"Tirada por seis bureles con cuernos de plata y nácar, por los caminos del cielo va una carroza dorada, y en ella van anunciando los heraldos de la fama que en la cúspide del triunfo Fermín Rivera se marcha…"
Nació en esta ciudad de San Luis Potosí el 20 de marzo de 1918. Se presenta de becerrista en su tierra natal, primero en la vieja Plaza "La Constancia" en febrero de 1931 a puerta cerrada y en la Plaza "El Paseo" el 29 de noviembre de ese mismo año, tarde en la que toreaban un mano a mano Jesús Solórzano y el español Pepe Amorós, toros de Atenco; lidió al final del festejo un becerro de la vacada sanmartinense de Santo Domingo, saliendo en hombros junto a los matadores, con apenas 13 años de edad.
Presentación y alternativa
Después de ardua preparación, se presenta de novillero en la Plaza El Toreo de México el 3 de junio de 1934 alternando con Alejandro del Hierro y Manuel Gonzalez “El Temerario”, con novillos de Ajuluapan; se consagra con dos orejas y obtiene el reconocimiento y cariño del público, pues nada más y nada menos torea 18 novilladas consecutivas esa temporada, un numero inalcanzable por torero alguno
Su temporada de novillero de 1935 jamás vuelta a repetirse. Bastó para que otro Fermín, Fermín Espinosa “Armillita”, le doctorara a los 17 años de edad, el 8 de diciembre de 1935 en El Toreo de la Condesa con "Parlero", número 83, cárdeno y 561 kilos al lomo, de Rancho Seco que mano al destazadero sin dos orejas, bajo el testimonio de Fernando Domínguez.
Pasando y avanzando por un camino tan azaroso, a base de tropiezos y con el carácter y celo que siempre guardo. Sus inicios como matador de toros fueron a base de esperar tiempos mejores, torear mucho en provincia y regresar a la plaza capitalina a lidiar lo que las figuras consagradas de la época poco querían ver, triunfar en grande, y regresar a la provincia a dictar cátedras, seguir acumulando conocimiento y maestría. Dones difíciles de congeniar en una sola persona. Don que portaba humildemente el maestro potosino.
De 1939 al 40 torea mucho en Suramérica. Obtiene la “Oreja de Oro” de la Temporada 1941 en El Toreo de la Condesa. En 1944 retoma su campaña triunfal en Sudamerica y en España debuta en Aranjuez a lado de Manolete, despelucando a sus enemigos de Albacerrada, sumando 25 fechas esa temporada. Al año siguiente continuando con ese abrumador paso inicio su temporada en Valencia a lado de Manolete de nuevo, con toros de Murube, y alcanzo más de 40 contratos, incluyendo su confirmación en Madrid el 8 de julio de 1945 de manos de Manuel Alvarez “El Andaluz” y testigo Manolo Escudero, con el toro "Algarrobo", de la finca de Sánchez Fabrés, perdiendo otros por serios percances. Vuelve en la Temporada 1946 y suma 45 festejos, sin contar los de Francia y Portugal. Cabe destacar que Rivera fue el diestro mexicano que más alterno con Manolete, tan solo después de Carlos Arruza.
Alternado y triunfando siempre con las máximas figuras de México y España, debuta en la Plaza México el 17 de noviembre de 1946 a lado de Luis Castro “El Soldado” y el español Emiliano de la Casa “Morenito de Talavera”, con toros de Coaxamalucan.
Es 1951 y se consagra en la Temporada 1951 con su trasteo a "Clavelito" de Torrecilla, al que corta el rabo y se le considera como la Mejor Faena del serial
En 1954 –y a consideración del escritor don Luis Ruiz Quiroz- se le recuerda un año en la Plaza El Toreo de Cuatro Caminos como “prodigioso” para el potosino.
Esa temporada cortó dos rabos. El primero a "Portugués", el 10 de enero, en un mano a mano con Julio Aparicio lidiando ganado de Coaxamalucan. Y el segundo el 28 de febrero a "Soberano", alternando con Manuel Jimenez “Chicuelo II” y Luis Procuna lidiando ganado de Tequisquiapan.
En 1955 y mientras daba la vuelta al ruedo con las orejas y el rabo de "Venado" de Tequisquiapan, a sus 37 años de edad y en plenitud torera, su corazón le pega una “mala jugada” y decide por su bien y el de su familia retirarse de los ruedos.
Interprete supremo del arte de las gaoneras, ese lance que solo comparado con los brazos de su autor Gaona y Lorenzo Garza hallaron en Rivera su más clásico y bello exponente. Consumado banderillero que encontraba toro en todos los terrenos y por supuesto portador insuperable de la muleta. Difícil describir en pocas palabras el significado de la grandeza que representa el paso por los ruedos de Fermín Rivera: Paso tan sensible y firme a la vez, que hicieron del potosino un dechado de técnica y sapiencia suficiente para adquirir, conferido por la afición en México y España, el mote de “El Maestro de San Luis”.
Podemos resumir su paso por los ruedos, tan solo con la cifra de 27 corridas que toreo en el coso de Insurgentes, donde con esos 27 festejos cosecho siete rabos: a "Rastrojero" de Ernesto Cuevas, "Angulo" de Coaxamalucan, "Mi Querer" de Heriberto Rodriguez, "Clavelito I", "Clavelito II", "Traguito", que cortara en aquel apoteósico mano a mano que tuvo que hacerse en sábado y de manera extraordinaria, con Emilio Ortuño “Jumillano”, y "Clavelito III" de Torrecilla, el día de su despedida
Con merito de sobra y a petición de la misma afición que nunca dejo de seguirle, en 1954 se le bautizo a la Plaza "El Paseo" como "Fermín Rivera", misma plaza que le vería debutar 23 años atrás.
El hombre y legado
El maestro Fermín, con esa sensibilidad de hombre, fue también gran inspiración de muchos artistas, tanto de la pluma, como del pincel. Incluyendo al gran Agustín Lara, quien le compuso el famosísimo pasodoble “Novillero”: "Muchacho, te arrimas, lo mismo en un quite gallardo que en las banderillas. Torero quien sabe, si el precio del triunfo lo paguen tu vida tu sangre…"
Así como también no dejemos a un lado que su impresionante ascenso como figura del toreo obligó a la industria del cine a invitarle a ser parte de él, con “Mas allá de la muerte” en 1935, “El sol sale para todos” en 1949 y “El niño y el toro” en 1957.
Fue un reconocido ganadero y gran promotor de la Procesión del Silencio en San Luis Potosí. Admirable hombre, amantísimo esposo, casado con la señora. Ángeles Agüero Ereño, en 1945; bondadoso padre de cuatro hijos: Fermín, Verónica, Rosario y el inolvidable maestro Curro Rivera, y cariñoso abuelo de muchos nietos, destacando dos que siguieron sus pasos: Rafael y Fermín Rivera.
Recordemos así al hombre que en su carrera inmortalizara a "Clavelito I, II y III", "Juan Pirulero", "Clavelillo" de Torrecilla y "Marquesito" de Santo Domingo, entre otros.
Extraordinario tentador y sensacional estoqueador. Actualmente muchos diestros interpretan la suerte suprema “recibiendo” o “a un tiempo”, pero la manera más perfecta y que queda como testimonio videografico en viejas películas es la estocada del maestro Fermín a "Impresos" de Jesus Cabrera, en la Plaza México.
Fue inspiración de grandes artistas como Agustín Lara o el maestro José Alameda, autor de “Fermín Rivera” que inmortalizara en 1955 el español Demetrio González.
Gran promotor de jóvenes promesas, siempre atento para apoyarlos y darles concejos. Creando la que bien podría llamarse la escuela taurina potosina, que heredara su hijo Curro, consistente siempre en la técnica y profesionalismo enfocada siempre en la dedicación y el esfuerzo.
No puede hablarse de la historia de la tauromaquia mexicana y sus figuras grandes sin mencionar al “Maestro de San Luis”.
Despedida y muerte
Después del infarto, tuvieron que pasar dos años y un par de corridas aisladas para que se decidiera la fecha del retiro. Se despidió en la Plaza México el 17 de febrero de 1957 alternando con Manuel Capetillo y Antonio Borrero "Chamaco", lidiando toros de Torrecilla: "Juan Pirulero", berrendo en negro aparejado (que días antes estuvo padreando en Santo Domingo) y "Clavelito III". Nunca en México se ha visto una despedida tan emotiva y cariñosa como la que ese día se vio o pocas hasta ahora
El 1 de enero de 1964 se retira definitivamente de los ruedos en su tierra, San Luis Potosí, cortando orejas y rabo a "Tunerito" de Pastejé. Sus alternantes fueron Manuel García “Palmeño” y Guillermo Sandoval, con toros de Pastejé. Su último toro lo brindó a su hijo Curro.
Porque Fermín Rivera, y que ni duda quepa, fue figura desde aquel día que se presento como novillero en el viejo Toreo de México hasta su desafortunada desaparición física en junio de 1991. Porque las personas mueren cuando se olvidan y el sencillo aplauso en cuanto a la persona, pero monumental por el cariño que brindemos en cuanto a la emotividad, basta y sobra para seguir manteniendo vivo el recuerdo del maestro de San Luis.
Muere en su rancho "La Alianza", de Ojuelos, Jalisco. El 28 de junio de 1991. Fermín Rivera. “Fermín, el gran torero Rivera; el de la capa gentil; el de la recia muleta; el de San Luis Potosí…".