Angelino de Arriaga fue profeta en su tierra, y durante su debut como matador de toros en la Monumental de Apizaco, indultó al tercer toro de Rancho Seco, en un festejo en el que El Payo cortó sendas orejas y el ecuatoriano Guillermo Albán fue ovacionado.

Nuevamente se conjuntaron el hierro de Rancho Seco y el apellido Angelino para lograr este triunfo, ahora en manos del menor de esa dinastía que al sumar su cuarta actuación como matador, bordó el toreo disfrutando y haciéndolo disfrutar entre gritos de ¡torero, torero!
 
Las calidad de "Navideño" fue aprovechada por el joven coleta desde que se abrió de capa, lo mismo en el afarolado de recibo y las verónicas, o las cadenciosas chicuelinas al paso para poner en suerte. Hubo desde entonces evidencia de sus deseos que siguieron durante la extensa faena caracterizada por el temple, toreo en redondo y remates de gran belleza; el juez acertadamente había ordenado que se matara mas como la petición de indulto aumentó, finalmente accedió propiciando la polémica.
 
En contraste con lo anterior, el que cerró plaza fue descastado volteando grupas en varas. Como lo seguían picando ya cambiado el tercio, el público protestó pues además se formó un herradero entre el descontento; Angelino estuvo breve al matar y escuchó palmas.
 
Octavio sujetó al segundo de la tarde para ligarle verónicas y chicuelinas; el toro respondió a los cites produciéndose series por ambos lados de buen acabado aunque poca trasmisión, le entregaron una oreja tras despachar al burel de estocada delantera.
 
El quinto tuvo buen estilo y El Payo se gustó toreando de capa en lances muy suaves a pies juntos; destacó este trasteo por el temple de los muletazos que el público saboreó, lamentablemente a un pinchazo siguió estocada caída con lo que se perdía algún premio; sin embargo se le concedió una oreja con espíritu navideño, la entregó a su banderillero debido a las fuertes protestas.
 
A Guillermo Albán le correspondió uno muy blando de manos que abrió plaza, apenas esbozó algunos lances pues el burel tenía tan poca fuerza que caía frecuentemente; el torero con oficio presentando bien la muleta logró ayudados, naturales de buen trazo y hasta dosantinas, pero como no acertó al matar todo se redujo a palmas.
 
Buen estilo ofreció el cuarto que de salida remató fuerte en tablas, después se dio una vuelta de campana y en un par de veces más clavó los pitones en la arena, lo que ocasionó que se lastimara y durara poco; Albán estuvo aseado extrayendo mayor partido del que se
esperaba. Colocó una buena estocada que le valió saludar en el tercio y él aprovechó para darse la vuelta.