El rejoneador Jorge Hernández Gárate y los matadores Arturo Macías y Antonio Romero, salieron a hombros al finalizar la segunda corrida de feria celebrada hoy en la plaza zacatecana de Tlaltenango, en la que se lidió un encierro de Cerro Viejo.
La tarde abrió con un merecido reconocimiento que se le entregó por su destacada trayectoria al ganadero Alfonso Franco, quien por cuestiones de salud no pudo asistir al festejo, recibiendo la condecoración el matador de toros en retiro y ahora apoderado de Macías, Fermín Espinosa "Armillita".
El festejo inició con la actuación del caballista Jorge Hernández Gárate, quien lidió a un ejemplar alegre que embestía con facilidad a la cabalgadura del potosino que lució con los rejones de castigo y en banderillas llevó cocido al ejemplar a la grupa. Brindó la muerte del burel al empresario taurino David Jurado, para después dejar el rejón de muerte en buen sitio, aunque el toro no dobló, acertó al segundo viaje no sin antes escuchar un aviso de la autoridad.
Su segundo fue un toro con las condiciones necesarias para que el caballista bordará una faena estructurada y con gran variedad, haciendo en todo momento gala de su técnica y de la buena doma de la cuadra de sus caballos que también colaboraron en el lucimiento del jinete que lució sobradamente en las banderillas, pues gracias a la codicia del toro pudo extender el segundo tercio para colocar banderillas cortas, al tiempo que ejecutaba recortes, y piruetas. Despachó al segundo viaje para llevarse como premio dos orejas que el respetable solicitó con fuerza al juez de plaza.
El hidrocálido Arturo Macías llegó dispuesto a armar la escandalera y así lo hizo con el primero de su lote, al que recibió con farol de rodillas para después adornarse con pintureras verónicas que remató con una media de hinojos. Ejecutó un vistoso quite que combinó con gaoneras y delantales.
La tarde se alegró con la figura de Aguascalientes que hizo sonar con fuerza desde las alturas la "Pelea de Gallos" con la que inició su trasteo de hinojos para de ahí comenzar a saborear la miel del astado que acometía con prontitud por lo que Macías pudo estructurar una faena artística, voluntariosa, variada, y con temple. A pesar de que el ejemplar perdió gas, continuó con el ánimo de ofrecer una digna faena, por lo que arriesgó en su afán de no perder las orejas. Rubricó su faena con una estocada en buen sitio cortando así dos orejas.
Con el segundo de su lote también estuvo voluntarioso, aunque el ejemplar tuvo poca fuerza, e hizo cosas de manso. Falló con el acero para escuchar palmas.
El zacatecano Antonio Romero cortó una oreja de peso con su primero a pesar de que no era una perita en dulce y al que había que poderle. Lo mejor fue con el que cerró plaza, al que recibió con una larga cambiada de rodillas para después saludar por verónicas. Ejecutó un vistoso quite por chicuelinas. Brindó la lidia y muerte del astado al empresario taurino Guillermo Gutiérrez, quien lleva las riendas de las corridas feriales en Tlaltenango.
El zacatecano ratificó que el paso que lleva desde que tomó su alternativa no ha sido obra de la casualidad pues pudo dar muestra de su toreo fresco, vistoso, y con clase. Corrió la mano por ambos pitones, para terminar con estatuarios. Despachó al segundo viaje para llevarse una oreja de mucho mérito.
Finalmente queda resaltar la buena actuación de los Forcados de Aguascalientes que con el primer ejemplar de Hernández Gárate realizaron una buena pega al primer intento gracias a la buena ejecución del cabo Octavio Aragón