Oliver Godoy cortó la única oreja concedida durante la corrida de Guadalajara, en la que el rejoneador Diego Ventura malogró el triunfo con el rejón de muerte, y Fermín Spínola también pudo cortar una oreja al primer ejemplar de su lote.

Oliver Godoy cortó la única oreja concedida durante la corrida de Guadalajara, en la que el rejoneador Diego Ventura malogró el triunfo con el rejón de muerte, y Fermín Spínola también pudo cortar una oreja al primer ejemplar de su lote.

El diestro tapatío Oliver Godoy, que se presentaba como matador de toros en su tierra, corto una oreja de mucho peso, tras faena firme y valiente, con un quite por gaoneras de escalofrío por lo que se llevo una gran ovación.

Ante un toro manso y peligroso, que le propino una voltereta muy impactante pues el torero voló por las alturas al intentar una arrucina cayendo de fea manera, sin consecuencias afortunadamente, no perdió el color y estuvo metido entre los pitones aguantando de verdad. Se fue tras del acero dejando una buena estocada y, tras la petición mayoritaria, se le concedió un apéndice que paseó de forma triunfal dando la vuelta al ruedo.

Con su segundo, sexto de la tarde, deslucido soso y sin movilidad, estuvo porfión y valiente, destacando su toreo con el capote a la verónica y unas chicuelinas muy ajustadas, después todo se convirtió en el tedioso unipase por las malas condiciones de su enemigo con algunos momentos de calidad en el fino trazo de su muleta, termino su labor con un buen espadazo para recibir palmas. 

Diego Ventura toreó muy bien a sus dos enemigos, pero desafortunadamente estuvo errado con el rejón de muerte durante sus dos faenas fue muy ovacionado por su toreo espectacular y la sabiduría para medir los terrenos y las distancias llevando muy toreados con la grupa y los costados de sus cabalgaduras a sus enemigos que tuvieron calidad y trasmisión realmente se le fue el triunfo grande.

Fermín Spínola con su primero estuvo tesonero y valiente sin poder redondear ante su enemigo soso, reservón y sin transmisión exhibiendo tan sólo algunos  buenos detalles de su calidad torera, mal con la espada, hasta el sexto intento, pudo sepultar el acero.

Con el quinto de la tarde, el sobresaliente del encierro, que tuvo una bondad infinita realizo una faena entonada destacando el suave temple de su pase natural con señorío y proyección en el tendido, completando el círculo mágico del toreo en los pases en redondo y por bajo. Cuando tenía una oreja ganada la perdió con la espada al pinchar primero y después dejar una estocada que parecía suficiente, con la mala suerte que el puntillero le levantó al toro y todo quedó en una salida al tercio con fuerte ovación.