Mauricio levanta pasión en La México (video)
Domingo, 08 Ene 2012
México, D.F.
Juan Antonio de Labra | Foto: Segio Hidalgo
Cortó una oreja en una tarde donde no estuvo fino con la espada
La actuación de José Mauricio puede calificarse como el resurgimiento de un gran torero; un torero de clase; un torero de empaque natural que ahora añade a su discurso taurino un sentimiento especial, y una forma de andar por la el ruedo que provoca pasiones.
Y todo ocurrió en esta plaza, su lugar cotidiano para ensayar; el escenario donde se hizo matador de toros en diciembre de 2005; el coso en el que, cierto día de enero del año 2009, cuajó una de las faenas más inspiradas que se recuerden en los últimos años a un magnífico toro de Barralva.
Hacía tiempo que un torero no despertaba polémica, y aunque no alcanzo a dilucidad porqué ocurrió así el día de hoy, creo que José Mauricio apunta para ser un torero de luz y sombra; como aquellos grandes espadas de otra época, capaces de encender la ira de la gente en cuestión de segundos, o de subyugar con su arte cuando la inspiración brota de la nada. A veces en una misma faena; a veces, de toro a toro.
La actuación de José Mauricio del día de hoy fue de contrastes porque así lo dictaron los toros de su lote, y si "Fuentespina", lidiado en tercer lugar, fue un toro peleón, como el vino riojano que lleva ese nombre, la conducta de "Piamonte" recordó aquella noble región italiana de Turín, con su viento fresco venido de los Alpes, como el toreo mismo de este diestro capaz de entusiasmar al público con la elegancia de su toreo.
Porque el tercero fue un toro complicado de salida, al que las cuadrillas le hicieron ascos, y con el que se preveía un petardo gordo, si consideramos la ausencia de claridad de ideas de José Mauricio en tardes pasadas. Pero no fue así, porque el hombre se plantó decidido, arrojó la moneda al aire, y le hizo las cosas con arrojo y torería para terminar imponiéndose en una faena con mucho contenido.
Y así como metió al toro en el canasto, mientras se mascaba la voltereta en cualquier momento, también metió al público en su trasteo, en muletazos recios, en los que aguantó miradas y frenazos, abrochados con asolerados pases de pecho que fueron jaleados fuertemente.
Con la gente en un puño, entró a matar como una exhalación y se fue en banda, dando con la punta de la espada en la arena en trance que pasó de lo dramático a lo cómico, para, en seguida, volver a la cara del toro yo recetarle una estocada desprendida que le valió el corte de una oreja protestada. ¿Por qué protestó la gente, si la faena había tenido tanto fondo? Las veleidades de los públicos a veces son incomprensibles.
Después de ese trago amargo que supuso "Fuentespina", saltó a la arena, en sexto lugar, el mencionado "Piamonte", y desde la preciosa media verónica del inicio, hasta los detalles finales de la faena, el público se deleitó con el toreo de José Mauricio.
El abandono de algunos de los pasajes del trasteo, en los que relajó la figura y hasta codilleó deliberadamente, hicieron rugir al embudo, que se entregó sin reserva mientras el torero disfrutaba aquella faena tan artística, con un gran colaborador como fue el toro de La Estancia; un toro de esos para recrearse en las suertes y disfrutar el toreo a tope.
Con la muleta sin liar, algo que se antoja complicado, sobre todo para ejecutar la suerte de recibir, José Mauricio señaló el primer pinchazo, emborronando así un triunfo clamoroso que derivó, una vez muerto el toro, en una extraña polémica cuando lo llamaron a saludar hasta en dos ocasiones, y más aún cuando se arranco a dar una vuelta al ruedo que estuvo marcada por una sabrosa división de opiniones.
Y como bien dijo el gran Manolo Martínez, las orejas son "retazos de toro", porque lo que verdaderamente valió de la tarde ofrecida por José Mauricio, fue ese toreo cadencioso y relajado que hizo vibrar a la gente.
A diferencia de lo conseguido por el torero capitalino, habría que contar el esfuerzo de sus alternantes, Pedro Gutiérrez "El Capea" y Fermín Rivera, que no terminaron de redondear con sus respectivos toros.
El Capea pudo haber estado más centrado con el ejemplar que abrió plaza, y menos apurado con el de regalo, que acabó desfondándose. Sobresalió su faena al cuarto, un toro que hizo honor su nombre erróneamente escrito en la tablilla de toriles como "Alvariño", pues no se trataba de un Alvarito portués o brasileiro, sino del nombre de una uva excepcional de la región gallega de Pontevedra: "Albariño", con la que se hace un caldo oloroso, fino y un poquito dulce, que mantuvo conexión metafórica con aquellas embestidas mansitas y de gran estilo del toro de La Estancia que tendía a escupirse hacia las tablas.
El salmantino estuvo dinámico, más templado y más reunido, en una faena de buen acabado que no coronó con el acero, echando así por tierra su afanosa labor, ante la mirada de su padre, el gran Capea, que estaba en una barrera de sombra imaginando, quizá, sus tardes de gloria en esta plaza.
Fermín Rivera se había ganado una repetición a toda ley, en la que no pudo "asegundar", porque le faltó más contudencia con el segundo ejemplar de la tarde, un toro llamado "Vino de Piedra", uno de las más emblemáticos de esa hermosa zona del Valle de Guadalupe de nuestra Baja California.
Sólo algunos excelentes muletazos con la derecha fueron bosquejos de trazo y el temple que atesora el potosino, torero de dinastía. En el quinto, el único toro deslucido del parejo encierro de La Estancia, las ganas de triunfo se le atragantaron y acumuló muchos pases sin decir nada. Afortunadamente, ya se le vio en plenitud, la tarde anterior, un hecho que valdrá para no dejarlo en el olvido a pesar de esta tarde sin triunfo.
A la interesante lista de triunfadores de la actual Temporada Grande, se suma el nombre de José Mauricio, que ahora, de la mano de ese taurino discreto y sagaz como es Roberto Fernández "El Quitos", tiene un halagador panorama por delante. Vamos a ver si las pasiones que fue capaz de provocar se edifican sobre el pedestal de ese toreo de pellizco, el de los artistas que tienen el don de conmover a las masas.
Ficha México, D.F.- Plaza México. Décima corrida de la Temporada Grande. Unas nueve mil personas en tarde fría, con algunas ráfagas de viento. Siete toros de
La Estancia (el 7o., como regalo), parejos en presentación y con un alto grado de toreabilidad, de los que destacaron 2o., 4o., y 6o., éste último premiado con arrastre lento. Pesos: 525, 490, 512, 517, 472, 470 y 480 kilos.
Pedro Gutiérrez "El Capea" (carmesí y oro): Silencio en su lote y ovación en el de regalo.
Fermín Rivera (tabaco y oro): Ovación y silencio tras aviso.
José Mauricio (berenjena y oro): Oreja con algunas protestas y vuelta tras aviso entre división. Destacaron en la brega
Beto Preciado y
Sergio González, y con las banderillas
Diego Bricio. José Mauricio dio una vuelta al ruedo con un nieto del ganadero
Alejandro Martínez Vértiz tras la lidia del 6o.
Comparte la noticia