dos orejas. Sobresalió en banderillas Felipe Kingston, que pareo con suma facilidad un toro complicado, no obstante su veteranía. Aguilar invitó a dar la vuelta al ruedo al ganadero Javier Sordo tras la lidia del 6o. Al final de la corrida Macías y Aguilar fueron paseados a hombros.