Inspirada reaparición de Cruz Ordóñez
Sábado, 07 Abr 2012
Riobamba, Ecuador
Santiago Aguilar | Foto: Cortesía Diario HOY
Aunque sin tocar pelo, demostró que es un artista consumado
Una nueva expresión de serenidad lucía el rostro de Mariano Cruz Ordóñez a la hora del paseíllo en el ruedo de la plaza de toros "Raúl Dávalos" de la ciudad de Riobamba; aspecto de contrastaba con la desgarradora tensión que reflejaba el torero en los minutos previos a cada una de sus actuaciones en la primera etapa de su carrera profesional; es que la tarde del sábado, marcó la reaparición de Cruz Ordóñez tras un paréntesis de dos años, en los que el talentoso torero, llevó a cabo una intensa batalla personal para buscarse a sí mismo, en la idea de encontrar equilibrio y tranquilidad, y desde allí, repotenciar su actividad profesional.
El sábado de gloria para Cruz Ordóñez era una suerte de moneda al aire del destino, un punto de inflexión vital en la que el hombre y el artista trataban de reencontrarse y esta vez sí, caminar juntos.
"El toreo es un ejercicio del espíritu" refirió el inmenso Juan Belmonte al no menos grande Chávez Nogales en una de las conversaciones que el legendario coleta y el periodista llevaron a cabo para dar forma al relato de la vida del diestro; la frase se ha convertido en una de las más rotundas verdades que sintetiza con sabiduría la esencia de la fiesta de los toros que reside en el alma de los toreros.
Quienes hemos seguido la trayectoria de Cruz Ordóñez apreciamos su inacabable capacidad expresiva y admiramos esa especie de trance o desdoblamiento que el diestro vivía en la arena, permitiéndole que su toreo se convierta en una obra de arte con profundas cargas emocionales que agitaban los espíritus de unos y de otros. Sin embargo, ese toreo casi genial, obró en contra de su gestor, pues el alma de Cruz Ordoñez se desagarraba como la de todo artista que reclama comprensión y reconocimiento.
El espectáculo taurino es implacable con aquellos que no entienden que el triunfo debe repetirse tarde a tarde, el lograrlo exige una inacabable preparación, técnica, física y mental; la profesión de matador de toros comporta entonces disciplina y trabajo, mucho trabajo. El caso es que Cruz Ordóñez, desde la disciplina y el trabajo, le ofreció una nueva oportunidad al hombre y al torero.
Es que lo sucedido el sábado en la primera corrida de la feria del Señor del Buen Suceso tuvo importancia porque el espada lidió dos toros de diferente comportamiento, emocionante fue su faena al cuarto de la tarde, una res de bruscas embestidas que reclamó de su lidiador valor y firmeza para manejar la muleta e ir domeñando aquellas complejas acometidas.
Los muletazos iniciales por bajo impusieron la ley del hombre y de allí en adelante, el animal fue admitiendo las series de pases sobre las dos manos, en un trasteo de yunque y martillo que fue creciendo muletazo a muletazo, al punto que el toro ahormó sus embestidas y permitió que surgieran vistosos derechazos. A la hora de la verdad los pinchazos impidieron un premio mayor; pese a ello, la vuelta al ruedo resultó vibrante, como para demostrar que en ocasiones se puede triunfar sin cortar orejas.
En el primero de la tarde Cruz Ordóñez, dejó su impronta de torero de calidad pues, trasteó a gusto con el capote y buscó extender su faena de muleta ante un toro que fue castigado en exceso en el tercio de varas.
Juan Pablo Díaz cortó la única oreja del festejo merced a una voluntariosa labor al quinto de la tarde, un serio y colaborador ejemplar, en el que el lidiador se prodigó en adornos y alardes de valor, gestión calcada de la que ejecutó al primero de su lote con el que tras escuchar un aviso fue ovacionado.
El conjunto del encierro de la ganadería de Trinidad fue interesante y merece destacarse, el saldo de corte de orejas fue exiguo por la falta de seguridad con que la terna manejó la espada; de la media docena de astados destacamos a dos toros importantes, los corridos en tercer y sexto lugares, ejemplares para triunfo grande y consagración, en especial el precioso colorado que cerró el festejo, "Polvorero", marcado con el número 329, toro serio de profundas y nobles embestidas que debió ser indultado.
José Antonio Benítez lidió ese lote de ensueño y no logró trascender, con su primero que tomaba la muleta con la cara muy abajo apuntamos algún derechazo de buen trazo; en el sexto, el gran "Polvorero", su quehacer tuvo algo más de estructura pero sin la fibra indispensable para alcanzar la gloria.
La feria de Riobamba continuará los días 20 y 21 de abril con dos estupendos carteles en los que constan reconocidos toreros de Ecuador, México y España.
Ficha Riobamba, Ecuador.- Primera corida de la Feria del Señor del Buen Suceso. Un tercio de entrada en tarde lluviosa. Toros de
Trinidad, bien presentados y desiguales en juego, de los que destacaron 3o. y 6o., que tuvieron una gran calidad; éste último fue premiado con vuelta al ruedo por su notable juego. Pesos: 435. 430, 455, 430, 450 y 440 kilos.
Cruz Ordóñez (vino burdeos y azabache): Palmas y vuelta.
Juan Pablo Díaz (marfil y oro): Ovación tras aviso y oreja.
José Antonio Benítez (gris plomo y azabache): Silencio tras aviso y silencio. En varas destacó
Hernán Tapia, y en la brega
Juan José San Martín, mientras que con las banderillas estuvieron bien
Carlos López y
Gabriel Caza.
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