Con una novillada se puso en marcha la actividad taurina de la Feria de Bogotá, en la que la terna estuvo por debajo del encierro que, pese a un grave problema que dejó a cuatro novillos con las pezuñas partidas, tuvo algunas cualidades. 

Sebastián Cáqueza fue el triunfador al cortar el único trofeo de la tarde a fuerza de voluntad y firmeza en algunas series con la muleta en el tercero, un buen novillo con raza que fue siempre a más humillando y con recorrido. Escaseo el temple a lo largo de la faena, pero el público reconoció la afición del novillero que no dejó ver el fondo del novillo premiado con justicia con la vuelta al ruedo. 

Cáqueza se fue en medio de una cariñosa ovación al negarse a estoquear al sexto bis, que fue conducido a los toriles con la pezuña partida. El sexto titular también sufrió el mismo percance y fue devuelto. No había un tercer novillo de reserva, pues el primer reserva salió como segundo bis. 

Juan Viriato, que abrió plaza, no tuvo suerte en el sorteo y se llevó el lote más complicado. Dos mansos con peligro que no permitieron a Viriato ningún lucimiento. No supo dar la distancia apropiada y en las dos ocasiones fue embestido sin consecuencias. En el cuarto saludó desde el tercio gracias a un espadazo. 

Luis Miguel Castrillón, que recientemente firmó un contrato de apoderamiento con el maestro José Antonio Campuzano, dejó ver algo de su clase con el capote pero poco oficio con la muleta y en el segundo de la tarde pasó trabajos para lidiar al manso que salió como bis tras partirse la pezuña el titular. 

En el quinto de nuevo algunos detalles con el capote, pero poco mando con la muleta ante un novillo que siempre salió suelto de los engaños y sin ninguna clase. Ilusionó una serie ligada y con más temple, pero no pasó a mayores.